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a las diversas etapas del ciclo vital y enfrentar de manera efectiva las crisis que surgen tanto de forma
esperada como inesperada. Una familia funcional es aquella que cumple adecuadamente con sus
funciones —educativas, afectivas, reproductivas, económicas y sociales— en consonancia con las
demandas de su contexto y etapa vital. Por el contrario, una familia disfuncional es aquella que, ante
tales demandas, presenta desequilibrios que afectan el bienestar de uno o varios de sus integrantes. Esta
capacidad adaptativa puede verse alterada por diversos factores, entre ellos la presencia de enfermedades
crónicas, conflictos interpersonales, dificultades económicas o eventos traumáticos.
Dentro de este entramado familiar, el subsistema conyugal desempeña un papel clave. Este subsistema
se establece cuando dos personas deciden conformar una relación de pareja estable, con la expectativa
de compartir un proyecto de vida en común. En su interior, se conjugan dimensiones fisiológicas,
biológicas, afectivas y sociales, entre ellas la sexualidad, la comunicación, la resolución de conflictos,
el apoyo mutuo y la toma de decisiones compartida. Una relación de pareja funcional no se define por
la ausencia de conflictos, sino por la capacidad de la pareja para afrontarlos y resolverlos de forma
constructiva. La calidad de la relación conyugal, medida a través de indicadores como el consenso, la
cohesión y la satisfacción conyugal, influye de manera directa en la estabilidad emocional del individuo
y en la salud de todo el sistema familiar.
Las crisis familiares, entendidas como periodos de desestabilización que exigen adaptaciones
importantes por parte del sistema familiar, pueden ser normativas o paranormativas. Las primeras están
relacionadas con eventos esperables del ciclo vital, como el nacimiento de hijos, la adolescencia, la
salida del hogar de los hijos adultos o la jubilación. Las crisis paranormativas, en cambio, derivan de
situaciones inesperadas o externas, tales como una enfermedad crónica, accidentes, pérdidas económicas
o muerte. La aparición de una enfermedad crónica como la diabetes mellitus tipo 2 constituye un ejemplo
claro de crisis paranormativa, al implicar una transformación profunda en la rutina, los hábitos, la
economía familiar y, sobre todo, en la dinámica relacional de la pareja.
En este marco, resulta imprescindible considerar cómo la aparición de una enfermedad crónica, como
la DM2, puede alterar el equilibrio del subsistema conyugal. Esta enfermedad, al requerir
modificaciones en la dieta, el ejercicio, el uso constante de medicamentos y el seguimiento médico
frecuente, puede generar estrés, ansiedad, frustración y desgaste en la relación de pareja. A ello se suma