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INTRODUCCIÓN
La globalización, en el ámbito económico, surge como resultado de la integración de las economías
locales en una economía mundial, donde se permite la libre circulación de capitales, la desregulación
de los mercados y la liberalización del comercio. Sin embargo, la globalización no se limita únicamente
a aspectos económicos, sino que también abarca ámbitos educativos, científicos, tecnológicos, políticos
y culturales, lo que conlleva a una creciente internacionalización en estas áreas. Los intercambios a
nivel mundial no solo se limitan a bienes, servicios y mercancías, sino que también se extienden a
conocimientos, ideas y valores. La comunicación e interdependencia entre personas y países ha
aumentado considerablemente, trascendiendo las barreras geográficas gracias a los rápidos avances
tecnológicos y la revolución informática. Esta mayor interacción económica, educativa, científica y
cultural, junto con la aceleración del cambio en todos los aspectos de la vida humana, ha generado
nuevas oportunidades tanto para economías desarrolladas como en transición e incluso en desarrollo.
Sin embargo, junto con estas oportunidades también surgieron riesgos y amenazas que aún persisten en
la actualidad. Estos incluyen la ampliación de las brechas económicas, de capacidades y de acceso al
conocimiento entre países, regiones y grupos sociales. Además, se observa la marginación y exclusión
social de amplios sectores de la población mundial, así como el rezago en educación, ciencia y
tecnología en los países en desarrollo.
Los indicadores de bienestar muestran la creciente exclusión social del modelo de desarrollo actual. De
acuerdo con cifras de la ONU, más de 700 millones de personas, es decir, una de cada diez, viven
actualmente en condiciones de pobreza extrema (sobreviven con menos de 1.90 dólares al día), mientras
que la desigualdad de los ingresos ha venido aumentando de manera alarmante, especialmente en los
países en desarrollo (Naciones Unidas, 2017a: 12). En la actualidad, en un contexto de creciente
globalización y rápidos avances tecnológicos, el rezago en la calidad educativa se convierte en un riesgo
significativo para el desarrollo y la competitividad de México. Simplemente ampliar la matrícula en
educación superior no será suficiente si no nos aseguramos de formar profesionales, ciudadanos y seres
humanos cada vez más capacitados. Es fundamental reconocer que la calidad educativa es un aspecto
crucial para enfrentar los desafíos de una sociedad en constante transformación. No basta con
incrementar el acceso a la educación; también debemos garantizar que los procesos educativos sean