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políticas. Históricamente, han sido diseñados con objetivos específicos: proteger sectores estratégicos,
corregir desequilibrios comerciales, incentivar la creación de empleo y generar ingresos fiscales. No
obstante, su implementación también acarrea consecuencias secundarias significativas, como
distorsiones en la competitividad internacional, tensiones en las relaciones diplomáticas y efectos
regresivos en la distribución del ingreso.
En el contexto actual, los aranceles han retomado protagonismo, particularmente en economías
avanzadas como la de Estados Unidos. Desde su aplicación en 2018 bajo la administración de Donald
Trump, estas medidas han generado transformaciones sustanciales en las cadenas de suministro globales
y en la dinámica de competitividad de las empresas nacionales. Sectores como el acero, la tecnología y
los bienes de consumo han sido especialmente afectados. Sin embargo, su impacto trasciende las
fronteras nacionales, provocando represalias comerciales, volatilidad en los mercados financieros y
cuestionamientos al sistema multilateral de comercio.
Uno de los aspectos más controvertidos de los aranceles es su incidencia en la distribución del ingreso.
Al encarecer los bienes importados, estas medidas tienden a perjudicar de manera desproporcionada a
los hogares de menores ingresos, quienes dedican una mayor proporción de sus recursos a la adquisición
de productos esenciales. A pesar de que las industrias protegidas pueden registrar beneficios a corto
plazo, como el aumento del empleo, estos beneficios están concentrados en sectores específicos y no
compensan los costos económicos y sociales que recaen sobre el conjunto de la economía.
Por otro lado, los ingresos fiscales derivados de los aranceles representan una fuente potencial para
financiar proyectos de infraestructura, programas de capacitación laboral y subsidios a la industria. No
obstante, estos ingresos conllevan un costo asociado, como el incremento en los niveles de inflación y
la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, especialmente en un entorno caracterizado por
cadenas de suministro globalizadas e interdependientes.
La naturaleza dual de los aranceles se refleja en sus efectos contradictorios. Si bien pueden proteger a
las industrias nacionales de la competencia externa, también pueden debilitar su eficiencia al reducir los
incentivos para innovar y mejorar. Además, al aumentar los costos de producción para las empresas que
dependen de insumos importados, los aranceles dificultan su capacidad para competir en los mercados
internacionales.