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(1978) relaciona las estrategias de aprendizaje con la consecución de un aprendizaje efectivo, ya que
muchos estudiantes pierden tiempo memorizando por desconocimiento o falta de aplicación de estas
estrategias, lo que limita su desarrollo personal, cognitivo y profesional (O’Neil, 1978). Los profesores
tienen una gran responsabilidad en el éxito del aprendizaje, debiendo adaptar sus métodos de enseñanza
al estudiante, especialmente al desarrollar las estrategias de aprendizaje, estimulando la planificación y
el control de sus propias actividades (Nisbet, 1987; Selmes, 1988). Selmes identifica principios para la
enseñanza de estrategias de aprendizaje, como fomentar la reflexión, la acción reflexiva, la meditación
sobre procesos cotidianos, la aplicación selectiva de estrategias eficaces y el respaldo a nuevas técnicas
en todas las materias. Claxton (1985) afirma que aprender a enseñar implica desarrollar un mecanismo
de control ejecutivo que acceda y combine las habilidades de aprendizaje necesarias. La utilización
estratégica de habilidades cognitivas permite al alumno seleccionar información importante, integrarla
con el conocimiento previo y recuperarla para su uso futuro (Pintrich y Johnson, 1990). Nisbet y
Shucksmith (1987) consideran las estrategias de aprendizaje como de naturaleza más elevada y general
que las técnicas específicas, proponiendo estrategias como la formulación de cuestiones, planificación,
control, comprobación, revisión y autoevaluación.
Nisbet y Shucksmith clasifican las estrategias en Microestrategias (procesos ejecutivos específicos,
fáciles de enseñar), Macroestrategias (procesos metacognitivos, difíciles de enseñar, pero fácilmente
generalizables) y Estrategia central (relacionada con el estilo de aprendizaje y aspectos difíciles de
modificar como actitudes y motivaciones). Danserau (1978) realiza una clasificación completa
diferenciando Estrategias Primarias (para comprender, retener, recuperar y emplear la información, con
fases de comprender, recordar, asimilar, expandir y repasar) y Estrategias de Apoyo (relacionadas con
aspectos anímicos que influyen en el clima cognitivo, incluyendo planificación y gestión del tiempo,
concentración y control y diagnóstico personal).
Al abordar una perspectiva cualitativa centrada en los Estilos de Aprendizaje, se parte del análisis de
los rasgos cognitivos. Kolb (1984) define los estilos como capacidades de aprender que destacan sobre
otras, debido a la herencia, experiencias y demandas del entorno, influyendo en la resolución de
conflictos entre ser activo y reflexivo, y entre ser inmediato y analítico. Smith (1988) los define como
los modos característicos en que un individuo procesa la información, siente y se comporta en