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coluria y coluria ictericia. En la mayoría de los casos, la enfermedad se resuelve espontáneamente; sin
embargo, entre un 10 y un 20% de los casos sintomáticos pueden tener un curso atípico, que se
manifiesta como hepatitis recurrente, colestasis persistente, desarrollo de hepatitis autoinmune o fallo
hepático fulminante.
Perez y colaboradores (2019) presentan el caso clínico de una mujer de 38 años, sin antecedentes
médicos relevantes ni hábitos tóxicos, acudió al hospital tras 2-3 días de cefalea y malestar general,
presentando confusión y alteraciones en el lenguaje al despertar. En la valoración neurológica, mostró
un nivel de consciencia adecuado, inquietud, inatención y afasia mixta moderada, sin otros signos
neurológicos ni meníngeos. Las pruebas iniciales, incluyendo tomografía y estudios de perfusión, no
revelaron un origen vascular, lo que llevó a realizar una punción lumbar que mostró un líquido
cefalorraquídeo claro, con indicios de meningoencefalitis aguda, probablemente viral, y se inició
tratamiento empírico con aciclovir. Sin embargo, los cultivos y serologías fueron negativos para varias
infecciones, aunque se detectó una serología positiva para hepatitis A, confirmando la infección activa.
La paciente no presentó signos de daño hepático al inicio, pero desarrolló ictericia y otros síntomas días
después. Con un manejo de soporte y la resolución gradual de la afasia, fue dada de alta al séptimo día,
con el diagnóstico de meningoencefalitis aguda por virus de la hepatitis.
A su vez, Sierra (2021) presenta el caso de un hombre de 49 años, trabajador independiente y sin
antecedentes relevantes, que ingresó al servicio de urgencias tras 7 días de malestar general, fiebre leve,
pérdida de apetito, náuseas y dolor abdominal en el mesogastrio y el hipocondrio derecho. Presentó
orina hiperpigmentada dos días antes de la consulta. En el examen físico, se observó ictericia, mucosas
secas y dolor leve en el hipocondrio derecho, sin signos de irritación peritoneal ni megalias. Se sospechó
enfermedad de la vesícula biliar, lo que llevó a realizar una ecografía que mostró una vesícula distendida
con paredes engrosadas, sin dilatación de la vía biliar. La tomografía abdominal reveló engrosamiento
de las paredes de la vesícula, pero sin masas, y se reportó edema periportal. Los exámenes de laboratorio
confirmaron infección por virus de hepatitis A (VHA). Tras consultar con Hepatología, se concluyó que
los hallazgos en la vesícula eran secundarios a la infección, y se optó por un tratamiento conservador.
Durante su hospitalización, el paciente recibió hidratación intravenosa y analgésicos según necesidad,