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hubo diferencias significativas entre los pacientes de las clases B y C de Child en cuanto a edad, presión
arterial, frecuencia cardíaca, enzimas hepáticas, función renal y niveles séricos de sodio y potasio.
Al evaluar la función diastólica con el patrón de llenado y las velocidades del anillo mitral con Doppler
tisular, se observó que los pacientes con disfunción hepática más grave tenían un perfil diastólico peor.
La velocidad de llenado protodiastólico del ventrículo izquierdo (onda E) fue mayor, con menor
velocidad del Doppler tisular en el septo interventricular (e’) y una alta relación entre E y e’.
No se encontraron diferencias significativas en los volúmenes indexados de las aurículas ni en los
volúmenes diastólicos y sistólicos finales del ventrículo izquierdo. Tampoco hubo diferencias en la
relación E/A entre los pacientes de las clases Child B y C. Sin embargo, los pacientes en clase C
presentaron niveles más elevados de NT-proBNP (611,81±337,81 vs. 384,00±263,29 pg/ml; p=0,017).
Las correlaciones de los parámetros de función diastólica mostraron varias relaciones significativas con
características clínicas, biológicas y electrocardiográficas, especialmente con los niveles de NT-
proBNP. La relación E/A se correlacionó más fuertemente con los niveles de gamma-glutamil
transpeptidasa, y E/e’ mostró una correlación débil pero significativa con los valores de potasio y NT-
proBNP. (16)
A su vez, también se asocia con el consumo de ciertos medicamentos, que pueden ser de prescripción
o no, como la doxorrubicina o la cocaína (17) y si bien es mayor la incidencia entre los individuos de
sexo masculino, la tendencia es al incremento en el consumo de alcohol entre las mujeres (18), lo que
incrementa la importancia de la prevencion en este grupo.
La prevalencia de miocardiopatía dilatada en el estudio de Fernández y colaboradores fue mayor entre
los pacientes que consumían alcohol en comparación con la población general. En hombres, la
prevalencia alcanzó el 0,43% (con un consumo medio de alcohol puro de 30 ± 7 kg/kg de masa corporal
a lo largo de 29 ± 6 años), y en mujeres, el 0,25% (con un consumo medio de 17 ± 7 kg/kg de masa
corporal durante 23 ± 7 años). En contraste, en la población general, la prevalencia de miocardiopatía
dilatada es de 1:2500 individuos (0,4‰) (19) y factores como la malnutrición, el kwashiorkor, y la
deficiencia de vitaminas, electrolitos y microelementos (como sodio, potasio, calcio, magnesio, fósforo
y selenio), junto con la exposición a otros psicoestimulantes como cocaína, anfetaminas y nicotina,
aumentan el riesgo de desarrollar miocardiopatía alcohólica. (20)