FENÓMENOS COMICIALES SECUNDARIOS A TRAUMA
CRÁNEO ENCEFÁLICO, REVISIÓN DE LOS MECANISMOS
MOLECULARES Y NUEVAS DIANAS TERAPÉUTICAS
COMIC PHENOMENA SECONDARY TO CRANIAL BRAIN TRAUMA, REVIEW
OF MOLECULAR MECHANISMS AND NEW THERAPEUTIC TARGETS
Diego Andres Valdes Cabello
Universidad del sinu-seccional Cartagena, Colombia
Lucero Andrea Garzón Mendoza
Universidad Autonoma de Bucaramanga, Colombia
Andrés Felipe Rubio Barbosa
Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Colombia
Manuel Fernando Cruz Acosta
Universidad Nacional de Colombia, Colombia
Valentina María Movilla Mogres
Universidad de la Sabana, Colombia
Luisa Fernanda Morales Guerra
Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia
Paola Andrea Torres Ortiz
Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia
Maritza Johanna Camacho Santamaria
Universidad de Santander UDES, Colombia
pág. 8385
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.13001
Fenómenos Comiciales Secundarios a Trauma Cráneo Encefálico, Revisión
de los Mecanismos Moleculares y Nuevas Dianas Terapéuticas
Diego Andres Valdes Cabello
1
dvaldescabello@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-9727-5877
Universidad del Sinu-seccional Cartagena
Colombia
Lucero Andrea Garzón Mendoza
lucerogame@gmail.com
https://orcid.org/0009-0009-8846-4558
Universidad Autonoma de Bucaramanga
Colombia
Andrés Felipe Rubio Barbosa
pipefeliperubio@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-5281-7070
Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud
Colombia
Manuel Fernando Cruz Acosta
mafcruzac@unal.edu.co
https://orcid.org/0009-0000-2749-4117
Universidad Nacional de Colombia
Colombia
Valentina María Movilla Mogres
movillavalentina@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-6283-0507
Universidad de la Sabana
Colombia
Luisa Fernanda Morales Guerra
Luisaamoralesguerra@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-9660-6340
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Colombia
Paola Andrea Torres Ortiz
andreto950@gmail.com
https://orcid.org/0009-0000-0804-1112
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Colombia
Maritza Johanna Camacho Santamaria
mcamacho26@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-6950-664X
Universidad de Santander UDES
Colombia
RESUMEN
La epilepsia postraumática (EPT) es una de las consecuencias de red a largo plazo más devastadoras de
la lesión cerebral traumática (LCT). Actualmente no existe un tratamiento aprobado que pueda prevenir
la aparición de convulsiones espontáneas asociadas con una lesión cerebral, y muchos casos de EPT son
refractarios a los medicamentos anticonvulsivos. La epileptogénesis postraumática es un proceso
duradero por el cual un cerebro normal exhibe excitabilidad hipersincrónica después de un incidente de
lesión en la cabeza. Comprender las redes neuronales y las patologías moleculares involucradas en la
epileptogénesis es clave para prevenir su desarrollo o modificar la progresión de la enfermedad. En este
artículo, describimos una evaluación crítica del estado actual de la investigación de la EPT con énfasis
en modelos experimentales, mecanismos moleculares de la epileptogénesis postraumática,
biomarcadores potenciales, y la carga de comorbilidades asociadas al EPT. El objetivo de la
investigación de la epilepsia es identificar nuevas estrategias terapéuticas que puedan prevenir el
desarrollo de EPT o interrumpir el proceso epileptógeno y aliviar las comorbilidades neuropsiquiátricas
asociadas. Por lo tanto, también describimos los datos preclínicos y clínicos actuales sobre el tratamiento
de las secuelas del EPT. Las diferencias en los patrones de lesión, el período de latencia y los
biomarcadores se describen en el contexto de la validación del modelo animal, la fisiopatología, la
frecuencia de las convulsiones y el comportamiento. Mejorar la recuperación de LCT y prevenir la
aparición de convulsiones son tareas complejas y desafiantes; sin embargo, se ha avanzado mucho en
esta década demostrando estrategias modificadoras de la enfermedad, antiinflamatorias y
neuroprotectoras, lo que sugiere que este objetivo es pragmático. Nuestra comprensión de PTE está en
constante evolución.
Palabras clave: trauma craneal, epilepsia, epidemiologia
1
Autor principal
Correspondencia: dvaldescabello@gmail.com
pág. 8386
Comic Phenomena Secondary to Cranial Brain Trauma, Review of
Molecular Mechanisms and New Therapeutic Targets
ABSTRACT
Post-traumatic epilepsy (PTE) is one of the most devastating long-term, network consequences of
traumatic brain injury (TBI). There is currently no approved treatment that can prevent onset of
spontaneous seizures associated with brain injury, and many cases of PTE are refractory to antiseizure
medications. Post-traumatic epileptogenesis is an enduring process by which a normal brain exhibits
hypersynchronous excitability after a head injury incident. Understanding the neural networks and
molecular pathologies involved in epileptogenesis are key to preventing its development or modifying
disease progression. In this article, we describe a critical appraisal of the current state of PTE research
with an emphasis on experimental models, molecular mechanisms of post-traumatic epileptogenesis,
potential biomarkers, and the burden of PTE-associated comorbidities. The goal of epilepsy research is
to identify new therapeutic strategies that can prevent PTE development or interrupt the epileptogenic
process and relieve associated neuropsychiatric comorbidities. Therefore, we also describe current
preclinical and clinical data on the treatment of PTE sequelae. Differences in injury patterns, latency
period, and biomarkers are outlined in the context of animal model validation, pathophysiology, seizure
frequency, and behavior. Improving TBI recovery and preventing seizure onset are complex and
challenging tasks; however, much progress has been made within this decade demonstrating disease
modifying, anti-inflammatory, and neuroprotective strategies, suggesting this goal is pragmatic. Our
understanding of PTE is continuously evolving, and improved preclinical models allow for accelerated
testing of critically needed novel therapeutic interventions in military and civilian persons at high risk
for PTE and its devastating comorbidities.
Keywords: cranial trauma, epilepsy, epidemiology
Artículo recibido 01 julio 2024
Aceptado para publicación: 10 agosto 2024
pág. 8387
INTRODUCCIÓN
Daño Cerebral y Epilepsia Postraumática
La lesión cerebral traumática (LCT, por sus siglas) sigue siendo una fuente importante de muerte y
discapacidad permanente, lo que contribuye a casi un tercio de todas las muertes relacionadas con
lesiones en los Estados Unidos y exige un alto costo personal y económico. LCT se define como una
interrupción en la función normal del cerebro que puede ser causada por un golpe, un golpe o una
sacudida en la cabeza, o una lesión penetrante en la cabeza. Las causas comunes de LCT incluyen
lesiones relacionadas con deportes, caídas, accidentes automovilísticos e incidentes militares. Alrededor
de 2,87 millones de estadounidenses experimentan una LCT cada año, con más de 56 000 muertes y 280
000 personas que requieren hospitalización ( Taylor et al., 2017). El número de visitas al departamento
de emergencias relacionadas con LCT aumentó más del 50 % entre 2007 y 2013; este aumento se
atribuye a una población en constante envejecimiento y a un mayor número de LCT relacionadas con
caídas ( DeGrauw et al., 2018 ).
La extensión del daño varía ampliamente según la edad, el sexo y la gravedad de la lesión ( Christian et
al., 2020 ). La carga física de un individuo se extiende más allá del daño inicial, ya que la LCT suele ir
acompañada de una serie de consecuencias secundarias para la salud que afectan negativamente la vida
diaria. Estas complicaciones incluyen dolor de cabeza, deterioro de la visión, tinnitus, dificultad para
concentrarse, desequilibrio, pérdida de la coordinación mano-ojo, deterioro cognitivo y trastornos
afectivos ( Malec et al., 2019 ). El impacto de la LCT en los familiares cercanos y los cuidadores también
es extraordinario, y va desde el estrés físico y el estrés emocional de vivir con una persona cuyas
habilidades, comportamiento y personalidad han sido alterados, hasta las demandas adicionales de los
cuidadores para el control continuo y la asistencia con las tareas diarias. tareas (Malec et al., 2017 ).
Además, la carga de LCT puede recaer de manera desigual en los hogares de bajos ingresos ( Tropeano
et al., 2019 ), lo que arroja luz sobre la inequidad del acceso a la atención médica crítica tanto en los
Estados Unidos como en el extranjero. Además, la LCT pone a los pacientes en mayor riesgo de
trastornos del sueño y convulsiones postraumáticas ( Gilbert et al., 2015 ). Según algunas estimaciones,
las convulsiones ocurren en una de cada 10 personas hospitalizadas con LCT moderada o grave.
pág. 8388
Los factores de riesgo identificados para las convulsiones postraumáticas incluyen pérdida de
conciencia, hemorragia intracraneal, alcoholismo crónico, fracturas de cráneo deprimidas y contusiones
cerebrales ( Englander et al., 2003).). A pesar de los mayores recursos que se han generado para mejorar
nuestra comprensión de LCT y sus comorbilidades, el desarrollo de nuevos enfoques de diagnóstico ha
sido decepcionantemente lento.
La epilepsia postraumática (EPT) se caracteriza por convulsiones recurrentes espontáneas (SRS) que
ocurren como resultado de una LCT. Las convulsiones se han clasificado temporalmente en
convulsiones inmediatas (dentro de las 24 h), tempranas (1 a 7 días después de la lesión) y convulsiones
tardías (>7 días después de la lesión) (Christensen, 2015). Las convulsiones inmediatas y tempranas no
se consideran "epilépticas" y se cree que son provocadas por la lesión en sí, en lugar de surgir de una
multitud de cambios celulares y moleculares. Por lo tanto, el EPT representa un trastorno de red
complejo y crónico después de un traumatismo craneoencefálico, que induce epileptogenicidad en el
cerebro.
El riesgo acumulativo de desarrollar EPT oscila entre el 2 % y el 50 % según la ubicación y la gravedad
de la lesión ( Annegers et al., 1998 ; Chen et al., 2009 ; DVBIC, 2019 ; Tubi et al., 2019 ). Está bien
establecido que la incidencia de EPT aumenta con la gravedad de la LCT inicial; sin embargo, el
mecanismo por el cual se desarrollan estas convulsiones aún no está claro. Se han identificado muchos
mecanismos a través de estudios de estado epiléptico y epilepsia del lóbulo temporal (Pitkanen et al.,
2015; Clossen y Reddy, 2017).; Reddy et al., 2021). Una vez que un paciente con LCT experimenta una
sola convulsión tardía, su probabilidad de experimentar un evento subsiguiente aumenta en un 80 %, y
la recurrencia de la convulsión es más probable dentro de los 2 años posteriores a la primera convulsión
tardía espontánea (Haltiner et al., 1997; Englander et al . , 2015 ). Las convulsiones agudas o inmediatas
después de una LCT se tratan con medicamentos anticonvulsivos sintomáticos (ASM), pero estos
fármacos son ineficaces para prevenir la aparición de convulsiones epilépticas o a largo plazo ( Marion,
1999 ). Aunque hay más de 20 ASM en uso clínico, aproximadamente el 30% de los pacientes con
epilepsia aún experimentan ataques epilépticos refractarios a los medicamentos (Kobau et al., 2008;
Reddy, 2020 ).
pág. 8389
La prevención de la epilepsia y su progresión es uno de los principales puntos de referencia de
investigación del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de los
Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. Los estudios experimentales han demostrado una gran
comprensión de la neuropatología y las comorbilidades asociadas con la EPT, incluidas las
convulsiones, los cambios psicológicos y la disfunción motora. Sin embargo, falta traducción clínica de
las estrategias terapéuticas o no ha tenido éxito en la prevención de las convulsiones postraumáticas (
Temkin, 2009).). Por lo tanto, nuestros modelos animales actuales deben refinarse aún más para
descubrir nuevos biomarcadores para PTE y capturar mejor los mecanismos involucrados en la
epileptogénesis en relación con la condición humana. Este artículo describe el estado actual de los
modelos animales utilizados en estudios experimentales de EPT, examina brevemente los mecanismos
y biomarcadores de la epileptogénesis postraumática y luego analiza el progreso actual en la terapia
profiláctica y preventiva de la EPT. Las diferencias críticas en los patrones de lesiones, el período de
latencia variable y los biomarcadores se describen en el contexto de la validación del modelo y la
correlación de la fisiopatología, la frecuencia de las convulsiones y el comportamiento. También cubre
ensayos preclínicos y clínicos de nuevos tratamientos candidatos para PTE sequalae y comorbilidades
asociadas.
Cuatro modelos de LCT que se han adaptado para inducir la EPT incluyen los modelos de lesión por
percusión de fluidos, impacto cortical controlado, aceleración de impacto y lesión por explosión. Un
estudio reciente confirmó la excitabilidad neuronal y la actividad convulsiva después de un modelo de
explosión repetitiva de LCT (Bugay et al., 2020). También se han utilizado modelos adicionales, como
el socavado cortical y la lesión por penetración, para modelar el EPT. Sin embargo, estos modelos se
usan menos y, por lo tanto, hay menos datos disponibles sobre las propiedades de traducción.Tabla
2compara las ventajas y desventajas de varios modelos animales de PTE.
pág. 8390
Tabla 1. Ventajas y desventajas de los modelos animales de PTE
Modelo
Ventajas
Desventajas
ICC
Produce una histopatología similar a la condición
humana, que incluye conmoción cerebral, hematoma
subdural agudo, pérdida de tejido cortical, lesión axonal,
inflamación, pérdida de materia gris y disfunción de la
barrera hematoencefálica.
Variada incidencia de epilepsia
entre grupos de investigación y
cohortes
Aumento de la susceptibilidad a las convulsiones a los
convulsivos químicos.
Curso de tiempo prolongado
para el desarrollo de SRS y
algunas comorbilidades
Disminución del umbral de convulsiones a la
estimulación eléctrica.
Variación mecánica
Demuestra déficits sensoriales-funcionales y cognitivos
persistentes
Requiere un dispositivo técnico
complejo para producir
lesiones.
Produce actividad EEG epileptiforme, incluidas
descargas, oscilaciones de alta frecuencia y convulsiones
en algunos animales.
Altamente estudiado y reproducible
Puede producir diversos grados de severidad.
Se ha utilizado en modelos de roedores (ratones/ratas),
cerdos, caninos y primates
FPI
Produce histopatología similar a la condición humana,
incluyendo lesión difusa o focal, contusión, edema,
pérdida progresiva de materia gris, inflamación y
disfunción de la barrera hematoencefálica.
Variada incidencia de epilepsia
entre grupos de investigación y
cohortes
Aumento de la susceptibilidad a las convulsiones a los
convulsivos químicos.
Curso de tiempo prolongado
para el desarrollo de SRS y
algunas comorbilidades
Disminución del umbral de convulsiones a la
estimulación eléctrica.
Carece de alguna traducción a la
validez terapéutica
Demuestra déficits sensoriales-funcionales y cognitivos
persistentes
Requiere un dispositivo técnico
complejo para producir
lesiones.
Produce actividad EEG epileptiforme, incluidas
descargas, oscilaciones de alta frecuencia y convulsiones
en algunos animales.
La variación en la lesión puede
ocurrir porque la onda de
presión es muy sensible a los
factores operativos.
Altamente estudiado y reproducible
Puede producir diversos grados de severidad.
Socavado
cortical
Procedimiento quirúrgico sencillo que produce
hiperexcitabilidad
No muy estudiado
Protocolo económico y relativamente simple.
Incapacidad para producir
convulsiones recurrentes
espontáneas de manera
consistente
Modelo de
impacto-
aceleración/caída
de peso
Protocolo económico y relativamente simple.
No muy estudiado
Puede producir diversos grados de severidad.
Dificultad con reproducibilidad
confiable
Lesión focal con lesión axonal y hemorragia
Incapacidad para producir
convulsiones recurrentes
espontáneas de manera
consistente
Modelo de lesión
por explosión
Produce una histopatología similar a la condición
humana, que incluye lesión difusa o focal, hemorragia
intracraneal, inflamación y disfunción de la barrera
hematoencefálica.
No muy estudiado
Mecanismo de lesión similar al LCT militar
Incapacidad para producir
convulsiones recurrentes
pág. 8391
espontáneas de manera
consistente
Modelo de lesión
cerebral similar a
una bala
penetrante
Mecanismo de lesión cercano a proyectil humano o
lesión por herida de bala
No muy estudiado
Protocolo económico y relativamente simple.
Necesita estandarización
modelo canino
Realizado en una especie que naturalmente desarrolla
trastornos de epilepsia.
No muy estudiado
Necesita estandarización
Modelos de
animales grandes
(cerdo, etc.)
La especie es un estado intermedio entre roedores y
primates.
No muy estudiado
Necesita estandarización
Requiere recursos y tiempo
adicionales para cirugías y
atención.
A. Modelo de lesión por percusión de fluidos
La lesión por percusión de fluidos (FPI) es quizás el modelo de PTE más utilizado y estudiado, en gran
parte debido a su capacidad para modificar fácilmente la gravedad de la lesión, el lugar del impacto y
las especies utilizadas. FPI se puede aplicar centralmente sobre la sutura sagital entre bregma y lambda
(línea media FPI) o lateralmente sobre la corteza parietal (FPI lateral) y se ha adaptado para modelos de
ratón, rata, conejo, gato y cerdo. La FPI produce una lesión por pulso de líquido directamente sobre la
superficie de la duramadre después de una craniectomía. El dispositivo de percusión de fluido consiste
en un péndulo ajustable que golpea el extremo del pistón de un cilindro lleno de fluido, generando un
pulso de fluido que se transmite a lo largo del eje horizontal del cilindro hacia el cerebro.
El modelo fue inicialmente descrito por McIntosh et al. (1989) en ratas con una craniectomía de 4,8 mm
a media distancia entre bregma y lambda y centrada entre la sutura sagital y la cresta lateral. Se coloca
un capuchón para lesiones sobre la craneectomía y se asegura con cemento o pegamento dental para
garantizar que el bolo de líquido permanezca dentro de la cavidad craneal. La lesión se produce por un
pulso de presión que dura 20 milisegundos, y la gravedad de la lesión puede modificarse según la
ubicación y la magnitud de la presión utilizada (baja de 1,5 atm a alta de 3,5 atm en ratas). Los FPI
parasagital y lateral son modelos comunes para estudiar el EPT. Después de la FPI, los electrodos se
pueden implantar inmediatamente o después de un breve período de recuperación.
El modelo FPI puede reproducir la neuropatología asociada con lesiones difusas o focales, así como con
otros aspectos de la LCT humana, como hipertensión aguda, bradicardia, aumento de los niveles de
glucosa en plasma, hemorragias, inflamación y déficits cognitivos (Eakin et al., 2015 ) . El daño de FPI
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es más grave en la corteza ipsilateral, el hipocampo y el tálamo, aunque también se han detectado
lesiones leves y pérdida de células contralateralmente. Además, muchos laboratorios han demostrado el
desarrollo de epileptogénesis, incluida una reducción en el umbral de convulsiones, presencia de
descargas epileptiformes y subgrupos con SRS ( Kharatishvili et al., 2006 ; Mukherjee et al., 2013 ;
D'Ambrosio et al., 2004). ).
La incidencia de convulsiones después de FPI ha sido inconsistente, con rangos de 0% a una
probabilidad acumulada de 100% de epilepsia. Una limitación importante en muchos de los informes
anteriores es la falta de registro continuo de EEG a largo plazo. Las épocas aleatorias o intermitentes de
registro no permiten a los investigadores determinar la latencia hasta el inicio de las convulsiones y, en
muchos casos, la ocurrencia de convulsiones se subestimará o se sobreinformará debido a la falta de
datos. En uno de los informes más citados de convulsiones inducidas por FPI, Kharatishvili et al.
(2006)encontró que aproximadamente el 50% de las ratas desarrollaron EPT durante un período de 12
meses cuando se monitorearon con video-EEG las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Las
convulsiones se describieron como parciales o secundariamente generalizadas con una duración de entre
67 y 59 segundos; sin embargo, la frecuencia de las convulsiones fue bastante baja, con un promedio de
0,3 ± 0,2 convulsiones/d/animal. Se observó pérdida neuronal dentro del hipocampo ipsilateral, y se
evidenció un brote aberrante de fibras musgosas dentro del giro dentado. Ahora se han recopilado datos
similares de varios laboratorios ( Zhang et al., 2008 ; Andrade et al., 2017 ; Mukherjee et al., 2013 ;
Shultz et al., 2013; Carver et al., 2021 ).
B. Modelo de impacto cortical controlado
El impacto cortical controlado (CCI) también ha sido ampliamente caracterizado desde su primera
descripción por Lighthall en 1988 (Lighthall, 1988 ). Originalmente como un modelo de LCT, CCI ha
sido adaptado para estudiar PTE con la adición de electrodos de registro de EEG y mediciones de
cambios electrofisiológicos. Hasta la fecha, las técnicas de CCI se han replicado en ratones, ratas, cerdos,
monos y hurones ( Xiong et al., 2013).). Este método requiere anestesia general del sujeto, así como una
craneectomía, similar al modelo FPI. Se utiliza un impactador controlado por computadora para lanzar
un golpe unilateral a la duramadre intacta directamente a una velocidad y profundidad especificadas por
el investigador. Este modelo se puede personalizar aún más eligiendo el diámetro de la punta de impacto
pág. 8393
y si la punta es roma o redondeada. Debido a los niveles de precisión involucrados, CCI puede simular
una lesión focal o una degeneración generalizada y puede eliminar una posible fuente de error con
respecto a la posición y la profundidad del lugar del impacto. Los estudios de CCI han imitado el
hematoma subdural agudo, la lesión axonal, la pérdida de células y tejidos, la interrupción de la barrera
hematoencefálica y la inflamación ( Osier y Dixon, 2016).). Además, muchos estudios han descrito
cambios psicológicos, funcionales y cognitivos asociados con LCT ( Kochanek et al., 2002 ; Watanabe
et al., 2013; Yen et al., 2018 ).
Con el tiempo, los cambios a largo plazo en la organización de los circuitos neuronales debido a un
traumatismo pueden conducir a una pérdida celular significativa, así como a un desequilibrio de la
neurotransmisión inhibidora y excitatoria. Las convulsiones después de CCI y FPI se han descrito en
términos similares, tanto conductuales como electrográficos; sin embargo, las convulsiones espontáneas
inducidas por CCI parecen tener un inicio más rápido en comparación con FPI lateral en ratas (
Kharatishvili et al., 2006 ). Estudios previos han sugerido que la afectación límbica puede no aparecer
hasta varios meses después de la FPI, lo que da como resultado una latencia más prolongada entre la
lesión inicial y la aparición de la convulsión ( D'Ambrosio et al., 2004 ; 2005 ). Este cronograma más
corto, pero clínicamente relevante, permite una mayor flexibilidad en las pruebas farmacológicas.
Se ha reproducido con éxito un espectro completo de actividad interictal que incluye convulsiones
tempranas (dentro de la primera semana después de la lesión) o tardías (después de la primera semana
después de la lesión), picos aislados, descargas epileptiformes, descargas pico-onda de ausencia y
oscilaciones de alta frecuencia (HFO, por sus siglas en inglés) después de una lesión moderada. y CCI
grave ( Hunt et al., 2009 ; 2010 ; Statler et al., 2009 ; Golub y Reddy, 2022 ; Konduru et al., 2021 ). Los
ratones simulados no muestran evidencia de actividad convulsiva, pero se han observado oscilaciones
de alta frecuencia, carreras de picos interictales o descargas de picos y ondas "ausentes" tanto en ratones
lesionados como simulados (Konduru et al., 2021) .). Sin embargo, este estudio también señaló que los
roedores con lesiones simuladas no siempre son controles apropiados para los estudios de EEG, ya que
los roedores simulados a veces han demostrado picos interictales o actividad de descarga. Las imágenes
de tomografía computarizada (TC) revelaron lesiones leves en comparación con los ratones sin
craneectomía, lo que podría haber contribuido a la actividad anormal.
pág. 8394
Al igual que en los estudios de FPI, la incidencia de convulsiones después de la CCI depende en gran
medida de la gravedad del impacto, que oscila entre el 10 % y el 85 % de los ratones que muestran un
aumento de la descarga epiléptica y convulsiones en las semanas posteriores a la CCI (Hunt et al., 2010;
Bolkvadze y Pitkänen , 2012 ; Golub y Reddy, 2022 ). Además, los estudios de CCI han demostrado
una hiperexcitabilidad progresiva en los circuitos neocorticales dentro de las dos primeras semanas
posteriores a la LCT ( Yang et al., 2010 ). Estos cambios en la electroencefalografía suelen ir
acompañados de brotes de fibras musgosas, lesiones en el hipocampo y cambios en la neurogénesis,
todos los cuales se definen como características de la epilepsia del lóbulo temporal ( Hall et al., 2008 ;
Hånell et al., 2010).). Al igual que los estudios FPI, las lesiones CCI brindan consistencia,
reproducibilidad y una validez de construcción aceptada en general. Este modelo también tiene el
beneficio adicional de alterar fácilmente la gravedad de la lesión, cambiando así el curso de la
epileptogénesis y la patología del hipocampo.
C. Modelo de caída de peso o impacto-aceleración
El modelo de aceleración de impacto, también conocido como modelo de caída de peso , simula una
lesión difusa en el cerebro y fue descrito por primera vez por Mararmou y colegas (Mararmou et al.,
1994). Después de la anestesia general, las ratas o los ratones se colocan debajo del dispositivo de caída
de peso en un bloque o plataforma de espuma destinada a proporcionar una colocación uniforme de la
cabeza y el cuerpo del animal en relación con el aparato. La fractura de cráneo se puede prevenir
asegurando una pequeña superficie de impacto en el lugar donde se aplicará la fuerza, usando cemento
u otro adhesivo. El modelo de aceleración de impacto puede producir lesiones graduadas, según el peso
y la altura a la que se deja caer el peso. Este modelo también se puede utilizar como una forma de LCT
repetitiva, produciendo una cantidad de lesiones acumulativas, pero menores (Bailes et al., 2014).
La clara ventaja de este modelo es la simplicidad para inducir trauma. El propio aparato de caída de
peso se puede construir utilizando suministros económicos y no requiere una craneotomía dentro de una
plataforma estereotáxica, lo que permite un bajo costo y una alta eficiencia de rendimiento. Aunque este
modelo conduce a muchas secuelas conocidas de LCT humana, una desventaja crítica es que la caída de
peso solo produce PTE a intensidades extremas, en las que la mayoría de los animales no sobreviven.
Además, para identificar y analizar anomalías en la actividad del EEG, como convulsiones
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postraumáticas, normalmente se implanta un electrodo en varios sitios focales, por lo que todavía se
requiere el acceso a un aparato estereotáxico. Aunque este modelo rara vez se usa para identificar la
actividad de las convulsiones, se ha adaptado recientemente para identificar cambios sutiles en el umbral
de las convulsiones a los compuestos químicos convulsivos.Ben Shimon et al., 2020 ).
D. Modelo de lesión por onda expansiva
Las lesiones relacionadas con explosiones son un resultado frecuente de la exposición militar a la
detonación de explosivos. Una hipótesis principal sobre el mecanismo por el cual una explosión provoca
una LCT es a través de la transmisión de ondas de choque a través del tejido objetivo, lo que provoca
una rápida aceleración y deformación del cerebro ( Magnuson et al., 2012 ). Estas ondas expansivas
oscilantes a veces se denominan "efecto bobblehead" ( Rosenfeld et al., 2013 ). La transmisión indirecta
de energía cinética del choque por explosión puede viajar a través de la vasculatura, lo que desempeña
un papel importante en la LCT. Se han desarrollado varios modelos de explosión LCT, aunque la
explosión de campo abierto, los tubos de explosión y los tubos de choque son los más utilizados ( Kovacs
et al., 2014 ).
La explosión en campo abierto ocurre cuando se produce una detonación explosiva dentro de un área
abierta al aire libre, ya sea por suspensión aérea o colocación en el suelo. Esta es una de las
representaciones más precisas de la condición de lesión humana por explosión, ya que los sujetos se
ubican a una distancia de separación de la explosión. Sin embargo, dado que los escombros y las nubes
de la explosión primaria pueden contribuir a la lesión, los tubos de explosión proporcionan otro método
de lesión por onda expansiva en el que una explosión inicia una onda de choque y un viento explosivo
combinados. En este caso, los animales se colocan al final de un tubo de explosión presurizado y la
explosión frontal se produce en el extremo opuesto del tubo. El torso y el abdomen del ratón están
protegidos de la exposición para evitar lesiones confusas de los pulmones, el corazón y el tracto
gastrointestinal. Este método permite someter al roedor a una explosión “limpia” sin que los frentes de
choque se reflejen en el suelo u otras superficies. Otra ventaja de los tubos de explosión frente a las
explosiones de campo abierto es que se puede lograr una intensidad de explosión equivalente con una
carga explosiva mucho más pequeña. Por último, los tubos de choque utilizan gases comprimidos, como
el helio, en lugar de explosivos para provocar lesiones. Los tubos de choque son generalmente más
pág. 8396
seguros tanto para el sujeto como para el investigador, son más rentables y se pueden realizar en
interiores, por lo que no se ven afectados por las condiciones climáticas. Sin embargo, la física de los
tubos de choque difiere de la de las ondas de choque explosivas, que pueden no ser comparables a la
condición humana. Otra ventaja de los tubos de explosión frente a las explosiones de campo abierto es
que se puede lograr una intensidad de explosión equivalente con una carga explosiva mucho más
pequeña. Por último, los tubos de choque utilizan gases comprimidos, como el helio, en lugar de
explosivos para provocar lesiones. Los tubos de choque son generalmente más seguros tanto para el
sujeto como para el investigador, son más rentables y se pueden realizar en interiores, por lo que no se
ven afectados por las condiciones climáticas. Sin embargo, la física de los tubos de choque difiere de la
de las ondas de choque explosivas, que pueden no ser comparables a la condición humana. Otra ventaja
de los tubos de explosión frente a las explosiones de campo abierto es que se puede lograr una intensidad
de explosión equivalente con una carga explosiva mucho más pequeña. Por último, los tubos de choque
utilizan gases comprimidos, como el helio, en lugar de explosivos para provocar lesiones. Los tubos de
choque son generalmente más seguros tanto para el sujeto como para el investigador, son más rentables
y se pueden realizar en interiores, por lo que no se ven afectados por las condiciones climáticas. Sin
embargo, la física de los tubos de choque difiere de la de las ondas de choque explosivas, que pueden
no ser comparables a la condición humana. y se puede realizar en interiores, por lo que no se ve afectado
por las condiciones climáticas. Sin embargo, la física de los tubos de choque difiere de la de las ondas
de choque explosivas, que pueden no ser comparables a la condición humana. y se puede realizar en
interiores, por lo que no se ve afectado por las condiciones climáticas. Sin embargo, la física de los tubos
de choque difiere de la de las ondas de choque explosivas, que pueden no ser comparables a la condición
humana.
Las lesiones por onda expansiva recrean varios procesos fisiopatológicos que probablemente juegan un
papel en el desarrollo de la EPT, incluidas las hemorragias intracraneales, el vasoespasmo, el daño y la
degeneración neuronal, la lesión axonal focal o difusa y las reacciones inflamatorias (Nakagawa et al.,
2011) .). Aunque los modelos de explosión han revelado cambios neurofuncionales, solo un estudio ha
informado convulsiones postraumáticas y reducción del umbral convulsivo. Bugay et al. (2020)
observaron una incidencia del 46 % de convulsiones espontáneas en ratones en un estudio a largo plazo
pág. 8397
después de hasta tres días consecutivos de lesiones por explosión repetitivas. La mayoría de las
convulsiones fueron electrográficas, con poco o ningún componente conductual observado. También
informaron una latencia acortada a picos e hiperpolarización del umbral del potencial de acción en el
registro de pinzamiento de parche del hipocampo. Estos resultados produjeron una respuesta graduada
al número de ráfagas que recibió cada ratón (es decir, una, dos o tres ráfagas consecutivas). Aunque este
es el primer estudio que investiga los efectos de LCT en la excitabilidad neuronal,
E. Modelo de lesión cerebral penetrante de tipo balístico
La lesión cerebral penetrante de tipo balístico (PBBI, por sus siglas en inglés) fue diseñada para modelar
dos aspectos de las heridas de bala de alta energía en la cabeza: una gran cavidad temporal producida
por la disipación de energía y un trayecto de lesión permanente creado por la trayectoria de la bala
(Williams et al . ., 2005). El PBBI en se genera al insertar una sonda personalizada en el cerebro en
la ubicación deseada, creando el tracto de lesión permanente, seguido por el inflado repentino de un
globo adjunto para imitar la cavidad temporal. Primero se coloca al roedor en un dispositivo
estereotáxico bajo anestesia, se hace una incisión en el cuero cabelludo a lo largo de la línea media y se
crea una pequeña ventana craneal para permitir la inserción de la sonda PBBI. La sonda se puede
construir a partir de un tubo delgado de acero inoxidable de calibre 20 con perforaciones fijas en el
espacio en un extremo. Las perforaciones están selladas con un tubo elástico hermético, que forma un
globo inflable cuando se envía un pulso de aire a través del tubo de acero. Luego se retrae la sonda y se
sella la craneectomía con cera estéril para huesos o cemento dental. Los electrodos de profundidad o de
tornillo también se pueden colocar antes o después de la PBBI para obtener un registro de EEG. Dado
que la relación entre la velocidad de impacto de la bala y el diámetro de la cavidad es lineal, los
parámetros de este modelo pueden modificarse para generar diversos tipos o gravedades de lesiones.
Sin embargo, este modelo de LCT imita una forma específica y grave de lesión que generalmente se
observa solo en poblaciones militares.
Una de las consecuencias más notables de PBBI es la hemorragia intracerebral, que es más común a lo
largo de la ruta de entrada de la sonda. Además, PBBI recrea patologías que se encuentran en la
condición humana de las lesiones por proyectiles, como zonas extensas de neurodegeneración radiante,
inflamación, deficiencias neurológicas, edema y convulsiones postraumáticas (Wei et al., 2010 ) .
pág. 8398
F. Modelo de socavado cortical
El modelo de socavación cortical de PTE se desarrolló para imitar las lesiones corticales penetrantes y
se ha utilizado en estudios tanto in vivo como ex vivo. El socavado cortical se ha realizado en ratas,
ratones y gatos de distintas edades ( Graber y Prince, 1999 ; 2006 ; Chauvette et al., 2016).).
Normalmente, las ratas se anestesian y se colocan en un marco estereotáxico antes de la exposición
unilateral del área de interés, normalmente la corteza sensoriomotora. La duramadre y el suministro de
sangre deben dejarse intactos después de la craneotomía. Un bisturí hecho a medida o una aguja de
calibre fino, doblada en un ángulo de 90° a 2 mm de la punta, se baja hasta la sustancia blanca por debajo
de la capa cortical VI y se gira 180°, se eleva y luego se gira de nuevo a su posición original antes de
retirarla para cortarla transversalmente. la sustancia blanca subyacente. Se debe prestar atención para
evitar cualquier daño a los principales suministros de sangre. Cuando se necesita un socavado más
completo, se puede realizar un segundo corte transcortical con la aguja sin rotación ( Graber y Prince,
1999 ; 2006) .). Después de un período de maduración, los animales se sacrifican y se obtienen cortes
coronales para registros electrofisiológicos e histología.
Al prepararse para un estudio de EEG in vivo, se pueden colocar electrodos de profundidad en la corteza
circundante o contralateral, el hipocampo u otras regiones de interés. La colocación en matriz de
electrodos es común en especies más grandes, como los gatos ( Nita et al., 2006 ; Timofeev et al., 2013
). Experimentos previos demuestran una reacción inmediata a la desaferenciación cortical parcial, lo que
resulta en una reducción significativa de las amplitudes del potencial de campo local en las regiones por
encima de la materia blanca seccionada. Además, el 70% de los animales experimentaron un cambio en
la actividad oscilatoria lenta a descargas paroxísticas ( Topolnik et al., 2003a ; 2003b). El inicio de las
convulsiones en este modelo evoluciona a partir de una oscilación lenta y se caracteriza por el
acortamiento de los períodos de silencio y el aumento de la amplitud de la despolarización durante los
períodos activos. Dentro de un mes después de la socavación cortical, la actividad paroxística
electrográfica se propaga a las regiones distales a la sección inicial y puede detectarse a partir de los
electrodos correspondientes. En ratones, las convulsiones generalizadas se pueden detectar desde el
electrodo principal, ubicado justo proximal a la socavación, dentro de horas o días después de la lesión
( Chauvette et al., 2016 ).
pág. 8399
Modelo de lesión cerebral traumática repetitiva y conmoción cerebral
La mayoría de los LCT son de gravedad leve y, a menudo, no se notifican y, por lo tanto, no se tratan.
Las lesiones por impacto de cabeza cerrada son una causa común de conmoción cerebral y LCT. Las
consecuencias de la lesión cerebral traumática repetitiva (rLCT, por sus siglas en inglés) y las
conmociones cerebrales han ganado cada vez más atención con informes emergentes de alteraciones del
estado de ánimo, el comportamiento y la función neurológica. Las conmociones cerebrales son
extremadamente comunes en las lesiones relacionadas con los deportes, especialmente en los deportes
de contacto y colisión, como el boxeo o el fútbol americano, lo que pone a los atletas en mayor riesgo
de sufrir lesiones neurológicas, como la encefalopatía traumática crónica y la EPT (Mez et al., 2017 ) .
El modelo rLCT imita los cambios celulares y moleculares inducidos por una LCT difusa, lo que
representa LCT leves con conmoción cerebral. Shandra y Robel (2020) publicaron recientemente un
protocolo detallado para reproducir rLCT usando un modelo de caída de peso modificado en ratones.
Brevemente, un ratón anestesiado se coloca en una cámara de inducción con la cabeza colocada debajo
del tubo de caída de peso sobre una almohadilla de espuma. El pasador del tubo de caída de pesas se
suelta de modo que se deja caer una pesa de 100 g desde una altura de 50 cm directamente sobre el cuero
cabelludo. Se inducen un total de 2 a 4 caídas de peso, con un período de recuperación de 45 minutos
en el medio. Los implantes de electrodos de EEG se pueden colocar mediante cirugía estereotáxica el
mismo día o al día siguiente.
El modelo rLCT se caracteriza por la falta de lesión focal en el cerebro, pérdida de conciencia, alta
capacidad de supervivencia y aparición tardía de convulsiones ( Shandra y Robel, 2020 ). También se
ha observado tauopatía progresiva en modelos experimentales de rLCT y después de lesiones repetidas
relacionadas con el deporte ( McKee et al., 2009 ; Tagge et al., 2018 ). A diferencia de los modelos FPI
o CCI, el modelo rLCT no requiere una apertura craneal o del cuero cabelludo, lo que reduce el riesgo
de una mayor inflamación o infección.
H. Modelos animales grandes de epilespía postraumática
Las especies de animales grandes, como los cerdos, se utilizan en la investigación traslacional debido a
su neuroanatomía girencefálica y su importante composición de materia blanca. Sin embargo, una
limitación del uso de estos animales es que la estructura laminar del hipocampo de cerdo no ha sido bien
pág. 8400
caracterizada en comparación con la de una rata o un ratón. Sin embargo, el grupo de Wolf ha descrito
un modelo porcino de hiperexcitabilidad y EPT relacionados con lesiones cerebrales y ha estado
trabajando para dilucidar la estructura y la caracterización del hipocampo del cerdo ( Ulyanova et al.,
2018 ).
En el modelo porcino de LCT, el hallazgo neuropatológico principal es una lesión axonal difusa; sin
embargo, se ha observado disfunción axonal y sináptica del hipocampo, así como hiperexcitabilidad
regional, lo que sugiere que este modelo se puede adaptar para PTE ( Meaney et al., 1995 ; Johnson et
al., 2016 ; Wolf et al., 2017 ). La rotación con la cabeza cerrada induce una lesión cerebral difusa
utilizando un actuador neumático HYGE a niveles de aceleración de rotación controlados para obtener
la gravedad de la lesión deseada ( Cullen et al., 2016).). Brevemente, la cabeza del animal se asegura a
una plataforma estereotáxica personalizada para animales grandes equipada con una abrazadera de
hocico acolchada. El actuador neumático HYGE se monta en el equipo quirúrgico mediante un conjunto
de varillaje personalizado que convierte el movimiento lineal en un movimiento angular. La rotación
rápida de la cabeza se realiza dentro del plano coronal a velocidades entre 131 y 195 radianes/s. Las
patologías observadas en el modelo porcino de LCT incluyen cizallamiento axonal, acumulación de tau,
inflamación y aumento de la excitabilidad de la red en el hipocampo ( Smith et al., 1999 ; Johnson et
al., 2016 ; Wolf et al., 2017 ; Grovola et al. , 2020 ). Además, se ha documentado disfunción motora y
cognitiva en cerdos después de una LCT ( Friess et al., 2007 ).
Una desventaja importante de los modelos animales más grandes son los recursos y el tiempo adicionales
necesarios para realizar los procedimientos quirúrgicos y la atención adecuados. Por lo tanto, los
estudios con cerdos se han utilizado de manera inconsistente debido a su dificultad de implementación
y mayor costo. Además, se ha establecido la inducción de LCT en gatos y perros, pero no se ha utilizado
ampliamente para estudiar la EPT ( Morganti-Kossmann et al., 2010 ). Sin embargo, más recientemente,
la epilepsia canina natural se ha propuesto como una plataforma de traducción para nuevas terapias para
los trastornos de la epilepsia ( Davis et al., 2011 ). La prevalencia y la patología de la epilepsia canina
natural son similares a las de la condición humana ( Löscher et al., 1985).). En un estudio que evaluó el
riesgo de convulsiones en perros después de una lesión en la cabeza, se revisaron los registros de
pacientes de 1343 razas diversas para detectar lesiones en la cabeza anteriores y convulsiones recurrentes
pág. 8401
( Steinmetz et al., 2013 ). De los 236 perros con traumatismo craneoencefálico previo, el 18,6 % presentó
convulsiones postraumáticas tempranas y/o tardías. Los tipos de convulsiones observados incluyeron
estado epiléptico convulsivo, convulsiones tónico-clónicas parciales y generalizadas y convulsiones en
racimo. Aunque estos datos parecen prometedores, el estudio tiene algunas deficiencias, incluida la
dificultad para obtener suficientes cuestionarios o entrevistas telefónicas para obtener poder estadístico.
Los estudios retrospectivos como estos no son tan factibles para la prueba de intervenciones terapéuticas.
I. Relevancia traslacional de modelos animales para la epilepsia postraumática
Ha habido mucho debate sobre la relevancia traslacional de los modelos animales a la condición humana
para la investigación del trauma cerebral. Como se describió anteriormente, se han desarrollado
numerosos modelos animales para replicar varios aspectos de LCT y se han utilizado para probar
tratamientos potenciales. Aunque los animales más grandes tienen un tamaño y una fisiología más
parecidos a los humanos, los roedores, como las ratas y los ratones, se utilizan más comúnmente en la
investigación de PTE debido a la conveniencia de las operaciones de investigación. Los modelos más
utilizados incluyen el modelo CCI, el modelo FPI, el modelo de impacto de caída de peso y el modelo
de lesión por explosión. Sin embargo, estos modelos muestran efectos negativos intensos, como fractura
de cráneo, hemorragia intracerebral, lesión axonal, muerte de células neuronales y tejido.Figura
1describe consideraciones importantes de relevancia traslacional entre el uso de pequeños roedores para
modelar la condición humana. Como modelos de postestado epiléptico ( Reddy y Kuruba, 2013), los
modelos de animales pequeños se utilizan con mayor frecuencia en estudios preclínicos posteriores a
LCT, con el objetivo de mejorar y desarrollar una mejor comprensión de los mecanismos de
recuperación y descubrir nuevos biomarcadores o terapias clínicas. Sin embargo, existen diferencias
entre los animales pequeños y los humanos, así como limitaciones a tener en cuenta. Los humanos tienen
23 pares de cromosomas, mientras que las ratas y los ratones tienen 21 y 20, respectivamente. Aunque
los genes humanos conocidos asociados con patologías de enfermedades tienen ortólogos
correspondientes en el genoma de rata y ratón, sus tasas de sustitución sinónima son diferentes en los
genes restantes. Además, existen muchas diferencias en la anatomía y complejidad del cerebro entre los
animales pequeños y los humanos. También hay algunas analogías, es decir, parámetros
cerebrovasculares (Cernak, 2006), pero la proporción de sustancia blanca: gris difiere enormemente,
pág. 8402
haciendo que la interpretación de las alteraciones del comportamiento sea más desafiante (Cordeiro y
Horn, 2015). Además, la LCT humana tiende a ser mucho más heterogénea tanto en la ubicación como
en la causa de la lesión (p. ej., caída, accidente automovilístico, lesión deportiva, eventos militares, etc.)
que los experimentos de laboratorio controlados. Sin embargo, existen muchas pruebas neurológicas y
funcionales bien establecidas que pueden identificar cambios sensibles en la recuperación, la cognición
o la función psiquiátrica. Estas evaluaciones funcionales son fundamentales para comparar la gravedad
de las lesiones y los resultados no solo entre cohortes, sino también entre otros grupos de laboratorio,
de manera similar a cómo la escala de coma de Glasgow es el estándar de oro para identificar la gravedad
de las lesiones al llegar a la clínica. Discutimos algunas de estas evaluaciones neurológicas y funcionales
en detalle en 2015). Además, la LCT humana tiende a ser mucho más heterogénea tanto en la ubicación
como en la causa de la lesión (p. ej., caída, accidente automovilístico, lesión deportiva, eventos militares,
etc.) que los experimentos de laboratorio controlados. Sin embargo, existen muchas pruebas
neurológicas y funcionales bien establecidas que pueden identificar cambios sensibles en la
recuperación, la cognición o la función psiquiátrica. Estas evaluaciones funcionales son fundamentales
para comparar la gravedad de las lesiones y los resultados no solo entre cohortes, sino también entre
otros grupos de laboratorio, de manera similar a cómo la escala de coma de Glasgow es el estándar de
oro para identificar la gravedad de las lesiones al llegar a la clínica. Discutimos algunas de estas
evaluaciones neurológicas y funcionales en detalle en 2015). Además, la LCT humana tiende a ser
mucho más heterogénea tanto en la ubicación como en la causa de la lesión (p. ej., caída, accidente
automovilístico, lesión deportiva, eventos militares, etc.) que los experimentos de laboratorio
controlados. Sin embargo, existen muchas pruebas neurológicas y funcionales bien establecidas que
pueden identificar cambios sensibles en la recuperación, la cognición o la función psiquiátrica. Estas
evaluaciones funcionales son fundamentales para comparar la gravedad de las lesiones y los resultados
no solo entre cohortes, sino también entre otros grupos de laboratorio, de manera similar a cómo la
escala de coma de Glasgow es el estándar de oro para identificar la gravedad de las lesiones al llegar a
la clínica. Discutimos algunas de estas evaluaciones neurológicas y funcionales en detalle en ) que los
experimentos de laboratorio controlados. Sin embargo, existen muchas pruebas neurológicas y
funcionales bien establecidas que pueden identificar cambios sensibles en la recuperación, la cognición
pág. 8403
o la función psiquiátrica. Estas evaluaciones funcionales son fundamentales para comparar la gravedad
de las lesiones y los resultados no solo entre cohortes, sino también entre otros grupos de laboratorio,
de manera similar a cómo la escala de coma de Glasgow es el estándar de oro para identificar la gravedad
de las lesiones al llegar a la clínica. Discutimos algunas de estas evaluaciones neurológicas y funcionales
en detalle en ) que los experimentos de laboratorio controlados. Sin embargo, existen muchas pruebas
neurológicas y funcionales bien establecidas que pueden identificar cambios sensibles en la
recuperación, la cognición o la función psiquiátrica. Estas evaluaciones funcionales son fundamentales
para comparar la gravedad de las lesiones y los resultados no solo entre cohortes, sino también entre
otros grupos de laboratorio, de manera similar a cómo la escala de coma de Glasgow es el estándar de
oro para identificar la gravedad de las lesiones al llegar a la clínica. Discutimos algunas de estas
evaluaciones neurológicas y funcionales en detalle en pero también otros grupos de laboratorio, de forma
similar a como la escala de coma de Glasgow es el estándar de oro para identificar la gravedad de la
lesión al llegar a la clínica. Discutimos algunas de estas evaluaciones neurológicas y funcionales en
detalle en pero también otros grupos de laboratorio, de forma similar a como la escala de coma de
Glasgow es el estándar de oro para identificar la gravedad de la lesión al llegar a la clínica. Discutimos
algunas de estas evaluaciones neurológicas y funcionales en detalle ensección V de este manuscrito,
“Comorbilidades del EPT”.
Dado que los traumatismos suelen asociarse con daños en la piel y los tejidos blandos, también deben
tenerse en cuenta las diferencias en la cicatrización de heridas entre roedores y humanos. La epidermis
y la dermis de los animales pequeños es más delgada que la de los humanos, lo que crea un desafío para
la sutura de heridas. Sin embargo, los clips para heridas proporcionan una alternativa adecuada a las
técnicas de sutura clásicas, que es rentable y rentable. Además, las ratas y los ratones tienen un menor
riesgo de infección en comparación con los humanos debido a los procesos de cicatrización de heridas
más rápidos y su capacidad para convertir la L-gluconogammalactona en vitamina C ( Abdullahi et al.,
2014 ).
La coagulopatía inducida por LCT se manifiesta como hemorragia intracraneal diseminada, sangrado
sistémico o hematoma intracerebral y está estrechamente relacionada con malos resultados clínicos y
convulsiones de aparición temprana ( Abdelmalik et al., 2016 ). Un modelo animal que utiliza ratas
pág. 8404
Sprague Dawley imita este escenario clínico específico, y el estudio realizado por Gangloff et al.
(2018)sugiere una gran similitud con la coagulopatía traumática aguda humana en términos de
temporalidad, tipo de lesión, mecanismos compensatorios y deficiencias en los sistemas de coagulación.
Sin embargo, los resultados cuantitativos en la coagulación de la sangre no son totalmente transferibles
debido a las diferencias específicas de especie en los factores de coagulación en el suero, como los
factores de coagulación (F)V, FII, FXII y FXIII, que estaban elevados en ratas en comparación con
humanos sanos. donantes ( Karges et al., 1994 ). Además, los factores de coagulación FVIII, XI, X y XI
se redujeron en ratas en comparación con el plasma humano combinado. Otros estudios han identificado
una disminución del recuento de plaquetas y una reducción de la capacidad de respuesta a la trombina
en animales pequeños en comparación con los humanos ( Derian et al., 1995).). Estos factores pueden
afectar la identificación de biomarcadores para patologías inducidas por LCT.
Mecanismos neuropatológicos de la epilepsia postraumática
LCT pone en marcha una cascada multifacética de eventos celulares y moleculares que se superponen
temporalmente, lo que finalmente conduce a PTE. La lesión primaria se refiere al traumatismo inmediato
y la deformación del tejido que se produce en cuestión de segundos o minutos después de la agresión.
Dentro de esta línea de tiempo, se libera una avalancha de neurotransmisores, seguida de la activación
de los canales iónicos y la entrada de calcio. Se cree que las convulsiones inmediatas y tempranas
ocurren como resultado directo del entorno excitotóxico, el daño mitocondrial, la inflamación y la lesión
tisular. Aunque estas convulsiones no se consideran "epilépticas", pueden exacerbar el daño inicial (
Temkin, 2009).). La lesión secundaria involucra varios mecanismos fisiológicos asociados con el daño
progresivo (Pitkanen et al., 2002). La activación crónica de cascadas inflamatorias, estrés oxidativo y
edema provoca la acumulación de radicales libres y especies reactivas de oxígeno. Estos factores se ven
agravados por la neurodegeneración, la disfunción mitocondrial y la interrupción prolongada de la
homeostasis. Además, los mecanismos de autorreparación ocurren simultáneamente e incluyen procesos
plásticos, como la remodelación axonal estructural, la neurogénesis, la gliosis y la angiogénesis ( Lucke-
Wold et al., 2015 ).
Clásicamente, la epileptogénesis se define como el período de tiempo en el que un cerebro normal se
altera funcionalmente, lo que resulta en una mayor susceptibilidad a las convulsiones y riesgo de SRS.
pág. 8405
En el marco de la epilepsia adquirida, los investigadores se basaron en el contexto de un "período
latente" en el que un ataque epileptogénico (mecánico, químico o de otro tipo) desencadenó una serie
de cambios y finalmente terminó con la aparición de una convulsión. Sin embargo, ciertos procesos,
como la plasticidad molecular y celular, las cascadas inflamatorias y la neurodegeneración, pueden
continuar indefinidamente más allá de la aparición de la primera convulsión (Pitkanen et al., 2002;
Dudek y Staley, 2012).). Recientemente, la Liga Internacional contra la Epilepsia revisó la definición
de epileptogénesis para incluir la modificación de la enfermedad y el concepto de progresión continua
de la epilepsia. Por lo tanto, el término "modificación de la enfermedad" tiene dos componentes
principales: (i) el alivio o la prevención del desarrollo de convulsiones, denominado
"antiepileptogénesis", y (ii) la modificación de las comorbilidades asociadas con la EPT. En la próxima
sección, discutimos algunos de los principales mecanismos asociados con la progresión de la
epileptogénesis, incluidos los cambios en la neuroinflamación, la ruptura de la barrera hematoencefálica
(BBB), la alteración del paisaje epigenético y la reorganización de los circuitos neuronales.
A. Neuroinflamación
La inflamación local pretende ser una medida de protección beneficiosa después de una lesión tisular;
sin embargo, las respuestas inflamatorias aberrantes pueden alterar la función neuronal y tener
consecuencias graves, como la interrupción de la BBB y el desarrollo de convulsiones ( Vezzani et al.,
2013 ). La microglía y los astrocitos activados desempeñan un papel importante en la inflamación al
liberar citocinas proinflamatorias en el entorno neuronal y promover la formación de cicatrices alrededor
de la lesión tisular. Las cascadas de citocinas en el cerebro regulan vías importantes, como la función
neuroendocrina, la plasticidad sináptica, el metabolismo de los neurotransmisores, la neurogénesis y la
vía de la quinurenina ( Paudel et al., 2018). Estos procesos innatos juegan un papel importante en la
excitabilidad y supervivencia celular, promoviendo así la hiperexcitabilidad de la red. En particular, la
vía de señalización de la interleucina (IL)-1/receptor tipo toll (TLR) se interrumpe y los receptores
asociados IL-1R1, TLR2, TLR3 y TLR4 aumentan rápidamente después de la lesión celular y las
convulsiones (Ravizza y Vezzani , 2006 ). Los efectos excitatorios de la IL-1 β se han informado en
varias regiones del cerebro ( Vezzani et al., 2011 ). IL-1 β reduce la inhibición de GABA dentro del área
3 de Cornu Ammonis (CA3) del hipocampo y aumenta la excitabilidad neuronal en CA1 al reducir el
pág. 8406
N-metil D-aspartato (NMDA) y el flujo de salida del canal de calcio dependiente de voltaje (Zhang et
al. , 2010). Además, la inflamación inducida por lipopolisacáridos se asocia con una reducción del
umbral de convulsiones en modelos de roedores tanto postnatales como adultos ( Galic et al., 2009 ).
Este efecto sobre el umbral de las convulsiones se puede revertir bloqueando la inducción de citocinas
en la microglía activada ( Galic et al., 2009 ).
También se ha demostrado que la inducción de ciclooxigenasa-2 (COX-2) promueve la epileptogénesis
y contribuye al daño neuronal en varios modelos animales de epilepsia ( Kulkarni y Dhir, 2009 ). La
sobreexpresión de COX-2 intensifica las convulsiones inducidas por ácido kaínico y la mortalidad en
ratones ( Kelley et al., 1999 ). Wei et al. (2018) confirmaron que la expresión del ARNm de COX-2 se
elevó significativamente después de un electrochoque máximo. Aunque la modulación de la vía COX-
2/prostaglandina E2 (PGE2) se ha buscado como una estrategia terapéutica alternativa para controlar las
convulsiones, un estudio cuidadoso de los inhibidores de la COX-2 no pudo prevenir por completo la
aparición y el desarrollo de convulsiones espontáneas en un modelo de rata de estado epiléptico (
Holtman et al., 2010). Además, se ha descubierto que la inhibición de la COX-2 exacerba o atenúa la
neurodegeneración inducida por la epilepsia, según las estrategias utilizadas para interferir con la vía de
la COX-2 ( Baik et al., 1999 ; Polascheck et al., 2010 ). Estos datos resaltan las formas en que la vía
COX-2 afecta la epileptogénesis, pero la mediación de esta vía por sí sola no es suficiente para prevenir
el desarrollo de convulsiones.
Una consideración importante de la inflamación en la EPT es su contribución a la pérdida celular
progresiva después de la lesión. Los radicales libres y las proteasas se acumulan durante los períodos de
inflamación, lo que favorece la peroxidación de lípidos y proteínas, el daño del ADN, la disfunción
mitocondrial y la inducción de la apoptosis ( Vezzani et al., 2013 ). El daño tisular, el estrés y su posterior
liberación de citoquinas también interfieren negativamente con la neurogénesis y la neuroplasticidad a
través de sus interacciones con el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) y la señalización del
receptor del receptor de tropomiosina quinasa B (TrkB) (Goshen y Yirmiya, 2007; Ibrahim et al . , 2016;
Reddy et al., 2020). En un cerebro sano, el BDNF juega un papel crucial en la maduración de las
neuronas mediante la regulación de los niveles de cloruro y la modificación de la señalización inhibidora
GABAérgica desde la despolarización hasta la hiperpolarización ( Rivera et al., 2002 ). Sin embargo,
pág. 8407
dentro del contexto de la lesión, se cree que la regulación positiva de BDNF y su receptor TrkB
promueve el brote de fibras musgosas aberrantes ( Dinocourt et al., 2006 ). Además, la lesión cerebral
provoca un grupo selectivo de activación de linfocitos periféricos dependiente de la diferenciación-74
(CD74) que puede exacerbar la neurodegeneración ( Tobin et al., 2014 ).
La neuroinflamación prolongada también afecta en gran medida la calidad de vida y complica las
comorbilidades, lo que da pie para identificar terapias que exploren la asociación mecánica entre la EPT
y la disfunción neuroconductual ( Paudel et al., 2018 ). el interferón- α puede disminuir los niveles de
BDNF, lo que ralentiza la tasa de proliferación celular en el hipocampo y afecta negativamente el
aprendizaje y la consolidación de la memoria ( Lotrich et al., 2013 ). Además, el aumento de la
producción de citocinas provoca un desequilibrio de los neurotransmisores, como la serotonina y la
dopamina, al desregular la vía de la quinurenina y alterar la función de transporte de los
neurotransmisores ( De la Garza y Asnis, 2003).). Los metanálisis de investigaciones existentes han
concluido que los biomarcadores de inflamación más confiables en pacientes con depresión son niveles
elevados de IL-6, factor de necrosis tumoral (TNF)-α, IL-1 β y proteína C reactiva, todos los cuales son
aumentó significativamente con LCT ( Miller et al., 2009 ). Juntos, estos procesos inflamatorios
funcionan en conjunto para promover la depresión, la ansiedad, el deterioro cognitivo y perturbar el
sueño ( Dantzer et al., 2008 ; Mukherjee et al., 2020 ).
B. Ruptura de la barrera hematoencefálica
La barrera hematoencefálica (BBB) es una estructura particularmente importante para la homeostasis
del sistema nervioso central (SNC). Cada vez hay más pruebas que demuestran que la BBB es un proceso
fisiopatológico multifactorial que implica angiogénesis defectuosa, neuroinflamación, fisiología glial
alterada, interacciones leucocitos-endoteliales y cambios hemodinámicos que provocan
hiperexcitabilidad (Marchi et al., 2012 ) . Los trastornos de epilepsia y LCT se manifiestan con un grado
variable de disfunción de BBB; sin embargo, el vínculo entre la permeabilidad de la BBB y las
convulsiones se ha planteado como "el rompecabezas del huevo y la gallina" ( Friedman, 2011 ). La
insuficiencia vascular aguda con daño en la BBB es suficiente para causar convulsiones en ausencia de
patologías del SNC o convulsivos químicos concomitantes ( Marchi et al., 2007).). Además, las
convulsiones crónicas focales son frecuentes en pacientes con malformaciones vasculares, como los
pág. 8408
angiomas cavernosos ( Kraemer y Awad, 1994 ). Las imágenes de resonancia magnética de los angiomas
cavernosos a menudo se presentan con disfunción de la BBB, depósitos intracerebrales de hierro y
acumulación de albúmina; estos tres factores se han identificado como características comunes de la
LCT y la epilepsia del lóbulo temporal (van Vliet et al., 2007; Raabe et al . ., 2012 ).
Se ha demostrado que el daño de la BBB desencadena y mantiene convulsiones en modelos animales y
en la experiencia humana ( Marchi et al., 2007 ; van Vliet et al., 2007 ; Raabe et al., 2012 ). Tomkins et
al. (2008) observaron una mayor asociación de la patología de la BBB en pacientes con EPT en
comparación con pacientes con LCT sin convulsiones, lo que sugiere una correlación entre la ruptura
de la BBB y la hiperexcitabilidad. Las áreas de interrupción de BBB se vincularon con una menor
captación de glucosa en el cerebro, hipometabolismo y actividad neuronal anormal. Después de la
exposición de la corteza cerebral en ratas, se observó una actividad epileptiforme hipersincrónica que
implicaba la neurotransmisión glutamatérgica y GABAérgica, así como un deterioro significativo de las
uniones estrechas endoteliales.Seiffert et al., 2004 ). La albúmina acumulada dentro del parénquima se
asocia con la regulación a la baja de los canales de potasio que rectifican hacia adentro en los astrocitos,
lo que afecta la capacidad de amortiguación y contribuye a la hiperexcitabilidad ( Ivens et al., 2007 ).
Además, la pérdida de acuaporinas expresadas en las puntas de los pies de los astrocitos afecta el flujo
de agua y la regulación del potasio, alterando aún más el entorno homeostático del cerebro (Binder y
Steinhauser, 2006). Además, el daño de la BBB podría permitir que los niveles circulantes de zinc
ingresen al cerebro con consecuencias devastadoras, que incluyen hiperexcitabilidad excesiva y
convulsiones ( Carver et al., 2016 ; Chuang y Reddy, 2019).). El zinc es un neuromodulador importante,
y su capacidad para bloquear persistentemente los receptores GABA-A extrasinápticos en el cerebro
tiene consecuencias dramáticas en la epileptogénesis.
La neuroinflamación también juega un papel fundamental en la permeabilidad de la BHE. Los niveles
elevados de IL-1 β , IL-6 y TNF- α pueden aumentar la permeabilidad de la BBB y facilitar el
movimiento de citoquinas ubicadas periféricamente hacia el SNC. Estas citoquinas se unen a los
receptores en la vasculatura cerebral, produciendo mensajeros secundarios y subproductos tóxicos que
comprometen aún más su integridad ( Fabene et al., 2010 ; Yarlagadda et al., 2009).). Además, estos
factores pueden desencadenar la activación de los astrocitos y la microglía residente, lo que contribuye
pág. 8409
a su disfunción en la eliminación de neurotransmisores y la posterior secreción de marcadores
inmunorreguladores. Se ha demostrado que la inyección sistémica de lipopolisacárido reduce el umbral
convulsivo al pentilentetrazol, lo que sugiere que la inflamación periférica conduce a una BBB con fugas
y a la posible infiltración de leucocitos circulantes periféricos ( Marchi et al., 2012 ). La disfunción de
la BBB representa una convergencia de aspectos patogénicos que a menudo crean bucles de
retroalimentación positiva para una mayor exacerbación de la inflamación, el deterioro funcional y la
permeabilidad de la BBB. Para una revisión completa sobre cómo el desglose de BBB afecta el
desarrollo de PTE, consulte Dadas y Janigro, 2019 .
C. Modificaciones epigenéticas
La epigenética se refiere a los cambios plásticos en la expresión génica que ocurren sin alteración de la
propia secuencia de ADN. En condiciones normales, las modificaciones epigenéticas son esenciales
para el crecimiento, el desarrollo, el aprendizaje y la memoria, y la respuesta inmune ( Hwang et al.,
2017 ). Las modificaciones epigenéticas, como la metilación, acetilación y fosforilación del
ADN/histonas, etc., se han implicado en un gran número de enfermedades, sobre todo el cáncer ( Weber,
2010 ). La evidencia sugiere que la regulación epigenética de la expresión génica puede desempeñar un
papel fundamental en la fisiología tanto de la epilepsia como de la LCT ( Younus y Reddy, 2017);
Nagalakshmi et al., 2018). Reddy et al. (2018a) demostraron que el butirato de sodio, inhibidor de la
histona desacetilasa (HDAC), ralentizó significativamente el proceso de encendido en un modelo de
ratón con epilepsia del lóbulo temporal cuando se administró antes de la estimulación eléctrica. Este
estudio sugiere que los compuestos inhibidores de HDAC pueden poseer efectos anticonvulsivos con la
capacidad de reducir el proceso de epileptogénesis. Además, el valproato se ha administrado como
medicamento anticonvulsivo durante décadas, aunque su efecto inhibidor sobre las HDAC se desconocía
hasta 2001 ( Göttlicher et al., 2001 ).
La modificación de histonas es quizás la modificación epigenética más estudiada tanto en epilepsia como
en LCT. Se ha observado una reducción de la acetilación de H4 después de la administración de
pilocarpina en los loci del promotor GluR/Gria2, una región que codifica las subunidades del receptor
AMPA y limita la permeabilidad al calcio ( Huang et al., 2002 ). La regulación a la baja de GluR/Gria2
se asocia con hiperexcitabilidad e inicio de epileptogénesis. El mismo estudio también observó la
pág. 8410
acetilación de H4 en el promotor BDNF, que aumenta después de la actividad convulsiva. Se cree que
la fosforilación de H3 promueve la acetilación de las proteínas histonas, y múltiples estudios han
encontrado evidencia sorprendente de la fosforilación de H3 después de las convulsiones inducidas por
pilocarpina y ácido kaínico ( Crosio et al., 2003 ; Sng et al., 2006).). Además, la hiperactividad de las
proteínas HDAC ocurre en puntos de tiempo tempranos después de la FPI lateral ( Zhang et al., 2008 ).
Este aumento de la acetilación de H3/H4 se puede encontrar en todo el hipocampo, pero es
particularmente visible en el CA3 ( Gao et al., 2006 ). El aumento de la actividad de HDAC conduce a
la susceptibilidad a las convulsiones y a la epilepsia postraumática tanto en modelos experimentales
como en el entorno clínico ( Huang et al., 2012 ; Dash et al., 2009 ).
Se ha demostrado que los cambios en la metilación global de histonas/ADN específico de la célula
persisten hasta 8 meses después de la LCT ( Haghighi et al., 2015 ). Muchos de los genes afectados se
han asociado con hiperexcitabilidad, interrupción del ciclo del sueño y trastornos neuropsiquiátricos,
como Nos1, Il1r1, Homer1, Per3 y el gen Aanat, que codifica la enzima responsable de catalizar la
conversión de serotonina en melatonina ( Haghighi et al., 2015 ). La metilación del ADN también juega
un papel en la respuesta inflamatoria a la lesión. Dentro de las 24 horas posteriores a la lesión cerebral
traumática, la hipometilación de la microglía promueve la transcripción activa de genes en áreas de
necrosis generalizada ( Zhang et al., 2007).). Además, un estudio de pacientes con epilepsia intratable
del lóbulo temporal encontró que la expresión de Dnmt1 y Dnmt3a era significativamente mayor en los
controles epilépticos que en los sanos, lo que sugiere que las metiltransferasas de ADN anómalas pueden
contribuir a la patogenia de las convulsiones (Zhu et al., 2012 ) . Los inhibidores de la ADN
metiltransferasa se han mostrado prometedores para suprimir la excitabilidad neuronal en las neuronas
del hipocampo ( Nelson et al., 2008 ; Levenson et al., 2006 ).
D. Reorganización de circuitos neuronales
La culminación de las cascadas neuroinflamatorias, el debilitamiento de la integridad de la BBB y la
modificación epigenética conducen a la consiguiente reorganización de los circuitos neurales a través
de la pérdida progresiva de células, el brote axonal aberrante y la neurogénesis. Varios modelos
experimentales han destacado la pérdida de interneuronas inhibitorias junto con circuitos excitadores
recurrentes como base para la actividad epileptiforme hipersincrónica ( Dudek y Spitz, 1997 ;
pág. 8411
McCormick y Contreras, 2001 ; Golub y Reddy, 2022 ). El hipocampo es un sistema modelo para
estudiar los cambios en los circuitos, ya que es particularmente susceptible a las lesiones y sufre una
reorganización estructural después de una lesión cerebral traumática y en los trastornos de epilepsia (
Kharatishvili et al., 2006 ; Hunt et al., 2009).;).
Los receptores GABA A son responsables de la mayoría de las señales inhibitorias en el cerebro. Las
interneuronas GABAérgicas forman conexiones sinápticas locales sólidas con las células principales
excitatorias para controlar la actividad de dos formas principales: inhibición fásica (sináptica) y tónica
(extrasináptica) ( Farrant y Nusser, 2005 ; Chuang y Reddy, 2018). La inhibición fásica se refiere a la
rápida transmisión de información y activación de receptores en la unión sináptica después de la
exposición a altas concentraciones de GABA liberado de las vesículas presinápticas. La inhibición
tónica, por otro lado, está mediada por GABA A extrasinápticoreceptores, persistentemente activados
por bajas concentraciones de GABA ambiental. Una característica histopatológica común de la EPT es
la pérdida drástica de interneuronas inhibitorias en la circunvolución dentada y las regiones hiliares (
Lowenstein et al., 1992 ). La pérdida de estas células se correlaciona con un aumento en la amplitud de
la corriente tónica en la circunvolución dentada contralateral a la lesión cerebral traumática (
Mtchedlishvili et al., 2010 ). Estudios adicionales informaron cambios en la configuración de la
subunidad de los receptores GABA A después de la lesión por CCI, lo que también puede afectar el
control inhibitorio ( Gupta et al., 2012 ; Raible et al., 2012 ).
La neurodegeneración después de LCT afecta tanto a las neuronas principales como a las interneuronas,
aunque no estaba claro si una población se pierde preferentemente. Carrón et al. (2020)examinó cómo
LCT afecta a diferentes poblaciones de interneuronas, observando cambios heterogéneos de calbindina,
parvalbúmina, calretinina, neuropéptido Y y somatostatina que expresan interneuronas en el hipocampo.
Sus hallazgos sugieren una vulnerabilidad diferencial de las interneuronas en varias regiones del cerebro
y funcionan después de una LCT. En un estudio reciente, realizamos un curso de tiempo de
cuantificación estereológica imparcial en el hipocampo contralateral a CCI en los días 1, 3, 7, 30, 60 y
120. Las poblaciones de neuronas principales e interneuronas inhibidoras PV+ GABAérgicas habían
disminuido en aproximadamente 30 % y 45%, respectivamente, a los 4 meses posteriores a la lesión; sin
embargo, la degeneración de las interneuronas se aceleró a la de las células excitatorias. Además, la
pág. 8412
fuerte disminución de las interneuronas coincidió con el inicio de las convulsiones espontáneas.Golub
y Reddy, 2022 ).figura 3destaca las regresiones lineales de la pérdida de células durante la
epileptogénesis y su asociación temporal con el inicio de las convulsiones. Nuestros datos concuerdan
con un estudio anterior del grupo de Hunt que encontró un cambio dramático en la diversidad y pérdida
de interneuronas después de una lesión por contusión ( Frankowski et al., 2019 ). Como han señalado
estudios previos, la circunvolución dentada y las regiones hiliares mostraron la mayor pérdida de
interneuronas inhibitorias ( Hunt et al., 2011 ; Gupta et al., 2012 ). La pérdida de células, ya sea
excitatoria o inhibitoria, obliga a la reorganización de estos circuitos neurales, lo que contribuye a la
patología continua de la epileptogénesis. La restauración del equilibrio excitatorio e inhibitorio puede
ser posible con el trasplante de células madre neuronales ( Ngwenya et al., 2018). Estos animales
también exhibieron una recuperación mejorada y un reconocimiento de objetos novedosos en
comparación con los animales FPI no trasplantados.
Las células granulares dentadas excitatorias no suelen estar conectadas entre sí. Sin embargo, varios
laboratorios han demostrado la plasticidad reactiva de estos circuitos en modelos de LCT y epilepsia (
Kharatishvili et al., 2006 ; Hunt et al., 2009 ; 2010 ; Bolkvadze y Pitkänen, 2012 ). El brote aberrante
de fibras musgosas se refiere a la germinación de colaterales de axones desde células granulares dentadas
hacia la capa molecular interna, formando circuitos excitadores funcionalmente recurrentes. Estos
cambios en el circuito local son fáciles de detectar con la inmunohistoquímica de Timm y se han
reproducido consistentemente en tejidos humanos y de roedores ( Sutula et al., 1989 ; Hunt et al.,
2010).). La brotación de fibras musgosas es generalmente s robusta después de una lesión cerebral
traumática grave versus leve, lo que sugiere que el grado de brotación se correlaciona tanto con la
gravedad de la lesión como con el riesgo de convulsiones ( Hunt et al., 2012 ). La brotación se observa
con mayor frecuencia en el hipocampo ipsolateral a la LCT; sin embargo, el daño no se limita al
hemisferio lesionado y puede influir en la reorganización de los circuitos con una mayor densidad de
fibras musgosas ( Pischiutta et al., 2018 ). El brote aberrante puede proporcionar un medio para la
sincronización de la red regional, que es particularmente vulnerable si la inhibición basal se pierde o se
ve afectada por la pérdida o disfunción celular.
pág. 8413
Los precursores neurales proliferan en áreas tanto proximales como distales al impacto de LCT. Gran
parte de esta proliferación constituye la cicatriz astrogliótica que se forma alrededor del sitio de la lesión
( Kernie et al., 2001 ). También se han encontrado cambios en la tasa de neurogénesis después de LCT,
y la migración ectópica de estas células recién nacidas puede afectar la excitabilidad del circuito neural.
Las células recién nacidas inducidas por LCT han aumentado la ramificación dendrítica proximal al
soma y un alcance dendrítico más amplio que persiste a través de la madurez celular ( Villasana et al.,
2015 ). La neurogénesis ha sido un punto de controversia en la epileptogénesis, con algunos informes
que sugieren una mayor proliferación celular después de una LCT ( Dash et al., 2001 ; Gao et al., 2009).),
mientras que otros observan una neurogénesis reducida ( Rola et al., 2006 ). Sin embargo, las diferencias
en la tasa de neurogénesis pueden deberse en parte a la proximidad de la lesión, el punto de tiempo de
la muestra de tejido después de la LCT o incluso la posibilidad de muerte selectiva de células recién
nacidas vulnerables (Gao et al., 2008 ) . Yu et al. (2008) observaron tanto la regulación al alza de la
activación de células progenitoras inactivas de tipo 1 en el hipocampo lesionado como la eliminación
progresiva de las células progenitoras que expresan doblecortina de tipo 2. Al mismo tiempo, el
hipocampo contralateral también experimentó una regulación positiva de los progenitores de tipo 1, lo
que sugiere que la lesión cerebral traumática puede tener un impacto diferente en el daño que en la
señalización compensatoria. Además, la gravedad de la lesión afecta la neurogénesis en diferentes etapas
( Wang et al., 2016a). Independientemente de la ubicación, la gravedad o el momento posterior a la
lesión, se ha sugerido que la fluctuación de las células nacidas en las capas hiliares y moleculares de la
circunvolución dentada desempeña un papel en la epileptogénesis (Danzer, 2019 ) . Villasana et al.
(2015) encontraron que las células granulares del recién nacido inducidas por LCT reciben un equilibrio
normal de entradas excitatorias e inhibitorias y están involucradas en el procesamiento de información,
pero sugirieron que los cambios anatómicos inducidos por LCT y los patrones de proyección dendrítica
pueden ser la causa principal de las propiedades de red de neurogénesis desadaptativas. Se ha
descubierto que la sobreexpresión del factor de crecimiento similar a la insulina 1 aumenta la
supervivencia de las células granulares recién nacidas al tiempo que inhibe la migración ectópica, la
principal implicación de los cambios en los circuitos asociados con la neurogénesis (Carlson et al., 2014
pág. 8414
;Littlejohn et al., 2020 ). Por lo tanto, la expresión condicional de IGF-1 astrocítico puede ser beneficiosa
para reducir la reactividad de los astrocitos y preservar la cognición después de una LCT.
E. Hiperactividad de la ruta de la rapamicina en los mamíferos
La vía de la diana de la rapamicina en mamíferos (mTOR) regula varias funciones fisiológicas y, en el
cerebro, está involucrada en la proliferación y supervivencia celular, la morfología neuronal y la síntesis
de proteínas (Bockaert y Marin, 2015 ) . La desregulación de esta vía se ha implicado en varios trastornos
cerebrales, incluido el complejo de esclerosis tuberosa, el ganglioglioma y la displasia cortical focal,
todos los cuales pueden potencialmente o con certeza conducir a la epilepsia ( Liu et al., 2014a ).
Además, se ha identificado un papel de la señalización de mTOR en el traumatismo cerebral, aunque
está rodeado de controversia ( Chen et al., 2007a ). Algunos estudios sugieren que la inhibición de
mTOR, mediante la administración del inhibidor de mTOR rapamicina, previene la lesión neuronal y la
muerte celular después de una LCT (Erlich et al., 2007 ; Nikolaeva et al., 2016 ), mientras que otros
sugieren que el aumento de la señalización de mTOR promueve una mayor recuperación de la función
y la regeneración, y este aumento transitorio de la señalización de mTOR después de una LCT puede
ser fundamental para estimular la proliferación de células madre neurales (Wang et al., 2016b ) .
CONCLUSIONES
Las lesiones en la cabeza son una de las principales causas de epilepsia adquirida. La epileptogenicidad
que ocurre después de una LCT es un trastorno de red crónico complejo con hiperexcitabilidad y
conectividad neuronal para la hipersincronización. La investigación de PTE ha progresado lentamente
debido a muchos problemas complejos. Las agencias de financiación federal, como el Departamento de
Defensa de EE. UU. y los Institutos Nacionales de Salud, han hecho de la investigación de LCT y PTE
una prioridad principal debido a la carga de enfermedad en militares y civiles en riesgo de sufrir
enfermedades crónicas discapacitantes después de lesiones cerebrales. LCT es una de las principales
causas de EPT, especialmente en adultos jóvenes. Alrededor del 35 % al 40 % de las personas con EPT
tienen un inicio dentro de los seis meses; 50% dentro de un año; y casi el 80% dentro de los dos años de
la lesión cerebral. La latencia del EPT es muy variable y puede ocurrir incluso 15 años después del
traumatismo craneoencefálico. El retraso en el desarrollo de SRS presenta un desafío importante para
las investigaciones clínicas y preclínicas. Sin embargo, dicho período de latencia representa una
pág. 8415
oportunidad excepcional para las intervenciones terapéuticas. En la actualidad, hay un énfasis renovado
para identificar las vías celulares y moleculares a través de las cuales las convulsiones son orquestadas
por LCT. El pronóstico clínico mediante estudios controlados es fundamental.
Nuestra comprensión de la epileptogénesis evoluciona continuamente a medida que se mejoran los
modelos animales para simular la condición humana. Los modelos FPI y CCI son los principales
modelos experimentales de PTE, y varios grupos de investigación han implementado el registro
continuo de EEG como el estándar de oro de la actividad cerebral epileptiforme. Estos modelos son muy
útiles para dilucidar aún más los mecanismos de la epileptogénesis y probar nuevas intervenciones
terapéuticas. Existen diferencias críticas en los patrones de lesión, los factores genéticos y los parámetros
de resultado que deben considerarse en el contexto de la validación del modelo para la fisiopatología, la
frecuencia de las convulsiones y los déficits de comportamiento que recuerdan a la EPT humana.
Además, essurgiendo una nueva línea de biomarcadores de proteínas y de imágenes, y los avances en
el análisis de EEG de aprendizaje automático ayudarán en la predicción de convulsiones y diagnósticos
de pacientes. Un interés en evolución en este campo es encontrar la base genética de la susceptibilidad
diferencial a la EPT mediante la identificación de factores que pueden contribuir a resultados variables
entre poblaciones expuestas a la misma lesión cerebral, aunque solo una fracción desarrollará
convulsiones posteriormente. (Chuang y Reddy, 2018a ; Reddy et al., 2021 ).
El tratamiento de LCT y la prevención de PTE es un desafío complejo y desalentador. Las categorías
heterogéneas de lesiones, las variaciones en las respuestas patológicas, el diagnóstico diferencial de las
crisis epilépticas frente a las crisis psicógenas no epilépticas y la dificultad de potenciar los ensayos
clínicos y preclínicos hacen que esta tarea sea aún más compleja. El objetivo fundamental de la
investigación sobre la epilepsia es identificar terapias que puedan prevenir, interrumpir o revertir el
proceso epileptógeno ( Clossen y Reddy, 2017).). Idealmente, las estrategias terapéuticas también
deberían aliviar las comorbilidades asociadas con la EPT y, por lo tanto, ayudar a mejorar los problemas
de calidad de vida, incluidas las oportunidades sociales y laborales. Como se discutió en esta revisión,
dicha intervención aún no se ha identificado; sin embargo, la última década ha proporcionado datos
prometedores que demuestran los efectos modificadores de la enfermedad, antiinflamatorios y
neuroprotectores de compuestos de prueba seleccionados, lo que sugiere que este objetivo no es poco
pág. 8416
realista. En general, existe una mayor necesidad de optimizar la investigación preclínica y clínica para
prevenir la EPT después de una LCT. Para optimizar y lograr este objetivo crítico, existen muchos
desafíos y brechas críticas en el conocimiento que deben abordarse, que incluyen: (a) reclutamiento de
nuevos equipos con experiencia multidisciplinaria para estudiar LCT/PTE y sus comorbilidades; (b)
optimizar los modelos y marcadores preclínicos para reducir la replicación de los esfuerzos y mejorar el
valor predictivo de los modelos experimentales para la clínica; (c) descubrir señales patológicas
celulares y moleculares y reorganización de redes en regiones cerebrales asociadas con EPT; (d)
identificar períodos de latencia precisos y biomarcadores válidos para el seguimiento longitudinal de
estrategias terapéuticas para la prevención de la EPT; y (e) identificar las estrategias más prometedoras
para el desarrollo preclínico y clínico de tratamientos para prevenir el EPT y sus comorbilidades. Por lo
tanto, los esfuerzos de investigación futuros deben dirigirse a llenar estos vacíos para abrir nuevas
fronteras en el campo de la terapéutica de la EPT. Las agencias nacionales de investigación están
considerando activamente programas especiales y hojas de ruta para fomentar la investigación temática
multidisciplinaria
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