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Los informes eran liderados por una comisión creada en el gobierno del presidente norteamericano,
actor de películas del oeste, denominada “Comisión nacional para la excelencia educativa”.
Hoy, pasados los años, nos percatamos que la función de esta comisión no era mejorar la educación
pública norteamericana sino, lincharla. Se estaba preparando el terreno para pasar a la privatización en
masas de la educación, para quitarle al estado su responsabilidad en este crucial servicio público y
dársela a actores privados. Primero se buscaba la intención de crear la alarma general, el miedo,
desacreditar al sistema público de la educación y luego imponer sus soluciones mágicas. Los informes
que se socializaban a través de la gran presa no podían ser más elocuentes de la “crisis de la educación”:
Como declara en su informe, A Nation in Risk, la Comisión Nacional sobre la Excelencia
en la Educación, la cuestión central es, ni más ni menos, que el futuro de «la prosperidad,
la seguridad y la civilidad norteamericana». El informe expresa la amenaza con estas
palabras: (Si una potencia extranjera hostil hubiera tratado de imponer en Norteamérica el
mediocre rendimiento educativo que existe hoy día, bien podríamos haberlo considerado
un acto de guerra. (FISHER & MANDELL, 1989, pág. 145)
El alma del informe no era la preocupación por educar uno u otro tipo de ser humano sino la aterradora
comprensión de que los EUA ya no portaban la grandeza que frente a naciones arrasadas por la primera
y la segunda guerra mundial tuvieron antaño. Les preocupaba el desarrollo ajeno; fue la envidia, el
egoísmo y el ansia por resaltar por encima de otros los verdaderos sentimientos y valores que se
respiraban en aquellos escandalosos informes que se escribían. No se pretendía un modelo educativo
para formar al hombre espiritual y comprometido con un mundo más justo y equitativo; sino, preparar
la masa de trabajadores para que aceptaran como una solución salomónica la avalancha neoliberal que
se gestaba. Se podía leer, por ejemplo:
Nuestra Nación está en peligro. Nuestra otrora incontestada preeminencia en el comercio,
la industria, la ciencia y la innovación tecnológica está siendo superada por competidores
de todo el mundo. (Gardner, 1983, pág. 6)
La Comisión Nacional para la Excelencia de la Educación creada en 1981 y cuyo informe se presentaba
en 1983 no buscaba la excelencia pensando en mejorar los valores humanos de las personas, sino que
el concepto excelencia que se cacareaba venía ya sesgado por la búsqueda de la supremacía de una