FACTORES DETERMINANTES EN LA CALIDAD
DE LA GESTIÓN UNIVERSITARIA
DETERMINANTS OF QUALITY IN UNIVERSITY MANAGEMENT
Federico Ubaldo Fernandez Sutta
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
Felix Gonzalo Gonzales Surco
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
Juan De La Cruz Bedoya Mendoza
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
Rosalynn Tejada Auccacusi
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
Justina Cipriana Carbajal Borda
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco
pág. 1
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i5.13212
Factores determinantes en la calidad de la gestión universitaria
Federico Ubaldo Fernandez Sutta
1
federico.fernandez@unsaac.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-3453-6589
Universidad Nacional de San Antonio Abad del
Cusco
Felix Gonzalo Gonzales Surco
felix.gonzales@unsaac.edu.pe
https://orcid.org/0000-0002-6873-5543
Universidad Nacional de San Antonio Abad del
Cusco
Juan De La Cruz Bedoya Mendoza
juan.bedoya@unsaac.edu.pe
https://orcid.org/0000-0001-9504-1478
Universidad Nacional de San Antonio Abad del
Cusco
Rosalynn Tejada Auccacusi
rosalynn.tejada@unsaac.edu.pe
https://orcid.org/0000-0001-6588-9515
Universidad Nacional de San Antonio Abad del
Cusco
Justina Cipriana Carbajal Borda
justina.carbajal@unsaac.edu.pe
https://orcid.org/0009-0007-7984-4888
Universidad Nacional de San Antonio Abad del
Cusco
RESUMEN
Este artículo de revisión tiene como objetivo analizar los factores determinantes en la calidad de la
gestión universitaria, abarcando aspectos como la gobernanza, la calidad del personal académico, la
gestión financiera, la infraestructura tecnológica, la internacionalización, la relación con el entorno
socioeconómico, la innovación y las políticas públicas. La revisión se llevó a cabo siguiendo la
metodología PRISMA, lo que aseguró una selección sistemática y rigurosa de estudios relevantes a
través de bases de datos académicas. Los principales hallazgos indican que una gobernanza participativa,
una gestión financiera eficiente y diversificada, y una infraestructura moderna y sostenible son
fundamentales para mejorar la calidad universitaria. Además, la internacionalización y la innovación
emergen como estrategias clave para la competitividad global. La relación con el entorno
socioeconómico, junto con políticas públicas que promuevan la equidad y la sostenibilidad, también
juega un papel crucial en la calidad de la gestión universitaria. Las universidades que integran
eficazmente estos factores están mejor posicionadas para ofrecer una educación de alta calidad y
mantenerse competitivas en un entorno global en constante cambio.
Palabras Clave: factores, calidad, gestión, universitaria
1
Autor Principal
Correspondencia: federico.fernandez@unsaac.edu.pe
pág. 2
Determinants of Quality in University Management
ABSTRACT
This review article aims to analyze the determinants of quality in university management, encompassing
aspects such as governance, the quality of academic staff, financial management, technological
infrastructure, internationalization, the relationship with the socioeconomic environment, innovation,
and public policies. The review was conducted following the PRISMA methodology, ensuring a
systematic and rigorous selection of relevant studies through academic databases. The main findings
indicate that participatory governance, efficient and diversified financial management, and modern and
sustainable infrastructure are fundamental for improving university quality. Additionally,
internationalization and innovation emerge as key strategies for global competitiveness. The relationship
with the socioeconomic environment, along with public policies that promote equity and sustainability,
also plays a crucial role in the quality of university management. Universities that effectively integrate
these factors are better positioned to offer high-quality education and remain competitive in a constantly
changing global environment.
Keywords: determinants, quality, management, university
Artículo recibido 14 julio 2024
Aceptado para publicación: 17 agosto 2024
pág. 3
INTRODUCCIÓN
La gestión universitaria es un campo de estudio multidimensional que abarca una variedad de enfoques
y factores críticos que influyen en la calidad de las instituciones de educación superior. En las últimas
décadas, se ha producido un creciente interés por comprender los elementos que determinan la eficiencia
y la efectividad de la gestión universitaria, en gran parte debido a la expansión de la educación superior
y a las demandas sociales de mayor calidad en los servicios educativos. Este interés ha dado lugar a una
amplia gama de investigaciones que exploran desde la gobernanza y las estructuras organizativas hasta
la calidad del personal académico y las estrategias de financiamiento (Maringe & Foskett, 2010).
Uno de los factores clave en la gestión universitaria es la gobernanza institucional, que se refiere a las
estructuras y procesos mediante los cuales se toman decisiones dentro de la universidad. La gobernanza
incluye la interacción entre diferentes actores, como las autoridades universitarias, los académicos y los
estudiantes, en la formulación de políticas y la gestión de recursos. Las investigaciones han demostrado
que una gobernanza eficiente se correlaciona positivamente con la calidad de la educación y la
investigación dentro de la universidad (Middlehurst, 2013). Sin embargo, la implementación de modelos
de gobernanza que equilibren el poder entre las distintas partes interesadas sigue siendo un desafío en
muchas instituciones (Shattock, 2013).
Otro factor determinante en la calidad de la gestión universitaria es la calidad del personal académico.
Los docentes y los investigadores son el corazón de cualquier institución de educación superior, y su
competencia y dedicación influyen directamente en los resultados educativos y de investigación.
Estudios recientes indican que la inversión en el desarrollo profesional del personal académico, junto
con políticas de contratación basadas en méritos académicos, es crucial para mejorar la calidad de la
enseñanza y la investigación (Teichler, 2014). Además, la retención de talento académico está
estrechamente vinculada a la satisfacción laboral y a las oportunidades de desarrollo profesional, lo que
subraya la importancia de una gestión eficaz del capital humano dentro de las universidades (Altbach,
Reisberg, & Rumbley, 2009).
La gestión financiera es otro aspecto crítico que afecta la calidad de la gestión universitaria. Las
universidades deben gestionar sus recursos financieros de manera eficiente para garantizar la
sostenibilidad a largo plazo y la capacidad de cumplir con sus misiones educativas y de investigación.
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Las políticas de financiamiento, tanto a nivel gubernamental como institucional, influyen directamente
en la calidad de los servicios ofrecidos por las universidades (Salmi, 2009). En particular, la dependencia
de fondos públicos o la capacidad de generar ingresos propios a través de la matrícula y la investigación
financiada puede tener implicaciones significativas para la autonomía institucional y la capacidad de
innovar (Johnstone, 2006).
La infraestructura y los recursos tecnológicos también desempeñan un papel crucial en la calidad de la
gestión universitaria. En un contexto global cada vez más digitalizado, la capacidad de las universidades
para integrar tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en sus procesos académicos y
administrativos es fundamental para su competitividad. La implementación de plataformas digitales para
la enseñanza, la gestión de datos y la comunicación interna no solo mejora la eficiencia operativa, sino
que también amplía el alcance y la accesibilidad de los programas educativos (Laurillard, 2012).
Además, la inversión en infraestructura física, como bibliotecas, laboratorios y espacios de estudio, es
esencial para proporcionar un entorno de aprendizaje de alta calidad (Duderstadt, 2000).
La internacionalización es otro factor clave que influye en la calidad de la gestión universitaria. La
participación en redes académicas internacionales, la movilidad estudiantil y docente, y la colaboración
en proyectos de investigación transnacionales son elementos que fortalecen la calidad académica y
aumentan la visibilidad global de las universidades (Knight, 2004). La internacionalización no solo
mejora la calidad del currículo al incorporar perspectivas globales, sino que también facilita el
intercambio de conocimientos y mejores prácticas en la gestión universitaria (Altbach & Knight, 2007).
Sin embargo, la capacidad de una universidad para internacionalizarse está condicionada por su gestión
estratégica y su capacidad para atraer y retener talento internacional (De Wit, 2011).
La relación con el entorno socioeconómico es otro aspecto relevante de la gestión universitaria. Las
universidades no operan en un vacío; están inmersas en contextos locales, nacionales e internacionales
que influyen en sus prioridades y en su capacidad para cumplir con sus misiones educativas y de
investigación. La colaboración con la industria, las organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales, y las comunidades locales puede potenciar la relevancia y el impacto de las
actividades universitarias (Etzkowitz & Leydesdorff, 2000). Además, la responsabilidad social
universitaria se ha convertido en un criterio de calidad cada vez más valorado, ya que las instituciones
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son evaluadas no solo por sus resultados académicos, sino también por su contribución al desarrollo
social y económico de sus comunidades (Vallaeys, 2008).
En este contexto, la innovación y la capacidad de adaptación de las universidades son factores críticos
para su éxito a largo plazo. Las instituciones que adoptan una cultura de innovación, no solo en términos
de investigación, sino también en sus modelos de enseñanza y gestión, están mejor posicionadas para
enfrentar los desafíos del entorno educativo contemporáneo (Clark, 1998). La capacidad de una
universidad para adaptarse a cambios en las demandas del mercado laboral, las expectativas estudiantiles
y las condiciones económicas es un indicador importante de su resiliencia y sostenibilidad (Gibbons et
al., 1994).
Por último, la calidad de la gestión universitaria también está influida por las políticas públicas y los
marcos regulatorios en los que operan las instituciones. Las políticas de educación superior, que incluyen
aspectos como la acreditación, la evaluación del desempeño y los incentivos para la mejora continua,
son factores determinantes en la calidad de la gestión universitaria (Brennan & Shah, 2000). La
intervención del gobierno en la educación superior, ya sea a través de financiamiento, regulación o
políticas de calidad, puede tener efectos tanto positivos como negativos en la autonomía y la capacidad
innovadora de las universidades (Marginson, 2007). La tensión entre la autonomía universitaria y la
intervención gubernamental sigue siendo un tema de debate en muchos contextos (Neave, 2002).
La calidad de la gestión universitaria está determinada por una compleja interacción de factores que
incluyen la gobernanza institucional, la calidad del personal académico, la gestión financiera, la
infraestructura y los recursos tecnológicos, la internacionalización, la relación con el entorno
socioeconómico, la innovación y adaptación, y las políticas públicas. Cada uno de estos factores
desempeña un papel crucial en la capacidad de las universidades para cumplir con sus misiones
educativas y de investigación y para adaptarse a un entorno en constante cambio. El análisis de estos
factores es esencial para comprender los desafíos y las oportunidades que enfrentan las universidades
en su búsqueda de excelencia académica y sostenibilidad institucional.
Recuento de las Principales Teorías sobre la Gestión Universitaria
La gestión universitaria, como campo de estudio y práctica, ha sido influenciada por diversas teorías
que proporcionan marcos conceptuales para comprender y analizar los factores que determinan su
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calidad. Estas teorías abarcan desde enfoques organizacionales hasta teorías económicas y sociológicas,
cada una ofreciendo perspectivas únicas sobre cómo se gestiona y se puede mejorar la calidad en las
instituciones de educación superior. A continuación, se presenta un recuento de las principales teorías
que han moldeado el entendimiento actual de la gestión universitaria.
Teoría de la Contingencia
La teoría de la contingencia sostiene que no existe una única forma óptima de organizar una institución,
sino que la estructura organizacional más efectiva depende de las circunstancias específicas en las que
opera la organización. Aplicada a la gestión universitaria, esta teoría sugiere que las universidades deben
adaptar sus estructuras y procesos de gestión a factores contingentes como el tamaño de la institución,
su misión, el entorno externo y las características de sus estudiantes y personal (Donaldson, 2001).
Por ejemplo, una universidad grande y diversificada puede necesitar una estructura organizativa más
descentralizada para gestionar eficazmente sus múltiples facultades y programas, mientras que una
institución más pequeña podría beneficiarse de una estructura más centralizada. La teoría de la
contingencia también destaca la importancia de la alineación entre la estructura organizativa y la
estrategia institucional para lograr una gestión efectiva (Lawrence & Lorsch, 1967).
La contingencia también se aplica en la toma de decisiones dentro de las universidades, donde los líderes
deben considerar el contexto específico de la institución antes de implementar cambios o nuevas
políticas. Esto es particularmente relevante en un entorno educativo que está en constante cambio debido
a factores como la globalización, las demandas del mercado laboral y la evolución tecnológica (Burns
& Stalker, 1961).
Teoría de la Agencia
La teoría de la agencia aborda la relación entre los "principales" (por ejemplo, el gobierno, el consejo
universitario) y los "agentes" (como los administradores universitarios) en las organizaciones. En el
contexto universitario, esta teoría examina cómo los intereses de los administradores pueden no siempre
alinearse con los intereses de las partes interesadas a las que sirven, lo que puede conducir a problemas
de gobernanza y eficiencia (Eisenhardt, 1989).
En la gestión universitaria, la teoría de la agencia se utiliza para analizar cómo los incentivos y
mecanismos de control pueden alinearse mejor para asegurar que los administradores universitarios
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actúen en el mejor interés de la institución y sus partes interesadas. Esto incluye la implementación de
sistemas de control interno, la definición clara de objetivos institucionales y la supervisión por parte de
órganos de gobierno como los consejos universitarios (Jensen & Meckling, 1976).
La teoría de la agencia también plantea la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas en
la gestión universitaria. Los mecanismos de evaluación del desempeño, como las auditorías y las
evaluaciones externas, son herramientas clave para garantizar que los administradores cumplan con sus
responsabilidades de manera eficiente y en beneficio de la institución (Ross, 1973).
Teoría de la Dependencia de Recursos
La teoría de la dependencia de recursos se centra en cómo las organizaciones obtienen y gestionan los
recursos necesarios para su supervivencia y éxito. En el contexto de la gestión universitaria, esta teoría
sugiere que las universidades deben desarrollar estrategias efectivas para asegurar recursos financieros,
humanos y materiales, ya que estos son cruciales para su funcionamiento y crecimiento (Pfeffer &
Salancik, 1978).
Las universidades, particularmente en contextos donde el financiamiento gubernamental es limitado,
deben diversificar sus fuentes de ingresos a través de estrategias como la colaboración con la industria,
la investigación financiada externamente, y la captación de donaciones y matrículas. La teoría de la
dependencia de recursos también subraya la importancia de las alianzas estratégicas y las redes de
colaboración para acceder a recursos adicionales que pueden no estar disponibles dentro de la institución
(Hillman, Withers, & Collins, 2009).
Además, la dependencia de recursos influye en la autonomía institucional. Las universidades que
dependen en gran medida de una única fuente de financiamiento pueden enfrentar restricciones en su
capacidad para tomar decisiones independientes, lo que a su vez puede afectar la calidad de su gestión
(Pfeffer, 1992).
Teoría del Capital Humano
La teoría del capital humano, popularizada por economistas como Becker (1964), sostiene que la
inversión en educación y desarrollo de habilidades genera un capital humano valioso que contribuye al
crecimiento económico y al bienestar social. En el contexto de la gestión universitaria, esta teoría se
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utiliza para justificar las inversiones en el desarrollo profesional del personal académico y
administrativo.
El desarrollo del capital humano dentro de las universidades no solo mejora la calidad de la enseñanza
y la investigación, sino que también aumenta la capacidad de la institución para adaptarse a los cambios
en el entorno educativo y laboral. Las universidades que invierten en el desarrollo de su personal tienden
a tener una mayor retención de talento, lo que a su vez contribuye a la estabilidad y la continuidad en la
calidad de su gestión (Schultz, 1971).
Además, la teoría del capital humano se extiende a la educación de los estudiantes, quienes, al adquirir
conocimientos y habilidades, se convierten en el capital humano que impulsará el futuro desarrollo
económico y social. Esto subraya la importancia de una gestión universitaria efectiva que garantice la
calidad de la educación y maximice el retorno de la inversión educativa tanto para los individuos como
para la sociedad en su conjunto (Psacharopoulos & Patrinos, 2018).
Teoría Institucional
La teoría institucional sugiere que las organizaciones, incluidas las universidades, están influenciadas
por normas, valores y expectativas sociales que moldean su comportamiento y estructuras. Esta teoría
explica cómo las universidades adoptan ciertas prácticas y estructuras no solo porque son eficientes,
sino también porque son vistas como legítimas en su contexto social e institucional (DiMaggio &
Powell, 1983).
En la gestión universitaria, la teoría institucional es particularmente útil para entender cómo las
universidades responden a presiones externas, como las políticas gubernamentales, los rankings
universitarios y las expectativas de los empleadores y la sociedad en general. Las universidades a
menudo adoptan prácticas institucionalizadas, como la acreditación y la evaluación del desempeño, para
demostrar su conformidad con las normas aceptadas y para mejorar su legitimidad ante las partes
interesadas (Meyer & Rowan, 1977).
La teoría institucional también aborda el concepto de isomorfismo, que se refiere a la tendencia de las
organizaciones a volverse más similares entre sí a lo largo del tiempo. En el contexto universitario, esto
puede manifestarse en la adopción de modelos de gobernanza, planes de estudio y prácticas de gestión
similares entre instituciones que operan en contextos culturales y económicos diferentes (Scott, 2008).
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Sin embargo, esta homogeneización puede limitar la innovación y la capacidad de las universidades para
responder a las necesidades específicas de sus contextos locales.
Teoría de la Innovación Disruptiva
La teoría de la innovación disruptiva, propuesta por Christensen (1997), describe cómo las innovaciones
que inicialmente son menospreciadas por los actores establecidos en un sector pueden eventualmente
revolucionar la industria. Aplicada a la gestión universitaria, esta teoría sugiere que las instituciones
deben estar atentas a las innovaciones que puedan cambiar radicalmente la forma en que se imparten la
educación y la investigación.
Las universidades han experimentado disrupciones significativas con la adopción de tecnologías
digitales, como el aprendizaje en línea y los recursos educativos abiertos. Estas innovaciones han
desafiado los modelos tradicionales de enseñanza y aprendizaje y han permitido a las instituciones
ampliar su alcance a audiencias globales. La capacidad de las universidades para adoptar y gestionar
estas innovaciones de manera efectiva es crucial para su competitividad y sostenibilidad en el entorno
educativo actual (Horn & Staker, 2014).
La teoría de la innovación disruptiva también enfatiza la necesidad de que las universidades se adapten
continuamente para evitar quedar obsoletas en un mundo en rápido cambio. Esto requiere una gestión
proactiva que fomente la experimentación y la adopción temprana de nuevas tecnologías y métodos
pedagógicos (Christensen, Raynor, & McDonald, 2015).
Teoría de los Sistemas
La teoría de los sistemas ve a las organizaciones como sistemas complejos que están compuestos por
partes interrelacionadas. En la gestión universitaria, esta teoría destaca la importancia de la
interdependencia entre diferentes unidades dentro de la universidad, como las facultades, los
departamentos, y las oficinas administrativas, y cómo estas interacciones afectan el desempeño general
de la institución (Bertalanffy, 1968).
La gestión universitaria efectiva, desde esta perspectiva, implica la coordinación de actividades y
recursos en toda la institución para lograr los objetivos estratégicos. Esto incluye la alineación de las
políticas y prácticas de gestión con la misión y visión de la universidad, así como la integración de
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diferentes áreas funcionales para garantizar la eficiencia y la coherencia en la operación diaria (Katz &
Kahn, 1978).
Además, la teoría de los sistemas subraya la importancia de la retroalimentación en la gestión
universitaria. Las universidades deben establecer mecanismos para monitorear y evaluar continuamente
su desempeño y adaptarse en consecuencia. Esto es esencial para la mejora continua y la capacidad de
la universidad para responder a cambios en su entorno interno y externo (Senge, 1990).
Teoría de la Responsabilidad Social Universitaria (RSU)
La teoría de la responsabilidad social universitaria (RSU) sostiene que las universidades tienen la
responsabilidad de contribuir al bienestar social, económico y ambiental de las comunidades en las que
operan. Esta teoría se basa en la idea de que las universidades, como instituciones que generan
conocimiento y educan a futuros líderes, tienen un papel crucial en la promoción de valores éticos y la
sostenibilidad (Vallaeys, 2008).
En la gestión universitaria, la RSU implica la integración de principios de sostenibilidad y ética en la
toma de decisiones y en la planificación estratégica. Las universidades deben considerar el impacto de
sus actividades no solo en términos económicos, sino también en su contribución al desarrollo social y
al bienestar ambiental. Esto incluye la implementación de prácticas sostenibles en la operación diaria,
como la gestión de residuos y la reducción de la huella de carbono, así como la promoción de la equidad
y la inclusión en el acceso a la educación (GUNI, 2017).
La teoría de la RSU también enfatiza la importancia de la vinculación con la comunidad y la
participación en proyectos que aborden problemas sociales y ambientales locales. Esto no solo fortalece
la relevancia de la universidad en su contexto local, sino que también enriquece la experiencia educativa
de los estudiantes al involucrarlos en actividades que tienen un impacto real en la sociedad (Boni &
Gasper, 2012).
En resumen, la gestión universitaria es un campo complejo que se beneficia de una variedad de teorías
que proporcionan marcos para entender y mejorar la calidad de las instituciones de educación superior.
Desde enfoques organizacionales como la teoría de la contingencia y la teoría de la agencia, hasta
perspectivas más amplias como la teoría institucional y la teoría de la responsabilidad social
universitaria, cada una de estas teorías ofrece valiosas ideas para la práctica de la gestión universitaria.
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Entender y aplicar estas teorías en el contexto específico de cada universidad es esencial para enfrentar
los desafíos actuales y futuros en la educación superior.
METODOLOGÍA
El presente artículo de revisión se desarrolló siguiendo las directrices del método PRISMA (Preferred
Reporting Items for Systematic reviews and Meta-Analyses), lo que asegura la transparencia y la
exhaustividad en la identificación, selección, y síntesis de los estudios incluidos. A continuación, se
describen detalladamente los pasos y procedimientos llevados a cabo para garantizar la replicabilidad
del estudio, así como las categorías de análisis consideradas.
Criterios de Elegibilidad
Los criterios de elegibilidad se establecieron para incluir estudios relevantes a la temática de los factores
determinantes en la calidad de la gestión universitaria. Se consideraron artículos publicados en revistas
académicas indexadas en bases de datos reconocidas, que estuvieran disponibles en inglés, español o
portugués. Los estudios incluidos debían abordar al menos uno de los siguientes aspectos: gobernanza
universitaria, calidad del personal académico, gestión financiera, infraestructura y recursos
tecnológicos, internacionalización, relación con el entorno socioeconómico, innovación y adaptación, o
políticas públicas en el contexto de la educación superior. Se excluyeron aquellos estudios que no
estuvieran basados en investigación empírica o que no proporcionaran datos suficientes para el análisis.
Fuentes de Información y Estrategia de Búsqueda
La búsqueda de literatura se llevó a cabo en cuatro bases de datos electrónicas: Scopus, Web of Science,
ERIC, y Google Scholar. Se realizaron búsquedas exhaustivas utilizando una combinación de palabras
clave y términos controlados relacionados con "gestión universitaria", "calidad", "gobernanza", "capital
humano", "financiamiento universitario", "tecnologías educativas", "internacionalización", y "políticas
públicas". Los términos fueron ajustados para cada base de datos según su tesauro o términos de
búsqueda recomendados
La estrategia de búsqueda inicial fue realizada en julio de 2024 y se actualizaron las búsquedas hasta
agosto de 2024 para incluir los estudios más recientes. No se impuso ninguna restricción temporal para
maximizar la cobertura de estudios relevantes. Además, se revisaron manualmente las listas de
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referencias de los estudios incluidos para identificar artículos adicionales que pudieran cumplir con los
criterios de inclusión.
Proceso de Selección de Estudios
El proceso de selección de estudios se llevó a cabo en tres etapas siguiendo el enfoque PRISMA. En la
primera etapa, se eliminaron los duplicados de los estudios recuperados de las bases de datos. En la
segunda etapa, se realizó una revisión de los títulos y resúmenes para identificar los estudios que
potencialmente cumplían con los criterios de elegibilidad. Los estudios que no cumplían con los criterios
fueron descartados en esta etapa.
En la tercera etapa, se realizó una revisión a texto completo de los estudios seleccionados. Dos revisores
independientes evaluaron cada estudio para determinar su inclusión final en la revisión. En caso de
discrepancia entre los revisores, se resolvieron mediante discusión y, si fue necesario, se consultó a un
tercer revisor para llegar a un consenso.
Proceso de Extracción de Datos
Se diseñó un formulario de extracción de datos específico para este estudio, que fue pilotado y refinado
antes de su uso en la revisión. Los datos extraídos incluyeron la información bibliográfica de cada
estudio (autor(es), año de publicación, título), el objetivo del estudio, el diseño de la investigación, la
muestra o contexto del estudio, los principales hallazgos, y las conclusiones. Además, se extrajo
información sobre las categorías de análisis relevantes, como la gobernanza institucional, la calidad del
personal académico, la gestión financiera, la infraestructura tecnológica, la internacionalización, y la
relación con el entorno socioeconómico.
Evaluación de la Calidad de los Estudios
La calidad de los estudios incluidos fue evaluada utilizando un conjunto de criterios predefinidos
basados en guías de evaluación de calidad para estudios cualitativos y cuantitativos. Estos criterios
incluyeron la claridad en la presentación del objetivo del estudio, la adecuación del diseño de la
investigación, la transparencia en la descripción del muestreo y los métodos de recolección de datos, la
rigurosidad en el análisis de datos, y la coherencia entre los hallazgos y las conclusiones del estudio.
Los estudios fueron clasificados en alta, media, o baja calidad. Solo los estudios clasificados como de
alta o media calidad fueron incluidos en la síntesis final de la revisión.
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Síntesis de los Resultados
La síntesis de los resultados se realizó mediante un enfoque narrativo, agrupando los estudios según las
categorías de análisis previamente definidas. Se prestó especial atención a identificar patrones y
divergencias en los hallazgos de los estudios, así como a destacar las áreas de consenso y las lagunas en
la literatura existente. Además, se exploraron las relaciones entre los diferentes factores de gestión
universitaria y cómo estos interactúan para influir en la calidad institucional.
Para complementar la síntesis narrativa, se utilizó un enfoque de mapa conceptual para visualizar las
relaciones entre las diferentes categorías de análisis y los factores determinantes de la calidad en la
gestión universitaria. Esta visualización facilitó la identificación de áreas clave que requieren mayor
investigación y proporcionó una base para la discusión de los resultados.
Categorías de Análisis
Las categorías de análisis seleccionadas para este estudio son:
1. Gobernanza Universitaria: Incluye estudios que abordan las estructuras organizativas y los procesos
de toma de decisiones dentro de las universidades.
2. Calidad del Personal Académico: Se refiere a investigaciones que analizan la formación, desarrollo
profesional, y retención del personal académico.
3. Gestión Financiera: Enfoca estudios sobre la administración de recursos financieros, fuentes de
ingresos, y sostenibilidad económica de las universidades.
4. Infraestructura y Recursos Tecnológicos: Considera estudios que examinan el papel de la
infraestructura física y las TIC en la calidad educativa.
5. Internacionalización: Agrupa estudios que exploran la participación de universidades en redes
académicas internacionales y la movilidad de estudiantes y personal.
6. Relación con el Entorno Socioeconómico: Examina cómo las universidades interactúan con su
entorno, incluyendo colaboraciones con la industria y responsabilidad social.
7. Innovación y Adaptación: Incluye investigaciones sobre cómo las universidades responden a los
cambios en el entorno educativo y adoptan nuevas tecnologías y métodos.
8. Políticas Públicas: Considera estudios que analizan el impacto de las políticas gubernamentales en
la gestión y calidad universitaria.
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Consideraciones Éticas
Dado que este estudio es una revisión de literatura, no se requirió la aprobación de un comité de ética.
Sin embargo, se siguieron principios éticos rigurosos en la revisión y ntesis de los estudios, asegurando
la adecuada atribución a los autores originales y evitando cualquier tipo de plagio. Se respetó la
integridad de los estudios incluidos, presentando sus hallazgos de manera fiel y sin sesgos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En esta sección, se presenta y se discute de manera detallada los hallazgos derivados del análisis de la
literatura existente sobre los factores determinantes en la calidad de la gestión universitaria. Cada
categoría de análisis se explora en profundidad, destacando los aspectos clave identificados en los
estudios revisados y discutiendo las implicaciones teóricas y prácticas de estos hallazgos.
Gobernanza Universitaria
La gobernanza universitaria es uno de los pilares fundamentales que determina la calidad en la gestión
de las instituciones de educación superior. Según Shattock (2013), la gobernanza se refiere a las
estructuras y procesos mediante los cuales las universidades son dirigidas y gestionadas. Incluye la
distribución del poder y la autoridad entre diferentes actores, como el consejo universitario, los rectores,
los decanos y el personal académico, así como los mecanismos a través de los cuales se toman decisiones
y se implementan políticas dentro de la institución.
Uno de los temas recurrentes en la literatura es la importancia de una gobernanza participativa y
democrática en la promoción de la calidad universitaria. Las investigaciones de Middlehurst (2013)
destacan que una gobernanza efectiva es aquella que involucra a todos los actores relevantes en el
proceso de toma de decisiones, lo que incluye no solo a los administradores, sino también a los
académicos y estudiantes. Este enfoque participativo no solo asegura una representación equitativa de
los intereses, sino que también fomenta un sentido de pertenencia y compromiso con las decisiones
adoptadas, lo que a su vez mejora la implementación de políticas y programas.
Además, las estructuras de gobernanza deben ser flexibles y adaptativas para responder a los cambios
en el entorno educativo y social. Clark (1998) señala que las universidades exitosas suelen tener
estructuras organizativas que permiten la descentralización del poder, lo que facilita la innovación y la
adaptación a nuevas demandas. En este sentido, las universidades que operan bajo modelos de
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gobernanza rígidos y centralizados pueden enfrentar dificultades para adaptarse rápidamente a los
cambios, lo que puede afectar negativamente la calidad de su gestión.
Otro aspecto crítico de la gobernanza universitaria es la transparencia y la rendición de cuentas. La
literatura revisada, incluida la de Salmi (2009), enfatiza que las universidades deben establecer
mecanismos claros para garantizar que las decisiones y acciones de los líderes universitarios sean
transparentes y estén sujetas a supervisión. Esto es particularmente importante en contextos donde las
universidades dependen de fondos públicos, ya que los stakeholders externos, como los gobiernos y los
donantes, demandan una mayor rendición de cuentas en el uso de los recursos.
La gobernanza universitaria también está influenciada por la presión de los rankings y las evaluaciones
externas. Según Marginson (2007), los rankings universitarios han adquirido una gran influencia en las
decisiones de gestión dentro de las universidades, a menudo guiando las políticas y estrategias hacia la
mejora de posiciones en estos rankings. Sin embargo, esta influencia no siempre es positiva, ya que
puede llevar a una priorización de aspectos cuantitativos, como la productividad investigativa, en
detrimento de la calidad de la enseñanza o del bienestar estudiantil.
Finalmente, es importante mencionar que la gobernanza universitaria no opera de manera aislada; está
profundamente influenciada por el contexto socioeconómico y político en el que se encuentra la
institución. Según Neave (2002), las políticas públicas y las expectativas sociales juegan un papel crucial
en la configuración de las estructuras de gobernanza universitarias. Las universidades en países con
gobiernos centralizados y sistemas educativos altamente regulados tienden a tener estructuras de
gobernanza más jerárquicas, mientras que aquellas en contextos más liberales pueden disfrutar de una
mayor autonomía institucional.
En resumen, la calidad de la gobernanza universitaria es un factor determinante en la gestión
institucional y está influenciada por la participación de los actores, la flexibilidad organizativa, la
transparencia y la rendición de cuentas, así como por el contexto externo. Las universidades que logran
equilibrar estos elementos están mejor posicionadas para enfrentar los desafíos del entorno educativo
contemporáneo y mantener altos estándares de calidad.
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Calidad del Personal Académico
El personal académico es, sin lugar a dudas, uno de los recursos más valiosos de cualquier universidad.
La calidad del personal académico, que incluye tanto a los docentes como a los investigadores, tiene un
impacto directo en la calidad de la enseñanza, la investigación y, en última instancia, en la reputación
de la institución. Altbach, Reisberg y Rumbley (2009) argumentan que la calidad de la educación
superior está intrínsecamente ligada a la competencia, el compromiso y la motivación del personal
académico.
Uno de los factores clave que influye en la calidad del personal académico es la selección y contratación
de docentes e investigadores. La literatura sugiere que las políticas de contratación basadas en el mérito
académico y la experiencia investigativa son fundamentales para asegurar un alto nivel de competencia
dentro del cuerpo docente (Teichler, 2014). Sin embargo, estas políticas deben estar acompañadas por
un sistema de evaluación continua que permita identificar y promover el talento dentro de la institución,
asegurando así que los académicos se mantengan comprometidos y actualizados en sus áreas de
especialización.
La formación y el desarrollo profesional continuo son otros aspectos críticos en la calidad del personal
académico. Según Knight (2004), las universidades que invierten en programas de desarrollo profesional
para su personal académico, incluyendo oportunidades de capacitación, becas para investigación y
programas de movilidad internacional, no solo mejoran la competencia de sus docentes, sino que
también fomentan un ambiente de innovación y mejora continua. Estos programas no solo benefician a
los académicos individualmente, sino que también contribuyen al prestigio y a la calidad general de la
institución.
La retención del talento académico es otro desafío importante en la gestión universitaria. La literatura
revisada indica que la satisfacción laboral, que incluye factores como las condiciones de trabajo, la carga
administrativa y las oportunidades de promoción, juega un papel crucial en la retención de académicos
de alto nivel (Altbach et al., 2009). Las universidades que no logran retener a sus mejores talentos
académicos corren el riesgo de ver disminuida la calidad de su enseñanza e investigación, lo que a su
vez afecta su competitividad en el ámbito nacional e internacional.
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Un aspecto adicional que merece atención es la internacionalización del personal académico. La
movilidad internacional y la contratación de académicos de diferentes países pueden enriquecer el
ambiente académico y aportar diversas perspectivas que mejoran la calidad del currículo y la
investigación. Altbach y Knight (2007) señalan que la diversidad en el personal académico es un factor
clave para la internacionalización de la educación superior, lo que no solo mejora la calidad de la
enseñanza, sino que también aumenta la visibilidad y la reputación de la universidad en el escenario
global.
Sin embargo, la calidad del personal académico no se limita únicamente a la competencia técnica o
investigativa. La pedagogía y la capacidad de enseñar de manera efectiva también son elementos
cruciales. La literatura sugiere que, aunque la investigación es un componente esencial del trabajo
académico, la calidad de la enseñanza no debe ser descuidada. Las universidades deben proporcionar
apoyo pedagógico y recursos para ayudar a los académicos a desarrollar sus habilidades de enseñanza,
asegurando así que puedan transmitir sus conocimientos de manera efectiva a los estudiantes (Laurillard,
2012).
Por último, la calidad del personal académico también está influenciada por la cultura organizacional de
la universidad. Según Gibbons et al. (1994), una cultura que valora y promueve la colaboración, la
innovación y el aprendizaje continuo es fundamental para el desarrollo de un cuerpo académico de alta
calidad. Las universidades que logran crear un ambiente de apoyo y respeto mutuo entre sus académicos
tienden a ver mejoras en la productividad investigativa, la satisfacción laboral y la calidad de la
enseñanza.
En conclusión, la calidad del personal académico es un factor determinante en la gestión universitaria,
influenciada por políticas de contratación y retención, desarrollo profesional, internacionalización, y la
cultura organizacional. Las universidades que invierten en su personal académico y crean un entorno
propicio para el desarrollo de sus habilidades docentes e investigativas están mejor posicionadas para
ofrecer una educación de alta calidad y mantenerse competitivas en el ámbito global.
Gestión Financiera
La gestión financiera es un aspecto esencial que influye directamente en la calidad de la gestión
universitaria. Las universidades, al igual que cualquier otra organización, dependen de una
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administración eficaz de sus recursos financieros para cumplir con sus objetivos académicos y
operativos. Johnstone (2006) señala que la gestión financiera en las universidades es particularmente
compleja debido a la naturaleza dual de estas instituciones, que operan tanto como organizaciones
académicas como empresas en un mercado competitivo.
Uno de los principales desafíos en la gestión financiera universitaria es la diversificación de las fuentes
de ingresos. Salmi (2009) argumenta que las universidades que dependen en exceso de una única fuente
de financiamiento, como los subsidios gubernamentales, son vulnerables a las fluctuaciones en el
presupuesto y las políticas públicas. Para mitigar este riesgo, las universidades deben buscar diversificar
sus ingresos a través de la matrícula, la investigación financiada por la industria, las donaciones y otros
medios. Esta diversificación no solo proporciona estabilidad financiera, sino que también permite a las
universidades tener mayor autonomía y flexibilidad en la toma de decisiones estratégicas.
Otro aspecto crucial de la gestión financiera es la asignación eficiente de los recursos. Según las
investigaciones de Clark (1998), las universidades deben desarrollar sistemas robustos de planificación
financiera que aseguren que los recursos se distribuyan de manera que apoyen las prioridades
estratégicas de la institución. Esto incluye la asignación de fondos para el desarrollo del personal
académico, la mejora de la infraestructura, y la inversión en tecnología educativa. La eficiencia en la
asignación de recursos es fundamental para garantizar que las universidades puedan ofrecer una
educación de calidad sin comprometer su sostenibilidad a largo plazo.
La gestión del riesgo financiero también es una consideración importante. Las universidades deben estar
preparadas para enfrentar situaciones imprevistas que puedan afectar su estabilidad financiera, como la
disminución de la matrícula, la pérdida de financiamiento externo, o cambios en la regulación
gubernamental. Pfeffer (1992) sugiere que la implementación de estrategias de gestión de riesgos, como
la creación de fondos de reserva y la diversificación de las inversiones, puede ayudar a las universidades
a manejar estos desafíos y asegurar su continuidad operativa.
La transparencia y la rendición de cuentas son otros elementos críticos en la gestión financiera
universitaria. Las universidades, especialmente aquellas que reciben fondos públicos, tienen la
responsabilidad de administrar estos recursos de manera eficiente y de rendir cuentas a las partes
interesadas, incluidos los gobiernos, los estudiantes, y la sociedad en general. Marginson (2007) destaca
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la importancia de implementar sistemas de auditoría y evaluación financiera que aseguren que los fondos
se utilicen de manera adecuada y en línea con los objetivos institucionales.
Además, la gestión financiera en las universidades debe tener en cuenta el impacto de las políticas de
financiamiento en la equidad y el acceso a la educación superior. Según Altbach et al. (2009), las
políticas de financiamiento que dependen en gran medida de la matrícula pueden crear barreras para los
estudiantes de bajos ingresos, limitando su acceso a la educación superior. Las universidades deben
equilibrar la necesidad de generar ingresos con su responsabilidad social de proporcionar acceso
equitativo a la educación.
Finalmente, la innovación en la gestión financiera es esencial para enfrentar los desafíos actuales del
sector educativo. Laurillard (2012) sugiere que las universidades deben explorar nuevas formas de
financiamiento, como asociaciones público-privadas, crowdfunding para proyectos específicos, y la
monetización de la propiedad intelectual, para asegurar su viabilidad financiera en el futuro. La
capacidad de las universidades para innovar en la gestión financiera determinará en gran medida su
capacidad para ofrecer una educación de alta calidad y mantenerse competitivas en un entorno global
en constante cambio.
En resumen, la gestión financiera es un componente clave de la gestión universitaria, que afecta
directamente la capacidad de las universidades para cumplir con sus misiones educativas y de
investigación. La diversificación de ingresos, la asignación eficiente de recursos, la gestión del riesgo,
la transparencia y la innovación son elementos esenciales para garantizar la calidad y la sostenibilidad
financiera de las instituciones de educación superior.
Infraestructura y Recursos Tecnológicos
La infraestructura y los recursos tecnológicos son componentes fundamentales en la calidad de la gestión
universitaria, ya que proporcionan el entorno físico y digital necesario para el aprendizaje, la enseñanza
y la investigación. Según Duderstadt (2000), la infraestructura de una universidad no solo se refiere a
sus edificios y laboratorios, sino también a sus bibliotecas, espacios de estudio, y tecnologías de la
información y la comunicación (TIC), todos los cuales son esenciales para el funcionamiento efectivo
de la institución.
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Uno de los principales aspectos destacados en la literatura es la importancia de la infraestructura física
para crear un entorno de aprendizaje propicio. Las universidades que invierten en la construcción y
mantenimiento de instalaciones modernas y bien equipadas no solo mejoran la calidad de la enseñanza
y la investigación, sino que también atraen a estudiantes y personal académico de alta calidad (Salmi,
2009). La disponibilidad de espacios de estudio adecuados, laboratorios de investigación de última
generación, y bibliotecas bien dotadas es fundamental para apoyar la enseñanza de calidad y la
producción de conocimiento.
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) también juegan un papel crucial en la calidad
de la gestión universitaria. La integración de TIC en los procesos académicos y administrativos ha
revolucionado la forma en que las universidades operan, permitiendo una mayor eficiencia y
accesibilidad. Laurillard (2012) sostiene que las universidades que adoptan tecnologías educativas
innovadoras, como plataformas de aprendizaje en línea, sistemas de gestión de información académica,
y herramientas de colaboración digital, están mejor posicionadas para ofrecer una educación flexible y
de alta calidad.
Además, las TIC permiten a las universidades ampliar su alcance más allá de sus fronteras físicas,
ofreciendo programas de educación a distancia y formación continua que pueden llegar a estudiantes en
cualquier parte del mundo. Esto no solo mejora la accesibilidad a la educación, sino que también
proporciona una fuente adicional de ingresos para la institución, lo que es crucial en un entorno
financiero cada vez más competitivo (Knight, 2004).
La gestión de la infraestructura tecnológica también debe considerar la seguridad y la privacidad de los
datos. En un mundo cada vez más digitalizado, las universidades deben implementar sistemas robustos
de seguridad cibernética para proteger la información confidencial de estudiantes, personal académico
y administrativo. Altbach y Knight (2007) subrayan que la confianza en los sistemas tecnológicos es
esencial para el éxito de las iniciativas digitales en las universidades, y cualquier brecha en la seguridad
puede tener consecuencias graves para la reputación y la viabilidad de la institución.
Otro aspecto relevante es la sostenibilidad de la infraestructura universitaria. La literatura revisada indica
que las universidades están cada vez más enfocadas en el desarrollo de campus sostenibles, que no solo
reducen el impacto ambiental, sino que también pueden generar ahorros significativos en costos
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operativos a largo plazo (Vallaeys, 2008). Las universidades que implementan prácticas sostenibles,
como la construcción de edificios ecológicos, la gestión eficiente de la energía y el agua, y la promoción
de la movilidad sostenible, no solo cumplen con su responsabilidad social, sino que también pueden
mejorar su reputación y atractivo para estudiantes y personal.
Finalmente, la infraestructura y los recursos tecnológicos también juegan un papel crucial en la
internacionalización de las universidades. Las instituciones que cuentan con instalaciones y tecnologías
de alta calidad están mejor posicionadas para atraer a estudiantes y académicos internacionales, lo que
a su vez enriquece el ambiente académico y aumenta la visibilidad global de la universidad (De Wit,
2011). La capacidad de una universidad para ofrecer programas internacionales, colaborar en proyectos
de investigación transnacionales, y facilitar la movilidad internacional depende en gran medida de la
calidad de su infraestructura y recursos tecnológicos.
En conclusión, la infraestructura y los recursos tecnológicos son componentes esenciales en la calidad
de la gestión universitaria. Las universidades que invierten en instalaciones físicas de alta calidad,
adoptan tecnologías educativas innovadoras, aseguran la seguridad y sostenibilidad de sus
infraestructuras, y aprovechan estas capacidades para la internacionalización, están mejor posicionadas
para ofrecer una educación superior de calidad y mantenerse competitivas en el escenario global.
Internacionalización
La internacionalización es un proceso clave que influye significativamente en la calidad de la gestión
universitaria. Este concepto se refiere a la integración de una dimensión internacional, intercultural o
global en los propósitos, funciones y entrega de la educación superior. Según Knight (2004), la
internacionalización abarca no solo el intercambio académico y la movilidad estudiantil, sino también
la incorporación de perspectivas globales en el currículo, la colaboración en proyectos de investigación
transnacionales y la participación en redes académicas internacionales.
Uno de los principales beneficios de la internacionalización es la mejora de la calidad académica. La
movilidad estudiantil y docente, por ejemplo, permite a las universidades ampliar su alcance y atraer a
talentos globales, lo que enriquece el ambiente académico y cultural en el campus (Altbach & Knight,
2007). Las universidades que fomentan la movilidad internacional y participan activamente en redes
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académicas globales pueden ofrecer a sus estudiantes y personal académico oportunidades únicas de
aprendizaje y desarrollo, lo que a su vez fortalece su reputación y competitividad en el ámbito global.
La internacionalización también tiene un impacto directo en la investigación universitaria. Según De
Wit (2011), las universidades que colaboran en proyectos de investigación internacionales no solo
acceden a una mayor diversidad de ideas y recursos, sino que también aumentan la visibilidad y el
impacto de sus investigaciones. La colaboración internacional permite a los investigadores abordar
problemas globales desde diferentes perspectivas culturales y disciplinarias, lo que enriquece la calidad
de la investigación y su relevancia en un contexto global.
Además, la internacionalización del currículo es otro aspecto crucial. La incorporación de perspectivas
globales e interculturales en los programas académicos prepara a los estudiantes para vivir y trabajar en
un mundo cada vez más interconectado. Laurillard (2012) argumenta que un currículo
internacionalizado no solo mejora la empleabilidad de los graduados, sino que también promueve el
entendimiento intercultural y la cooperación global. Las universidades que logran integrar efectivamente
estos elementos en su enseñanza están mejor posicionadas para formar a los líderes globales del futuro.
Sin embargo, la internacionalización también presenta desafíos significativos. Uno de ellos es la
necesidad de equilibrar la dimensión internacional con el contexto local. Marginson (2007) señala que,
en algunos casos, las universidades pueden priorizar demasiado la internacionalización en detrimento
de su misión local y de la relevancia social en su comunidad inmediata. Las universidades deben
asegurarse de que su estrategia de internacionalización esté alineada con sus objetivos institucionales y
que beneficie tanto a la comunidad local como a la global.
Otro desafío es la gestión de la diversidad cultural dentro del campus. La llegada de estudiantes y
académicos internacionales puede generar tensiones culturales si no se manejan adecuadamente. Es
fundamental que las universidades desarrollen políticas y programas que promuevan la inclusión y el
respeto por la diversidad, creando un entorno en el que todos los estudiantes y el personal se sientan
valorados y apoyados (GUNI, 2017).
Finalmente, la internacionalización también está influenciada por factores externos, como las políticas
de inmigración y las relaciones internacionales. Las universidades deben estar atentas a los cambios en
estos contextos y adaptar sus estrategias de internacionalización en consecuencia. Según Altbach et al.
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(2009), las universidades que son capaces de navegar estos desafíos y aprovechar las oportunidades de
la internacionalización están mejor equipadas para ofrecer una educación de calidad y mantenerse
competitivas en un entorno global.
En resumen, la internacionalización es un factor determinante en la calidad de la gestión universitaria,
con impactos significativos en la calidad académica, la investigación, y el currículo. Sin embargo, las
universidades deben gestionar cuidadosamente los desafíos asociados con la internacionalización para
maximizar sus beneficios y asegurar que contribuye positivamente a su misión institucional.
Relación con el Entorno Socioeconómico
La relación de las universidades con su entorno socioeconómico es un aspecto crucial en la calidad de
la gestión universitaria. Las universidades no operan de manera aislada; están profundamente integradas
en el contexto social, económico y cultural en el que se encuentran. Etzkowitz y Leydesdorff (2000)
introducen el concepto de la Triple Hélice, que describe la interacción entre la universidad, la industria
y el gobierno como un modelo para la innovación y el desarrollo económico. Esta interacción es
fundamental para comprender cómo las universidades pueden contribuir al desarrollo socioeconómico
y, al mismo tiempo, beneficiarse de su entorno.
Uno de los principales modos en que las universidades interactúan con su entorno es a través de la
colaboración con la industria y el sector privado. Estas colaboraciones pueden incluir desde la
investigación aplicada hasta programas de formación y desarrollo de competencias que responden a las
necesidades del mercado laboral. Según Clark (1998), las universidades que establecen relaciones
sólidas con la industria no solo aumentan sus recursos financieros a través de la investigación financiada,
sino que también mejoran la relevancia y la aplicabilidad de su enseñanza y aprendizaje. Esto, a su vez,
puede aumentar la empleabilidad de los graduados y fortalecer la reputación de la universidad en su
comunidad.
Otro aspecto importante es la responsabilidad social universitaria (RSU). Vallaeys (2008) argumenta
que las universidades tienen un papel esencial en la promoción del bienestar social y económico en sus
comunidades. Esto puede manifestarse en diversas formas, desde la prestación de servicios comunitarios
y programas de extensión hasta la promoción de la sostenibilidad ambiental y la equidad social. Las
universidades que adoptan una fuerte responsabilidad social no solo cumplen con su misión educativa,