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INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la adolescencia como la etapa que comprende
desde la niñez hasta la edad adulta (desde los 10 a los 19 años), considera que esta es la etapa más
importante para asentar los pilares que ayudan a mantener una buena salud por el resto de la vida, debido
a que los adolescentes cursan un crecimiento rápido a nivel físico, cognoscitivo y psicosocial,
experimentando varias situaciones que influyen en su forma de pensar y sentir, mismas que afectan la
toma de decisiones de su entorno (1). Por otra parte, la salud sexual es aquel estado de bienestar integral
(físico, mental y social) del que se constituyen todos los actores de la sociedad, siendo parte fundamental
para el desarrollo económico y social de cada país, fomenta la responsabilidad y el respeto sobre la
sexualidad y las relaciones sexuales, apuntando a una experiencia segura y satisfactoria, sin que existan
acciones discriminatorias o violentas (2).
Considerando lo antes mencionado, es preciso recalcar que durante muchos años, la sexualidad fue un
tabú, los conocimientos que se impartían en la sociedad eran basados en la experiencia propia y no de
fuentes verificadas, acompañado de esto, el desinterés de los adolescentes y la escasa promoción de
temas relacionados a la sexualidad fomentaban prácticas sexuales inadecuadas, mismas que conducían
el aumento de embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual (ITS), siendo la población
adolescente la más afectada. A nivel mundial, son varios los factores que incrementan los embarazos
en la adolescencia, Jijón considera que entre los más destacados se encuentran las condiciones
socioeconómicas, el nivel educativo y el matrimonio precoz ((3).
La Guía Metodológica de Prevención del embarazo en niñas y adolescentes, clasifica cuatro factores de
riesgo para los embarazos adolescentes, el factor individual conformado por los valores, creencias,
desconocimiento de derechos, abuso de sustancias, ausencia o bajo nivel de instrucción, poca
autoestima y desesperanza; los factores familiares como la poca integridad familiar, conflictos,
violencia y aprobación del matrimonio temprano; también los factores escolares tales como la falta de
información sobre salud sexual, reconocimiento, dificultades para acceder a la educación, prejuicios; y
finalmente los factores sociales, entre los más importantes, la dificultades socioeconómicas, migración,
violencia, entre otros (4).