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INTRODUCCIÓN
Dentro del marco de salud pública el embarazo adolescente se estima un problema significativo que
pone en riesgo la vida tanto de la madre como del producto. Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS) considera el embarazo adolescente en mujeres a partir de los 10 años hasta los 19 años las cuales
tienen un mayor riesgo de sufrir una endometritis puerperal, eclampsia e infecciones sistémicas que una
mujer de 20 a 24 años, en cuanto a los bebes tienden a ser prematuros, de bajo peso y pueden presentar
infecciones neonatales. (Gamarra, 2022)
Cada año, en regiones de desarrollo quedan embarazadas 21 millones de mujeres entre 15 y 19 años de
las cuales 12 millones de ellas dan a luz. La tasa de nacimientos ha disminuido de 64,5 nacimientos por
cada 1000 mujeres en el año 2000 a 41,3 nacimientos por cada 1000 mujeres en 2023. Aunque se han
producido disminuciones en todas las regiones, África Subsahariana, América Latina y el Caribe
continúan teniendo la tasa más alta a nivel mundial con 97,9 y 51,4 nacimientos por cada 1000 mujeres,
respectivamente en 2023. (OMS, 2024)
A nivel mundial en el año 2023, se estima que la tasa de natalidad en adolescentes de 10 a 14 años fue
de 1,5 por cada 1000 mujeres. (OMS, 2024)
Según la UNAM, México se coloca en el primer lugar en embarazos adolescentes a nivel mundial, entre
las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con una tasa
de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años. (INSP, 2023).
En Michoacán se registraron 437,009 adolescentes entre 15 y 19 años, que representan el 9.51% del
total de la población (Loa, 2019).
La mortalidad materna calculada fue de 23.8 defunciones por cada 100 mil nacimientos estimados, y
en la primera semana de abril se registraron 138 defunciones, mientras que en el año 2022 se registraron
206 defunciones. (Montoya, 2023)
Se considera que las principales causas de muerte en las adolescentes, se presentan durante el periodo
del embarazo y durante el parto en los países de desarrollo, a su vez conlleva a riesgos físicos, mentales
y sociales, que disminuye las oportunidades educativas, salarios inadecuados y en ocasiones son
propensas a sufrir violencia por parte de sus parejas, por ello es que son más vulnerables a una mayor
dependencia. (INEGI, 2021)