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Es fundamental destacar que, al mirar hacia el futuro, el agua limpia se vislumbra como el desafío
ambiental número uno en el este siglo, de manera análoga a lo que ocurrió con la atmósfera durante el
siglo XX. Además, se prevé que las migraciones humanas serán cada vez más impulsadas y forzadas
por la creciente escasez de agua, en un mundo donde el poblamiento de áreas que en la actualidad son
consideradas inhabitables seguirá aumentando.
Este fenómeno se verá exacerbado por conflictos bélicos, los efectos devastadores del cambio climático,
el efecto invernadero, la degradación de los suelos fértiles, así como la contaminación de las aguas, tanto
superficiales como subterráneas, que son indispensables para la vida (Orta, 2018). Es crucial que
tomemos conciencia de estas realidades y nos preparemos para enfrentar estos desafíos inminentes.
Incluso en países como España, una nación que se encuentra en la encrucijada de diversas culturas a lo
largo de su historia, el persistente conflicto relacionado con el agua divide al país en dos partes bien
marcadas: una región es significativamente más rica en recursos hídricos, donde las lluvias son
frecuentes y el agua abunda, mientras que la otra es considerablemente más pobre y escasa en cuanto a
estos recursos. Estas dos regiones no logran convivir pacíficamente, generando tensiones y disputas
constantes (Tejedor y Cárcel-Carrasco, 2017). Además, se ha visto la necesidad de cortar el caudal
ecológico del río, lo cual tiene como consecuencia la reducción de las zonas húmedas del sur, que, en el
fondo, no dejan de ser una simple cuneta, especialmente después de que se le ha tomado el caudal al
mismo río. Estas comunidades han recorrido y utilizado todas las acequias y canales disponibles,
debilitando así, hace ya un cuarto de siglo, a los ecosistemas más frágiles y deteriorados de Europa, tales
como el Mar Menor y las Tablas de Daimiel. Si no toman medidas efectivas muy pronto, estos
ecosistemas, que una vez fueron vibrantes y llenos de vida, acabarán convirtiéndose en simplemente
antropogénicos, con consecuencias devastadoras para el medio ambiente. Ejemplos a nivel global como
el Danubio y el extinto mar de Aral son testimonios de cómo la gestión del agua se ha convertido en un
factor crucial que está directamente relacionado con la pérdida y degradación del medio ambiente.
El Agua como derecho humano
A lo largo de la historia, los seres humanos han procurado garantizar de manera constante su
supervivencia y desarrollo, razón por la cual en cada época y cultura solo han respetado aquellos
sistemas en los que tuviesen la capacidad de influir o, en su defecto, poder controlar de manera eficaz