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Con el tiempo, el ingenio humano dio lugar a las colmenas tradicionales, construidas o adaptadas por
el hombre para brindar un mejor hogar a las abejas. Dentro de este tipo, encontramos las colmenas fijas,
donde los panales se construyen dentro de la colmena y se adhieren a sus paredes. Estas colmenas,
aunque representaron un avance, también presentaban limitaciones, ya que no permitían inspeccionar
el interior y causaban estrés a las abejas durante la extracción de la miel (Besora, n.d.).
Un hito en la apicultura fue la invención de la colmena movilista, que presenta cuadros extraíbles donde
se ubican los panales. Esta innovación permite la extracción de la miel sin destruir el nido de cría,
minimizando el impacto en las abejas y optimizando la producción (Besora, n.d.). Dentro de las
colmenas movilistas existen diversas variantes, siendo las más comunes las colmenas Langstroth,
Dadant, Oksman y Layens (Besora, n.d.).
La colmena Langstroth, patentada en 1851 por Lorenzo Langstroth, se ha convertido en el modelo más
utilizado a nivel mundial. Su diseño, con cuadros móviles y un espacio de aire entre ellos, facilita la
inspección de las colmenas, el control de enfermedades y la extracción de miel sin dañar el nido (Cortez,
Caballero, 2020). Estudios han demostrado que las colmenas Langstroth superan en producción de miel
a otros modelos como la colmena Oscar Perone en un promedio de 25.52 Kg miel/colmena/año y
12.93Kg miel/colmena/año respectivamente, siendo superior el primero en un 12.59Kg
miel/colmena/año con respecto al anterior (Cortez, Caballero, 2020).
La investigación apícola continúa buscando mejorar las prácticas de manejo y la eficiencia de la
producción. Se están desarrollando nuevas tecnologías, como sensores para monitorear la temperatura
y la humedad dentro de las colmenas, así como herramientas ergonómicas que facilitan la inspección y
reducen el esfuerzo físico de los apicultores (Puentes, Villanueva, Montserrat, Salamanca, Torres,
Gómez-Pachón, 2023).
En los últimos años, ha surgido un nuevo modelo de colmena llamado Mason Jar, misma que supera el
78% de ingresos apícolas en comparación con el tipo Langstroth, mientras que por su parte esta supera
el 53% de producción al anterior. Esta colmena, si bien presenta desafíos en cuanto a manejo y
escalabilidad, ofrece ventajas en términos de presentación y marketing, generando un mayor valor
comercial para la miel (Puentes, Villanueva, Montserrat, Salamanca, Torres, Gómez-Pachón, 2023).