La tutoría en la educación superior como estrategia para la
formación personal y profesional
Edith Soria Valencia
Lima-Perú
Gilda Dalila Rodríguez Valverde
RESUMEN
La tutoría en la educación superior debe orientar la labor del docente al desarrollo del acompañamiento y atención personalizada a los estudiantes. Desde esta premisa, la tutoría debe fortalecer la formación personal y profesional. El objetivo del estudio es analizar las diversas posturas teóricas sobre la tutoría universitaria durante los años comprendidos entre el 2017 al 2021. Se utiliza el método documental que permite analizar diversas fuentes bibliográficas de información relacionados con el objeto de investigación. Las conclusiones muestran que es necesario orientar las funciones del docente tutor al desarrollo de una tutoría transformadora en la educación superior que contribuya a la formación reflexiva del profesional.
Palabras claves: educación superior; tutoría universitaria; formación profesional.
Tutoring in higher education as a strategy for personal
and professional training
ABSTRACT
Tutoring in higher education should guide the work of the teacher to the development of accompaniment and personalized attention to students. From this premise, mentoring must strengthen personal and professional training. The objective of the study is to analyze the various theoretical positions on university tutoring during the years between 2017 and 2021. The documentary method is used to analyze various bibliographic sources of information related to the object of research. The conclusions show that it is necessary to orient the functions of the teacher tutor to the development of a transformative tutoring in higher education that contributes to the reflective training of the professional.
Keywords: higher education; college tutoring; vocational training.
Artículo recibido: 15 octubre. 2021
Aceptado para publicación: 18 noviembre 2021
Correspondencia: edith.soria@pucp.edu.pe
Conflictos de Interés: Ninguna que declarar
En tiempos tan complejos como los actuales, la tutoría ha adoptado un gran protagonismo, así lo evidencian los sendos artículos y tesis consultadas que comprueban que esta línea de investigación es hondamente fértil (García, 2019; Álvarez, 2018; Campana, 2018; Salinas, 2018; Vera, 2017; Farías, 2019; López, 2019; Venegas, 2018; Loor, 2017; Andrés, 2017).
Desde el inicio del siglo XXI las reformas y transformaciones sistemáticas que se han generado en las instituciones universitarias, le han conferido un sitial expectante en la educación superior, pues contempla como propósito esencial; la transformación permanente del ser humano en procura de su desarrollo integral, tendiendo a su perfeccionamiento constante. El desenvolvimiento del proceso es vasto, y está vinculado al paradigma humanista de la tutoría, el mismo que involucra su formación integral. Asimismo, la naturaleza ontológica de la tutoría es inherente al ejercicio de la docencia universitaria, la cual permite cambios permanentes a partir de una mirada diversa de la tutoría, la misma que deviene de la praxis docente y de las políticas institucionales que la auspician.
2. MÉTODO
El objetivo del estudio es analizar las diversas posturas teóricas sobre el rol del docente y la tutoría universitaria, durante los años comprendidos entre el 2017 al 2021. Se considera pertinente optar por el método documental que permite analizar diversas fuentes bibliográficas de información que dan cuenta de eventos, procesos y conocimientos relacionados con el objeto de investigación, facilitando así una aproximación indirecta al mismo (Revilla, 2020).
En el marco, del presente estudio, los criterios para la selección de las fuentes de información son: a) disponibilidad: las fuentes de información son de dominio público y de acceso abierto: b) temporalidad: las fuentes de información corresponden al periodo: 2017, 2018, 2019, 2020 y 2021 y, c) idioma: se considera relevante incluir fuentes de información en inglés y español.
Se realizó la revisión bibliográfica de 79 fuentes. La documentación examinada corresponde a bases de datos y repositorios institucionales de universidades nacionales y extranjeras. El análisis desarrollado ha tomado como referencia las siguientes preguntas: ¿cuáles son las aproximaciones conceptuales de la tutoría universitaria?, ¿cuáles son las funciones del tutor?, ¿cuál es el propósito fundamental de la tutoría?, ¿cuál es su orientación en el presente contexto global?
Para responder a las citadas interrogantes, se ha realizado una revisión panorámica sobre los aportes especializados de la literatura sobre la tutoría universitaria, como proceso, como sistema, como sinónimo de calidad y de transformación integral en la formación del estudiante universitario.
2. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
Aproximaciones conceptuales a la tutoría universitaria
A lo largo del tiempo, la tutoría siempre ha estado vigente. Su conceptualización se ha manifestado desde diversas perspectivas, algunas más integrales: proceso, sistema y conjunto; por sobre otras más específicas, más operacionales y peculiares: acción, modalidad, recurso y estrategia (López, 2017). Aunque la tutoría como término, apareció por primera vez, a partir de Mentor en La Odisea de Homero (750 a.C.), hay evidencias de que su práctica se encuentra miles de años antes. Irby et al. (2020), sostienen que, los antiguos egipcios, a través de sus visires, escribían las enseñanzas que transmitían a los hijos de los faraones, además de propiciar un clima de confianza con ellos, procuraron, además, hallar medios para transmitir a las futuras generaciones, sus experiencias y conocimientos vinculados a la tutoría e inspirados en la trascendencia de sus escritos.
Así pues, los mentores, conocidos entonces como visires, han existido desde la época de la historia escrita del antiguo Egipto (5000 a.C. - 31 a.C.); su legado continúa siendo discutido por académicos en la actualidad. Van den Dungen (2017) e Irby et al. (2020), enfatizan que las instrucciones y enseñanzas de estos documentos egipcios antiguos fueron escritos con fines educativos. Se consideran estas obras antiguas como evidencia documentada de tutoría y de sus fundamentos epistemológicos, cuya evidencia histórica atestigua que los antiguos creían que lo que hoy llamamos tutoría es fundamental para el desarrollo de la sociedad; además existía el temor para los experimentados sabios del antiguo Egipto, de tener gobernantes sin experiencia. En virtud de lo expuesto la tutoría en el antiguo Egipto, se conceptualiza como un proceso formativo de acompañamiento y ayuda, a partir de la relación de confianza entre visires (tutores) y los hijos de los faraones. Además, su estructura técnica se evidencia en el registro documental de sus fundamentos epistemológicos.
La cultura clásica griega, por otro lado, asentó las primeras huellas del acompañamiento tutorial como orientación, como una acción natural, que ofrece soporte como un proceso habitual. Sócrates (470-399 a.C.) a partir de su filosofía, custodia uno de los factores predominantes de la tutoría, el autoconocimiento; su promoción, conjuntamente con autorreflexión y la autoestima, son consustanciales a la labor tutorial (Secanilla & Zárate, 2020).
El autoconocimiento, sustenta el proceso formativo porque se vincula con la dimensión central de la persona, su interior, contempla un sentido de pertenencia y reconocerse a uno mismo, coadyuva a que, las determinaciones sean más pertinentes y generen menos traumas (García, 2017). Platón (428-347 a.C.) defiende que, precisar las aptitudes de las personas, es fundamental para que su compenetración y acomodamiento social se consolide. Aristóteles (384-322 a.C.) sostiene que, para poder escoger una actividad conectada a los intereses de los individuos, a partir del acompañamiento tutorial se plantea una relación personalizada de ayuda, que fomenta el desarrollo de la reflexión (León, 2018). La tutoría contó con procedimientos y métodos específicos, a partir de su aparición en el siglo XII y desde entonces tuvo un largo camino desde las universidades europeas medievales de Oxford y Cambridge hasta su implementación en la práctica educativa en la mayoría de los países (Brown, 2018; Bakhmach, 2019; Catarino y Aires, 2018).
En la edad medieval podemos notar un claro ejemplo del proceso de ayuda, a través de la modalidad de las prácticas formativas que se realizaban en los talleres supeditadas a la tutela de un maestro para aprender oficios gremiales de la época. Es en el renacimiento cuando la visión humanista consolida la idea de tutoría y se empiezan a tomar en cuenta las aptitudes de las personas para orientarlas hacia alguna profesión (Gonzáles et al., 2019).
En el siglo XVII, durante el Virreinato del Perú, la orden Dominica fue de significativa trascendencia, ya que fueron pioneros en instituir centros de enseñanza superior, mediante los cuales se afirmó el dominio español, a través de la enseñanza de las Sagradas Escrituras con un enfoque humanista (Satian, 2019). Asimismo, los expedientes de tutoría de menores, evidencian que los mentores personales laicos, ejercían una función alterna con respecto a su formación educativa y religiosa (Gonzáles & Bixio, 2019).
A principios del siglo XIX, las tutorías aparecen ligadas a diferentes modelos universitarios, se perfilan como asesorías científicas. Se identifican tres modelos universitarios clásicos: el alemán, el francés y el anglosajón. El primero de ellos, denominado también humboldtiano, se estructuró a través de instituciones públicas, con profesores funcionarios y con el conocimiento científico como objetivo de la universidad. Humboldt instauró la estrecha relación entre docencia e investigación. En esta perspectiva, la meta estribaba en formar personas con amplios conocimientos (Clerici & Lucca, 2020). En los diferentes estadios de la historia de la humanidad, la educación rescata la imagen de la tutoría.
Durante los diversos estadios del siglo XX la tutoría se ha practicado a partir de enfoques y/o modalidades educativas diversas, en sendos campos del conocimiento y en diferentes etapas educativas (pregrado, posgrado), de allí que el concepto de tutor y la función se han distinguido en sus aspectos operativos (Martínez et al., 2018).
A finales del siglo XX se inició el conocido proceso de Bolonia, involucrado con la “convergencia europea”, la tutoría universitaria es una de las acciones clave en el proceso de integración de las universidades en el espacio común europeo, asumiéndola como factor esencial de calidad (Martínez et al., 2020). El tutor juega un papel primordial en la experiencia del estudiante en la universidad, y la tutoría encarna la relación del estudiante con la universidad, lo que sugiere que tiene el potencial de proporcionar conocimientos más allá de esa relación específica con la institución y el contexto de la educación superior (Yale, 2019).
En estos tiempos, es complejo encontrar una sola respuesta para conceptualizar la tutoría, y que intencionadamente exprese un pronunciamiento paradigmático concreto para fundamentarla (López, 2017). Gran parte de las referencias consultadas (García, et al., 2019; Álvarez, 2018; Salinas, 2018) se abocan al campo de acción, evadiendo la naturaleza ontológica de la tutoría. Las prácticas de la tutoría en sendos casos se evidencian integradas a la estructura organizacional a la universidad y a sus propósitos, además, están ejecutadas por profesionales que están muy próximos al docente, tutores expertos, los mismos que, a partir de una coordinación permanente, complementan su actividad, inclusive fuera de las fronteras áulicas, en una sinergia armónica, cuya finalidad estriba en el desarrollo integral del estudiante (Aguilera, 2017).
A partir de la revisión realizada sobre el tratamiento conceptual de la tutoría universitaria colegimos que, potenciar el valor y la dignidad de los estudiantes, es viable en la actualidad, a partir de una tutoría más humanista. Su trascendencia sobrepasa al enfoque reduccionista y tradicional que restringe la acción tutorial a la mera determinación de dudas y/o asuntos estrictamente académicos (Hernández et al., 2018).
La tutoría humanista genera una conexión significativa con los estudiantes, adoptando sus particularidades cognitivas, afectivas y sociales, y acompañando paralelamente, las del docente. Implica un proceso de acompañamiento, que está más focalizado en la persona; se conecta permanentemente con los sucesos globales y en virtud de ellos, procura generar una honda reflexión respecto a la significación de la felicidad, a partir de la relevancia de la persona dentro de los sendos acontecimientos globales, todo lo cual está orientado al logro del bienestar del tutorado (Sesento, 2019; Lipovetsky, 2017).
El enfoque humanista define a los tutores como individuos preparados para darse mostrarse de forma transparente evidenciando su propia humanidad, lo que propiciará la aproximación entre el tutor y el estudiante (De la Cruz, 2017); sin embargo, son reconocidas las sendas restricciones que entorpecen el desarrollo de la tutoría humanista en la acción; una de ellas se conecta directamente con la formación del tutor, la misma que requiere profesionalización. Coexisten propuestas organizativas y formativas que materializan diferentes proyectos de acompañamiento tutorial; en función a la gestión de cada universidad. No obstante, su definición debe propender al desenvolvimiento de una tutoría de calidad (Hernández et al., 2018).
En la actualidad, muchas instituciones de educación superior no cuentan con un conocimiento acreditado de la forma en que cada programa y cada tutor, de acuerdo con sus peculiaridades y referentes teórico-prácticos y disciplinares, ejercita la acción tutorial. La ausencia de conocimiento propicia que la acción tutorial se produzca a partir de intuiciones insuficientemente patrocinadas en términos conceptuales. En virtud de lo anterior, se origina una descoordinación institucional y no logra consolidarse un proyecto común (García, et al., 2019).
La tutoría como proceso sistematizado: promoviendo el compromiso institucional
El acompañamiento tutorial involucra un proceso sistematizado que, a su vez, precisa de un trabajo unido y solidario entre los docentes, los administrativos, el personal de bienestar universitario y la comunidad en general, la formación integral exige reconocer, trabajar y formar en capacidades humanas para el ser y el hacer, vinculadas a la vida, la ética, la estética y el humanismo cristiano, en los que subyace un compromiso con los estudiantes (García et al., 2019).
La conexión entre docente-tutor y tutorado, puede comprenderse como el vínculo que fortalece la relación discente – docente. El citado vínculo se establece sobre la base de la confianza, se propicia en un ambiente personalizado, a partir del cual los estudiantes están acompañados, según sus requerimientos afectivos, anhelos y expectativas particulares (Fwa, 2018).
El proceso del acompañamiento tutorial precisa del diálogo, es un recurso necesario del tutor para afianzar la conexión con el estudiante y vincularse con él. El ejercicio del diálogo incide sustancialmente en el desarrollo de la tutoría, los temas y el espacio en el que se efectúa (Fwa, 2018; García, et al., 2019). La tutoría contribuye al desenvolvimiento de competencias sociales e instruye a los estudiantes tutorados respecto a cómo verbalizar sus pensamientos propios, consentir los argumentos del interlocutor y describirlos.
Para implantar una vinculación cercana con el docente-tutor, los estudiantes deben estar motivados y guiados en el autoconocimiento. El enfoque afectivo propicia una tutoría más efectiva, y los estudiantes son positivos en su experiencia de aprendizaje. (Fernández y Barbagallo, 2017). Asimismo, el acompañamiento tutorial afectivo procura el crecimiento y el bienestar del estudiante, cuya meta es viabilizar la construcción equilibrada de su proyecto de vida y su ulterior inclusión y desarrollo en la sociedad (Grey & Osborne, 2018). A partir del citado acompañamiento, el joven estudiante (Yurén et al., 2019; Magalí, 2019) es capaz de mejorar sus niveles de autoestima y autoconcepto, fortaleciendo su motivación y potenciando las competencias interpersonales (Lee et al., 2017).
El autoconocimiento que propugnaba el pensamiento socrático, conlleva la autoaceptación, la autorregulación emocional y las habilidades para la toma de decisiones, requisitos básicos para afrontar productiva y exitosamente la etapa académica y la adultez posterior. El acompañamiento tutorial afectivo puede revertir en la reducción de las tasas de deserción, a partir de que el alumnado desarrolla un sentimiento de pertenencia que le prodiga seguridad y bienestar (Grey & Osborne, 2018; Honkimäki & Tynjälä, 2018). Para propiciar una buena práctica de asesoramiento personalizado, es fundamental privilegiar el autoconocimiento (Taracena, 2019).
La tutoría como proceso sistémico, surge del compromiso, el docente asume este acompañamiento por iniciativa personal y compromiso institucional, de allí que, entiende y plantea la tutoría como un proceso continuo en varios semestres/ ciclos formativos, en función a las necesidades, requerimientos y circunstancias de los estudiantes (García et al., 2019). El verdadero perfeccionamiento de la tutoría pasa por estimarla, más allá de una sumatoria de acciones particulares, como un proceso continuo y sistemático, planificado en función a objetivos y valores organizativos (Martínez et al., 2018).
La tutoría involucra un proceso de acompañamiento durante la formación profesional, además de su naturaleza formativa, se fortalece con el carácter de integralidad, que se expande a las diversas dimensiones humanas (personal, psicofísica, académica, espiritual y social), de tal forma que fructifica todas las posibilidades brindadas por la institución, brindándole un mérito adicional a la hoja de vida del estudiante (Vilca; García, 2021; García et al., 2019). En ese sentido, diversas investigaciones coinciden en señalar que es fundamental el acompañamiento tutorial al joven estudiante, desde su ingreso a la universidad hasta la finalización de su formación profesional.
Acompañamiento a los estudiantes en la tutoría: factor clave de calidad
La tutoría se ha tornado en un componente esencial para asegurar la calidad educativa, así como un factor clave para contrarrestar la deserción universitaria (Benites, 2020). Para fortalecer la vida del estudiante universitario, para encarar nuevos desafíos, la tutoría universitaria debe implementarse como una metodología de incidencia en el desarrollo integral de los estudiantes, que permita optimizar la calidad (Martínez et al., 2020).
Asimismo, la tutoría y el acompañamiento tutorial son concepciones suplementarias, inmersas en el paradigma común de desarrollo de la calidad, sustentadas en las funciones de guía personal, académica y profesional proyectadas por los docentes con la contribución estratégica y constante de los estudiantes universitarios, de los cuales previamente habrá que examinar la opinión estudiantil (Aguilar et al., 2017).
En la universidad se ejercitan diversos procesos en la enseñanza, evaluación, de acompañamiento tutorial, etc., y se puede hablar de una universidad de calidad si todos ellos se integran sistemáticamente (Martínez et al., 2018). Las citadas consideraciones deben plantearse en función a su desenvolvimiento, ponderando las prioridades y exigüidad que evidencian, así como también los planteamientos de mejora que estén en condiciones de brindar (García et al., 2018).
Los planteamientos mencionados involucran, acompañamiento; orientación, asesoría, acogida, diálogo y escucha; y proceso continuo. En primera instancia, debe entenderse la tutoría como un acompañamiento al estudiante, especialmente a aquel que ingresa a primer semestre, como una orientación y ayuda que abarca aspectos personales y académicos, además se efectúa a través de encuentros grupales e individuales, con el propósito de promover una cultura del compromiso y el diálogo entre docentes-estudiantes, para ayudarlos en su adaptación a la vida universitaria (García et al., 2019).
Es pertinente proseguir trabajando colaborativamente para lograr que, su desenvolvimiento coadyuve efectivamente al acompañamiento tutorial y, por ende, a la formación integral del estudiante universitario (Béjar, 2018; Venegas y Gairín, 2020). En ese sentido, e acompañamiento tutorial se erige como un gran aporte en el proceso formativo de los estudiantes, mediante la orientación y atención del docente, de acuerdo a criterios y mecanismos de monitoreo y control, a fin de fortalecer su formación integral y disminuir los factores de riesgo (deserción / repetición) que afectan el desempeño estudiantil (Calderón, et al., 2019).
El Espacio Europeo de Educación Superior plantea que el acompañamiento tutorial se ha tornado en una de las piezas clave para potenciar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y del desenvolvimiento integral del estudiantado (Alonso et al., 2018). No obstante, al llevar a la práctica la tutoría con el objetivo de la formación integral del estudiante, existen evidencias de cierta deflexión para alcanzar las metas referidas, normalmente se concentra más en lo académico, y cercena la orientación personal, la resolución de dudas, hábitos y metodología de estudio. En otros casos se enfoca particularmente en la orientación profesional (Béjar, 2018; Martínez et al. 2018). De allí la pertinencia de que el acompañamiento tutorial esté en concordancia con un adecuado monitoreo de los estudiantes, proyectándose más allá de solo dotar un espacio para la adquisición de conocimientos (Macías et al. 2017; Díaz et al., 2017; Aguilera, 2017).
Funciones del docente tutor: asegurando la calidad educativa
La tutoría es una actividad inherente al docente: todo profesor es tutor; sin embargo, existen otras funciones docentes como la supervisión, la asesoría, la guía educativa, el coaching educativo y, sobre todo, la mentoría, que han sido escasamente empleadas en el ámbito educativo actual (Ponce et al., 2018).
Las principales funciones del docente tutor se han actualizado en el tiempo y precisan de mayores alcances como: 1) el liderazgo organizativo de las actividades educativas y cognitivas del estudiante; 2) determinación de sus capacidades e intereses; 3) justificación de la calificación del estudiante; 4) asistencia en el uso correcto y eficaz de la enseñanza y el apoyo metodológico de una determinada disciplina; 5) formación personal, educación, formación de un estilo de vida, definición de perspectivas; 6) asegurar el intercambio de información adicional entre el estudiante y los docentes.
A partir de lo anterior se comprende que la tutoría se ha tornado en un componente esencial para asegurar la calidad educativa, así como un factor clave para contrarrestar la deserción universitaria (Bakhmach, 2019; Moreno et al., 2019). En esa línea, el acompañamiento tutorial adopta un protagonismo universitario; por tanto, se requiere más precisión y sistematización del ejercicio que cada docente realiza espontáneamente, posibilitando el aprendizaje de sus estudiantes. La transformación en la educación superior, involucra también una actualización de las principales funciones del acompañamiento tutorial (Venegas, 2018).
Las tutorías tienen como propósito fundamental, identificar los factores que contribuyen a aminorar la productividad del estudiante y plantear oportunidades de mejora para su desempeño. Un sistema bien estructurado de tutoría y orientación involucra además a los estudiantes, quienes pueden diseñar su propio plan académico colaborando con su tutor, así como estructurar su propia carrera (Tomás, et al., 2019; Ivanytska, 2020).
En este contexto, el tutor es un profesional dinámico que aplica una metodología activa y sugerente, propone actividades trascendentes, propicia un ambiente áulico de confianza, a través de efectivas relaciones interpersonales para que cada estudiante manifieste sus puntos de vista y/o reflexiones con total libertad, compartiéndoles constantemente información sustancial (Rivera et al., 2017). En palabras de Aceves et al., (2019), el tutor es un actor clave de acompañamiento en el proceso de la formación académica del estudiante, por ende, precisa de un perfil que le permita detectar y acoger oportunamente las necesidades estudiantiles a nivel individual y grupal. Se evidencia que la tutoría hace frente a los constantes desafíos y oportunidades de la educación superior, pues contribuye a la mejora permanente de las culturas de aprendizaje, por ende, ameritan una ubicación estratégica en la estructura organizacional.
La metodología del docente-tutor es relevante en la actualidad y requiere un estudio detallado y una implementación en la práctica educativa. Se requiere del involucramiento de las autoridades académicas con la motivación, formación, reconocimiento y ponderación de la labor tutorial (McIntosh, et al., 2021; Martínez et al.,2018).
El acompañamiento del docente-tutor potencia la formación integral del estudiante universitario comprometiéndolo a enfrentar las dificultades y oportunidades que experimentará en su cotidiano vivir. A partir de lo expuesto, se perfila una función tutorial transformadora, la cual se fundamenta en la pedagogía activa, que refuerza la propiedad del conocimiento, para posteriormente potenciar el trabajo de los estudiantes y fortalecer sus habilidades (Álvarez, 2018; Nuninger & Chatelet, 2018).
Los docente-tutores son esenciales para potenciar las habilidades de los estudiantes; van más allá de la atención que se le brinda a un estudiante en un salón de clases tradicional, reforzando los conocimientos ya adquiridos por los estudiantes con práctica y evaluación adicionales. El acompañamiento tutorial al estudiante debe mantenerse desde su ingreso a la universidad hasta la culminación de su formación, impulsando integralmente su desenvolvimiento, partiendo del ser humano, como persona y proyectándose paulatinamente en el profesional (Cubias et al., 2019).
Dentro de esta perspectiva, los docentes-tutores deben conectarse con las necesidades emocionales de sus estudiantes, y conocer cuáles son sus intereses, requerimientos, metas y preocupaciones, logrando de esta manera experimentar diversas formas de interrelación. Es importante señalar que las relaciones interpersonales aproximan la realidad del estudiante al docente-tutor, a partir de lo cual, la tutoría transformadora emerge de la humanización del proceso tutorial.
Los docentes tutores o tutoras, requieren contar para la ejecución idónea de su labor como guía del desarrollo personal del estudiante, con un modelo integral de acompañamiento pedagógico, que conlleve el objetivo de la acción tutorial. A partir de lo mencionado, es indiscutible la trascendencia de tener un marco conceptual que guíe la práctica docente. Al orientar el desarrollo personal del estudiante se ejerce un acompañamiento educativo, por ende, se precisa entender el proceso de formación de la personalidad del estudiante, de forma especial, si aspiramos guiar su desarrollo humanístico, implícito en el enfoque de formación integral de los estudiantes.
Diversos investigadores (Mendoza et al., 2018; Ponce et al., 2018; Alonso et al., 2018) coinciden en la necesidad de contar con un modelo integral de tutoría universitaria, que favorezca el desarrollo integral del estudiantado. Asimismo, que genere sentido de pertenencia de toda la comunidad universitaria y que esté integrado al currículum, adecuado a los requerimientos puntuales de los estudiantes e impulsado a partir de una política institucional. La tutoría involucra niveles de intervención integral, como la tutoría del curso o de la asignatura, la tutoría de acompañamiento en el proceso formativo y la tutoría de asesoramiento personalizado.
La tutoría personalizada puede desarrollar un rol clave; sobre todo para los estudiantes desfavorecidos o con responsabilidades adicionales, por lo general, requieren una asistencia mayor para proseguir con sus estudios y culminarlos con éxito. Los requerimientos de orientación y tutoría de los estudiantes universitarios desde su propia óptica, pueden generar respuestas mejor vinculadas a sus intereses y peculiaridades (Álvarez, 2017; Hallam, 2020).
Un modelo integral de tutoría universitaria coadyuva y dinamiza el espacio de acción de los estudiantes, permitiéndoles expandir sus posibilidades académicas, restringiendo la posibilidad de un apartamiento o deserción universitaria. Con el transcurrir del tiempo, el estudiante se transforma en un agente activo en la vida universitaria, protagonizando actividades extracurriculares, reflexionando respecto a su estilo de aprendizaje, potenciando su desenvolvimiento personal, académico y profesional. Cada estudiante es un sujeto único, particular, distinto de sus pares, con sus propias convicciones, y requerimientos personales en procura de su desarrollo y con competencias propias innovadoras y creativas para afrontar situaciones problemáticas de diversa índole (Guerrero et al., 2019; Sesento, 2019).
El modelo integral de tutoría contribuye en la guía del desarrollo personal del estudiante en escenarios contextuales diversos. Sean cuales fueran estos, los tutores/as deben coadyuvar a la edificación de una autovaloración personal del estudiante que potencie el autodescubrimiento de sus capacidades y competencias personales. A partir de este basamento, guiarlo para que distinga una perspectiva de futuro personal que esculpa progresivamente su proyecto de vida, sin desconectarse de los requerimientos sociales en los que se desenvuelva.
La autovaloración del estudiante, y la visión de su futuro a partir de su propio desarrollo personal, trascienden a partir de la concreción paulatina de su propio proyecto de vida, es precisamente a partir de la relevancia del logro de su bienestar integral, que la felicidad, adopta una dimensión comprobable en el tiempo (Sesento, 2019; Lipovetsky, 2017).
La tutoría y los servicios universitarios
La estrecha conexión entre la tutoría y los servicios universitarios también contribuyen en la formación integral del estudiante, a partir del enfoque común de atención personalizada y de calidad. Una mejor comunicación entre la tutoría y los diversos servicios que brinda la universidad, puede atenuar la fragilidad identificada en cada estudiante y contribuir a alcanzar sus respectivos logros de aprendizaje. La satisfacción estudiantil es un componente sustancial que atender para perfeccionar los servicios institucionales.
Un permanente monitoreo de la alianza estratégica antes aludida, fortalece la comunicación y la planificación de los objetivos propuestos. Las características enunciadas generan transformaciones que involucran positivamente a los docentes-tutores, las mismas que son efectivas a partir del acompañamiento tutorial que se gestan en las instituciones educativas (Zambrano et al., 2019; Richardson, 2018; Jackson, 2017). Frente a lo señalado, la tutoría entre pares se constituye en una estrategia educativa. El contexto de tutoría mutua en línea entre pares tiene un efecto significativo en el desenvolvimiento de los estudiantes; tiene perspectivas promisorias en la educación superior.
La tutoría entre pares contribuye en la mejora del rendimiento académico estudiantil; al conformar grupos de discusión y practicar juntos, se genera la tutoría entre pares, brindando una alternativa eficaz para superar las dificultades y retos en la asignatura específica. Entre estudiantes que cursan una misma asignatura puede generarse una tutorización, también es factible brindarla entre estudiantes de ciclos dispares en procura de orientar a los discentes de los primeros niveles. Los estudiantes ejercitados y conocedores del ámbito universitario asisten y guían a quienes recién se insertan al mundo universitario (Zulkifli et al., 2018; Abdurrahman et al., 2020).
La tutoría en la formación del profesional reflexivo
La importancia de la práctica reflexiva de la tutoría implica que los participantes sean capaces de comparar y contrastar reflexiones a través de diálogos analíticos, que propicien debate. Para un profesional, la reflexión en la acción ocurre en sendas e indefinidas situaciones problemáticas, donde se improvisa y emerge la inventiva, apoyadas en estrategias propias de la experiencia profesional.
Al iniciarse la formación del “práctico” impera la confusión y el misterio, y sólo a través del diálogo reflexivo entre el estudiante y el docente-tutor, durante su proceso formativo, podrán ser dilucidadas; conjuntamente con los principios éticos que inspiran su formación profesional (Kaplar-Kodacsy, 2020). La tutoría propicia el pensamiento crítico en el estudiante, a partir de la reflexión se genera una acción, un cambio, una transformación. Para lograrlo, se basa en la naturaleza ontológica del humanismo, en los principios éticos que contribuyen a su formación moral, a su calidad y a su capacidad integral como guía y/o referente para la sociedad (Trim & Nishad, 2019; Fang et al., 2020).
Nuevos desafíos para la acción tutorial: hacia una tutoría transformadora
A continuación, se presentan las recientes miradas sobre la tutoría en la educación superior, las mismas que propician una tutoría transformadora. Para Fissori et al. (2019), la tutoría implementa los recursos requeridos para enfrentar las eventuales dificultades en cada fase del proceso formativo del estudiante; también brinda información y asesoramiento para interactuar mejor con cada asignatura, acondiciona las vías para la recuperación de lagunas de aprendizaje y ofrece asesoría para la confección de la tesis. Su objetivo principal es despejar los posibles obstáculos en procura de una asistencia eficaz a las materias, además de ejecutar iniciativas conectadas con las conductas y requerimientos personales de los estudiantes.
McIntosh et al. (2021), considera que, la tutoría es prioritaria frente a los constantes desafíos y oportunidades de la educación superior, pues contribuye a la mejora permanente de las culturas de aprendizaje, por ende, ameritan una ubicación estratégica en la estructura organizacional. En esa línea, Mhakure et al. (2019), afirman que los tutores en su rol de investigadores deben identificar qué enfoques educativos pueden promover para lograr que los estudiantes tengan una producción científica más prolífica.
La tutoría brinda apoyo al desenvolvimiento de competencias sociales y la enseñanza a los estudiantes respecto a cómo expresar sus propias opiniones, aceptar los argumentos del interlocutor y referirse a ellos. Para poder trabajar por su cuenta y establecer una conexión próxima con el tutor, los estudiantes deben estar motivados y encaminados en el autodesarrollo (Brdulak, 2018),
Actualmente, un gran desafío para la tutoría son los entornos virtuales los cuales constituyen un componente emergente que se ha fortalecido progresivamente a partir de la pandemia de la COVID 19. Para entender el rol del docente o tutor en el citado contexto, es clave comprender cómo funcionan las comunidades virtuales de aprendizaje y las particularidades de las relaciones socio-pedagógicas. Cuestiones como la forma en la que los docentes o tutores usan la tecnología para interactuar con los estudiantes, o la complejidad de las relaciones docente-estudiante, adoptan suma importancia, máxime cuando hablamos de individuos de diferentes culturas, con formaciones, conceptos e ideas diversas (Simonette et al., 2019; Carneiro et al., 2021).
En este sentido, es esencial la “conciencia de la experiencia de la enseñanza” por parte del docente o tutor, en particular, de lo que ocurre en las interacciones de enseñanza mediada por la tecnología. En un entorno virtual, la relación docente - alumno, plantea la promoción del compromiso con un proceso de enseñanza-aprendizaje colaborativo real, permitiendo el surgimiento de una comunidad de aprendizaje virtual productiva, en el que se comparten conocimientos y relaciones socio pedagógicas que requieren de la orientación permanente al estudiante para contribuir eficazmente a su desarrollo integral (Rodríguez, 2019; Simonette et al., 2019).
La tecnología debe valorarse solo como un canal de comunicación, lo que importa son las formas en que los docentes/tutores utilizan las tecnologías para interactuar con los alumnos. La relación como virtual, ya que el comportamiento humano está siempre presente. La vinculación entre las personas se genera por sentimientos, deseos, convicciones e intereses. La tutoría en entornos virtuales, exige novedosas formas de actuación del docente, asignándoles funciones y roles que los definen como tutor en el citado contexto.
Aunque las TIC marcan tendencia hacia el aprendizaje autónomo en entornos virtuales, su impacto en la formación de valores sociales debe ser evaluado a partir de la inclinación al aislamiento social del estudiante, aspecto a tener en cuenta como campo de estudio (Espinoza & Ricaldi, 2018).
4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
A la luz de los planteamientos presentados ha sido posible vislumbrar que la tutoría universitaria es sustancial y trascendental en procura de alcanzar la excelencia académica, la misma que se traduce en calidad, requiriendo para lograrlo, del involucramiento de toda la comunidad educativa a partir de un sentido de pertenencia que, contribuya activamente a los cambios y/o variaciones generadas por las exigencias y particularidades de la educación superior.
La revisión teórica realizada nos advierte de la trascendencia de la tutoría para afrontar las constantes transformaciones y desafíos que emanan de la educación superior. Su acción profundamente humanística se infiere desde las voces de diversos autores, los mismos que sintonizan con la naturaleza holística de la función tutorial.
Es pertinente destacar que no existe un absoluto como definición de la tutoría, es fundamental activar constantemente la memoria, y extraer de ella, que las acepciones acertadas autorizan su argumentación de sendas formas; en virtud de las cuales, la función docente-tutor se enriquece sustancialmente (Simonette et al.,2019; Espinoza & Ricaldi, 2018; León, 2018; Zambrano et al., 2019; Richardson, 2018; Jackson, 2017).
El nuevo desafío para la tutoría se enmarca en el entorno virtual, donde el docente tutor, promueve interacciones de enseñanza mediada con la tecnología. Asimismo, emerge una comunidad de aprendizaje virtual productiva, en el que se comparten conocimientos y relaciones socio pedagógicas que requieren de la orientación permanente al estudiante para contribuir eficazmente a su desarrollo integral (Rodríguez, 2019; Simonette et al.,2019).
Se plantea la necesidad de promover una tutoría transformadora, comprendida como un proceso basado en una relación de confianza que se hace tangible a partir del acompañamiento personal afectivo y efectivo del docente tutor universitario. El acompañamiento tutorial transformador plantea una relación personalizada de ayuda, que fomenta el desarrollo de la reflexión como ejercicio sustancial para el desarrollo integral del estudiante (León, 2018; Aguilera, 2017).
En virtud de lo anterior, se requiere configurar la labor del docente desde la acción de una tutoría transformadora de naturaleza formativa, orientadora e integral, de autoconocimiento y autovaloración personal del estudiante, del sentido de pertenencia que le permite reconocerse a sí mismo, potenciando su aprendizaje autónomo y el desenvolvimiento de sus competencias a nivel personal y profesional, todo lo cual plasma, finalmente, su proyecto de vida, el mismo que se efectiviza al ejercer su derecho a ser feliz (Trim & Nishad, 2019; Fang et al., 2020; Secanilla & Zárate, 2020; McIntosh et al., 2021)
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