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Las obras, especialmente El Método: la naturaleza de la naturaleza (Morin, 2006) y La cabeza bien
puesta (Morin, 1999), inauguraron una nueva era en la epistemología. Por este motivo, es la que vamos
a utilizar como referencia básica para sustentar nuestra posición al respecto. Algunas de sus cuestiones
más significativas. El camino hacia la participación del sujeto en la cuestión se reanuda a través de
encrucijadas, pero el investigador, siguiendo al sabio, debe ser capaz de intentar construir la propia
narratio philosophica partiendo de singularidades e insistencias existentes, es decir, capacidad para
agudizar el campo de análisis, para distinguir nuevas unidades y nuevas categorías, descartar las viejas,
explorar todas las situaciones posibles, desestimar falsas alternativas y considerar todas las posibles
desde el conocimiento específico, marcando hipótesis y conduciendo experimentos adecuados, siendo
capaz de superar dialécticamente las limitaciones de estos (Vargas y Rojas, 2024). Seguir uno a uno
todos estos procedimientos, asegura la filosofía por la que optó, es un proyecto infinito que permite una
flexibilidad.
Principios y características del pensamiento complejo
El pensamiento complejo apela a una epistemología del sujeto, a un pensar a partir del sujeto que
comprende la necesidad de sentar la racionalidad en la racionalidad sensible, acepta la realidad como
generadora de problemas y evita la obstinación de lo simple (Galati, 2023). El pensamiento complejo
asume la responsabilidad de enriquecer una epistemología racional, sin caer en el fondo del
irracionalismo. No se puede ser racional sin sensibilidad, sin los afectos, las pasiones, las intuiciones, la
solidaridad, etc. La tarea del pensamiento complejo, puesto que ha de ser guiada por los problemas
encontrados, es siempre incompleta, parcial, elusiva, incierta o riesgosa. Se sitúa en una racionalidad
que puede y debe abrirse a lo cualitativo, lo simbólico, a las intuiciones, pero siempre buscando la
inteligibilidad y no justificándose con la sintaxis de la verosimilitud (Morin, 2006 y 2006ª).
El pensamiento complejo busca resituar los fenómenos no para asegurar la certidumbre de los
fundamentos, sino para encontrar en la incertidumbre un medio y no un resultado siempre inicial. Para
lograr una cierta inteligibilidad, sin desechar o exorcizar a la complejidad, el pensamiento complejo se
vale de conceptos refractarios como los de sistema-límite, sistema-objeto, sistema-entorno, retroacción,
recursión, de reticularidad, de auto-eco-organización (Morin, 1990). Se insiste que, en realidad, la
existencia del objeto-ciencia es una ilusión óptica. Las ciencias solo logran constelar visiones locales,