pág. 282
intracraneales. Se realiza también un análisis sanguíneo en busca de alteraciones endocrino-metabólicas
o infecciosas. Posteriormente, tras la resonancia cerebral, se lleva a cabo una punción lumbar para
obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo y completar el estudio analítico. En la mayoría de los
casos, no se logra identificar una causa específica. A menos que sea un caso leve, el tratamiento
generalmente comienza con corticoides intravenosos durante cinco días para acelerar la recuperación
visual. Aunque los efectos secundarios son mínimos durante un período corto (como enrojecimiento
facial, cambios de humor, trastornos del sueño, aumento de peso o molestias abdominales), es esencial
un estrecho monitoreo clínico y oftalmológico. La evolución suele ser positiva, con recuperación visual
completa incluso sin tratamiento, pero se requiere vigilancia continua, ya que en algunos casos no se
logra esta recuperación. En niños, es más común que se trate de procesos agudos autolimitados, aunque
también hay casos de recurrencias, donde se puede experimentar otro episodio inflamatorio incluso
después de varios años de resolverse el cuadro actual. (23)
Finalmente, en los últimos años, debido a la pandemia de COVID 19, se ha evidenciado que la
vacunación contra este representa una causa de neuritis óptica bilateral principalmente en población
pediátrica. En su reporte de caso, Ramello y colaboradores, presentan el caso de 2 pacientes que
desarrollaron esta patología posterior a la aplicación de la vacuna, sin embargo, concluyen que su
incidencia es muy baja, por lo que se debe ampliar su campo de estudio. (24)
CONCLUSIÓN
La neuritis óptica bilateral en niños es una condición clínica que, aunque poco frecuente, puede tener
implicaciones significativas en el desarrollo visual y la calidad de vida de los pacientes. La
identificación temprana de esta afección se revela como un factor crucial, ya que permite la
implementación oportuna de intervenciones médicas y el inicio de tratamientos específicos. La
adopción de un protocolo estandarizado para el diagnóstico y manejo de la neuritis óptica bilateral en
el contexto pediátrico se presenta como una herramienta indispensable. Dicho protocolo no solo facilita
la toma de decisiones clínicas al abordar de manera estructurada los diversos aspectos del proceso
diagnóstico, sino que también contribuye a reducir la variabilidad en la atención médica, mejorando así
la calidad y consistencia de los cuidados proporcionados. La pronta identificación y tratamiento de esta
condición pueden marcar la diferencia en la evolución y pronóstico visual de los niños afectados,