FACTORES SOCIOCULTURALES QUE
PERPETÚAN LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
ENTRE CÓNYUGES EN CHETUMAL, QUINTANA
ROO: UN ANÁLISIS DOCUMENTAL
SOCIOCULTURAL FACTORS THAT PERPETUATE
DOMESTIC VIOLENCE BETWEEN SPOUSES IN
CHETUMAL, QUINTANA ROO: A DOCUMENTARY
ANALYSIS
Mirley Sarahí Sulub May
Universidad Vizcaya de las Américas, México
pág. 11031
DOI: https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i3.18869
Factores Socioculturales que Perpetúan la Violencia Intrafamiliar entre
Cónyuges en Chetumal, Quintana Roo: Un Análisis Documental
Mirley Sarahí Sulub May
1
mirleysulub97@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-9306-3057
Universidad Vizcaya de las Américas Campus Chetumal
Chetumal, Quintana Roo. México
RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo analizar los factores socioculturales que perpetúan la violencia
intrafamiliar entre cónyuges en la ciudad de Chetumal, Quintana Roo, México. A través de una
metodología cualitativa de tipo documental, descriptiva y exploratoria, se examinaron las dinámicas de
poder, los roles de género tradicionales y las estructuras culturales que contribuyen a la normalización
de la violencia doméstica en el contexto local. La investigación se fundamentó en la revisión exhaustiva
de literatura especializada, estadísticas oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares
(ENDIREH), y marcos normativos vigentes. Los resultados revelan que la violencia intrafamiliar en
Chetumal representa el 73.3% del total de denuncias, evidenciando la persistencia de patrones culturales
patriarcales que asignan roles rígidos de género, donde el hombre es concebido como proveedor y
autoridad, mientras la mujer es relegada al ámbito doméstico y de cuidado. Se identificaron como
factores determinantes la subordinación femenina normalizada, los estereotipos de género arraigados,
y la limitada intervención institucional. El estudio concluye que la violencia intrafamiliar constituye un
fenómeno multifacético que requiere intervenciones integrales que aborden tanto las causas
estructurales como las manifestaciones específicas del problema en el contexto sociocultural de
Chetumal.
Palabras clave: violencia intrafamiliar, cónyuges, factores socioculturales, Chetumal, conductas
antijurídicas
1
Autor principal
Correspondencia; mirleysulub97@gmail.com
pág. 11032
Sociocultural Factors that Perpetuate Domestic Violence Between Spouses
in Chetumal, Quintana Roo: A Documentary Analysis
ABSTRACT
This article aims to analyze the sociocultural factors that perpetuate domestic violence between spouses
in the city of Chetumal, Quintana Roo, Mexico. Through a qualitative methodology of documentary,
descriptive and exploratory type, power dynamics, traditional gender roles and cultural structures that
contribute to the normalization of domestic violence in the local context were examined. The research
was based on an exhaustive review of specialized literature, official statistics from the Executive
Secretariat of the National Public Security System, data from the National Survey on the Dynamics of
Household Relations (ENDIREH), and current regulatory frameworks. The results reveal that domestic
violence in Chetumal represents 73.3% of total complaints, evidencing the persistence of patriarchal
cultural patterns that assign rigid gender roles, where men are conceived as providers and authority
figures, while women are relegated to the domestic and care sphere. Normalized female subordination,
entrenched gender stereotypes, and limited institutional intervention were identified as determining
factors. The study concludes that domestic violence constitutes a multifaceted phenomenon that
requires comprehensive interventions that address both the structural causes and specific manifestations
of the problem in the sociocultural context of Chetumal.
Keywords: domestic violence, spouses, sociocultural factors, Chetumal, unlawful behaviors
Artículo recibido 19 junio 2025
Aceptado para publicación: 23 julio 2025
pág. 11033
INTRODUCCIÓN
La violencia intrafamiliar constituye uno de los fenómenos sociales más complejos y preocupantes de
la sociedad contemporánea, representando una grave violación a los derechos humanos fundamentales
que trasciende fronteras geográficas, culturales y socioeconómicas [1]. En el contexto mexicano, y
particularmente en la ciudad de Chetumal, Quintana Roo, esta problemática ha adquirido dimensiones
alarmantes que demandan una comprensión profunda de sus causas estructurales y manifestaciones
específicas.
La Organización Mundial de la Salud define la violencia como “el uso deliberado de la fuerza física o
el poder ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o
comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos,
trastornos del desarrollo o privaciones[2]. Esta definición adquiere particular relevancia cuando se
contextualiza en el ámbito familiar, donde las relaciones de poder, intimidad y dependencia crean
condiciones específicas que pueden facilitar o perpetuar dinámicas violentas.
La importancia de abordar la violencia intrafamiliar entre cónyuges radica en múltiples factores que
convergen para configurar un problema de salud pública de primera magnitud. Según datos del
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la violencia intrafamiliar en
Chetumal representa el 73.3% del total de denuncias registradas, cifra que evidencia la magnitud del
problema en el contexto local [3]. Esta estadística no solo refleja la prevalencia del fenómeno, sino que
también sugiere la existencia de factores estructurales y culturales específicos que requieren análisis
detallado.
La familia, reconocida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación como “la base de la sociedad” y
como “una institución de orden público, conformada por personas vinculadas entre , con derechos y
deberes recíprocos”, se convierte paradójicamente en el escenario donde se perpetran algunas de las
violaciones más graves a la dignidad humana [4]. Esta contradicción entre el ideal normativo de la
familia como espacio de protección y cuidado, y la realidad de la violencia que se ejerce en su interior,
constituye uno de los aspectos más preocupantes del fenómeno.
Para comprender la complejidad de la violencia intrafamiliar entre cónyuges, es fundamental partir de
un marco teórico que integre perspectivas sociológicas, psicológicas y jurídicas.
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La teoría de género, desarrollada por autoras como Joan Scott y Judith Butler, proporciona herramientas
conceptuales esenciales para entender cómo las construcciones sociales de masculinidad y feminidad
contribuyen a la perpetuación de relaciones de poder asimétricas [5].
Desde la perspectiva sociocultural, Marta Lamas señala que las sociedades se han estructurado
históricamente en base a la diferencia sexual, determinando roles específicos que se atribuyen a hombres
y mujeres desde el nacimiento [6]. Esta diferenciación, que trasciende lo meramente biológico para
convertirse en una construcción cultural, establece expectativas comportamentales, sentimentales y de
pensamiento que condicionan las relaciones interpersonales y, específicamente, las dinámicas
conyugales.
La división sexual del trabajo, como fenómeno histórico y cultural, ha asignado tradicionalmente a la
mujer el espacio doméstico y las funciones de cuidado, mientras que al hombre se le ha conferido el rol
de proveedor y protector [7]. Esta distribución de roles, aparentemente complementaria, genera en la
práctica relaciones de dependencia y subordinación que pueden facilitar el ejercicio de la violencia
como mecanismo de control y dominación.
Los estudios sobre violencia intrafamiliar en México han experimentado un desarrollo significativo en
las últimas décadas, particularmente a partir de la implementación de la Encuesta Nacional sobre la
Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH). Los datos de esta encuesta revelan patrones
preocupantes en las percepciones sobre los roles de género y su relación con la violencia doméstica.
Según el Instituto Nacional de las Mujeres, el 43% de las mujeres que no sufren violencia considera
que “una buena esposa debe obedecer a su pareja en todo lo que él ordene”, mientras que entre las
mujeres que experimentan violencia, esta proporción disminuye al 36% [8]. Esta aparente paradoja
sugiere que la obediencia hacia el esposo podría generar menos violencia explícita, pero también
evidencia la persistencia de estereotipos de género que normalizan la subordinación femenina.
Investigaciones previas han identificado diversos factores que contribuyen a la perpetuación de la
violencia intrafamiliar. Entre estos se encuentran los factores socioculturales, como los roles
tradicionales de género y las normas culturales que refuerzan la subordinación de la mujer; los factores
psicológicos, incluyendo patrones de aprendizaje y transmisión intergeneracional de la violencia; y los
factores estructurales, como la limitada efectividad de los mecanismos de protección y sanción [9].
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Chetumal, como capital del estado de Quintana Roo, presenta características socioculturales específicas
que influyen en las dinámicas familiares y conyugales. La ciudad se encuentra en una región de
transición cultural, donde convergen tradiciones mayas ancestrales, influencias caribeñas y procesos de
modernización asociados al desarrollo turístico del estado.
Esta confluencia cultural genera tensiones particulares en la construcción de identidades de género y en
las expectativas sobre los roles conyugales. Por un lado, persisten estructuras tradicionales que asignan
roles rígidos a hombres y mujeres; por otro, los procesos de modernización y la creciente participación
femenina en el ámbito laboral y educativo generan transformaciones en las dinámicas familiares que no
siempre son acompañadas por cambios en las mentalidades y expectativas culturales.
El problema central que aborda esta investigación se formula en los siguientes términos: ¿Cuáles son
los factores socioculturales que perpetúan la violencia intrafamiliar entre cónyuges en la ciudad de
Chetumal, y cómo estos factores se manifiestan en las dinámicas de poder, los roles de género y las
estructuras culturales locales?
Esta pregunta de investigación se desglosa en interrogantes específicas que guían el análisis: ¿Cómo
influyen los roles tradicionales de género en la perpetuación de la violencia conyugal? ¿Qué papel
juegan las expectativas culturales sobre la masculinidad y la feminidad en la normalización de
comportamientos violentos? ¿Cuáles son las modalidades específicas que adopta la violencia
intrafamiliar en el contexto de Chetumal? ¿Qué tipos de conductas antijurídicas se identifican en los
casos de violencia conyugal?
Objetivo General: Analizar los factores socioculturales que perpetúan la violencia intrafamiliar entre
cónyuges en la ciudad de Chetumal, Quintana Roo, para contribuir a la comprensión integral del
fenómeno y proponer elementos para su abordaje efectivo.
Objetivos Específicos: 1. Caracterizar los factores socioculturales que constituyen el perfil de la
violencia intrafamiliar entre los cónyuges en Chetumal. 2. Describir las modalidades que adopta la
violencia intrafamiliar entre los cónyuges en la ciudad de Chetumal. 3. Identificar los tipos de conductas
antijurídicas que involucra la violencia intrafamiliar entre los cónyuges en Chetumal. 4. Revisar las
acciones que ha instrumentado el gobierno estatal para atender la violencia intrafamiliar entre los
cónyuges.
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METODOLOGÍA
La presente investigación se desarrolló bajo un paradigma cualitativo, adoptando un diseño de tipo
documental, descriptivo y exploratorio, orientado a analizar los factores socioculturales que influyen en
la perpetuación de la violencia intrafamiliar entre cónyuges en la ciudad de Chetumal, Quintana Roo.
La elección de este enfoque metodológico se fundamenta en la naturaleza compleja del fenómeno
estudiado, que requiere una comprensión profunda de las dinámicas sociales, culturales y psicológicas
que subyacen a las manifestaciones de violencia en el ámbito conyugal.
El enfoque cualitativo permite abordar la violencia intrafamiliar desde una perspectiva comprensiva,
reconociendo la importancia de los significados, percepciones y experiencias que configuran las
relaciones conyugales en el contexto específico de Chetumal [10]. Este enfoque resulta particularmente
apropiado para el análisis de fenómenos sociales complejos, donde las variables cuantitativas por
solas no logran capturar la riqueza y profundidad de las dinámicas interpersonales y culturales
involucradas.
El carácter descriptivo de la investigación se orienta a caracterizar de manera detallada los factores
socioculturales identificados, sus manifestaciones específicas y las modalidades que adopta la violencia
intrafamiliar en el contexto local. Por su parte, el componente exploratorio permite profundizar en
aspectos poco estudiados del fenómeno, particularmente en lo que respecta a las especificidades
culturales y sociales de Chetumal como contexto de análisis [11].
La investigación documental constituye el diseño metodológico central de este estudio,
fundamentándose en el análisis sistemático y crítico de fuentes documentales diversas que proporcionan
información relevante sobre la violencia intrafamiliar entre cónyuges. Este diseño permite acceder a
una amplia gama de perspectivas teóricas, datos empíricos y marcos normativos que enriquecen la
comprensión del fenómeno estudiado [12].
La investigación documental se estructura en torno a tres ejes principales: el análisis teórico-conceptual,
que permite establecer el marco interpretativo del estudio; el análisis empírico, basado en datos
estadísticos y estudios previos; y el análisis normativo-institucional, que examina las respuestas legales
e institucionales al problema de la violencia intrafamiliar.
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La población objeto de análisis está constituida por los cónyuges de la ciudad de Chetumal, Quintana
Roo, entendiendo por tales tanto a las parejas unidas en matrimonio como aquellas en situación de
concubinato o unión libre. El contexto sociocultural de Chetumal presenta características específicas
que lo convierten en un caso de estudio relevante para el análisis de la violencia intrafamiliar.
Chetumal, como capital del estado de Quintana Roo, se caracteriza por ser una ciudad de tamaño medio
con una población aproximada de 180,000 habitantes, donde convergen influencias culturales diversas:
tradiciones mayas ancestrales, influencias caribeñas derivadas de su proximidad geográfica con Belice,
y procesos de modernización asociados al desarrollo turístico del estado [13]. Esta confluencia cultural
genera dinámicas particulares en la construcción de identidades de género y en las expectativas sobre
los roles conyugales.
Las fuentes de información utilizadas en esta investigación se clasifican en tres categorías principales:
Fuentes Primarias: Incluyen legislación nacional y estatal sobre violencia intrafamiliar, documentos
oficiales del gobierno de Quintana Roo, estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional
de Seguridad Pública (SESNSP), y datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones
en los Hogares (ENDIREH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Fuentes Secundarias: Comprenden investigaciones académicas previas sobre violencia intrafamiliar,
estudios sobre roles de género en México, análisis sociológicos y antropológicos sobre dinámicas
familiares, y reportes de organizaciones nacionales e internacionales especializadas en derechos
humanos y violencia de género.
Fuentes Terciarias: Incluyen revisiones sistemáticas, metaanálisis, y compilaciones bibliográficas que
proporcionan una visión panorámica del estado del conocimiento sobre la temática estudiada.
La recolección de información se realizó mediante la técnica de revisión documental sistemática, que
implica la búsqueda, selección, organización y análisis crítico de documentos relevantes para los
objetivos de la investigación [14]. Este proceso se estructuró en las siguientes fases:
Fase de Búsqueda: Se realizó una búsqueda exhaustiva en bases de datos académicas, repositorios
institucionales, sitios web gubernamentales y bibliotecas digitales, utilizando descriptores específicos
relacionados con violencia intrafamiliar, roles de género, factores socioculturales, y el contexto
geográfico de Quintana Roo.
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Fase de Selección: Los documentos identificados fueron sometidos a criterios de selección que
incluyeron: relevancia temática, calidad metodológica, actualidad de la información, y pertinencia para
el contexto mexicano y específicamente para la región de estudio.
Fase de Organización: La información seleccionada fue organizada mediante matrices de análisis que
permitieron sistematizar los hallazgos según las categorías de análisis establecidas: factores
socioculturales, modalidades de violencia, conductas antijurídicas, y respuestas institucionales.
Fase de Análisis: Se aplicó la técnica de análisis de contenido cualitativo, que permite identificar
patrones, tendencias y relaciones significativas en la información documental. Este análisis se
complementó con la triangulación de fuentes, que consiste en contrastar información proveniente de
diferentes tipos de documentos para validar los hallazgos y enriquecer la comprensión del fenómeno
[15].
Criterios de Inclusión
Documentos publicados entre 2010 y 2024, para asegurar la actualidad de la información.
Estudios realizados en el contexto mexicano, con énfasis en la región sureste del país.
Investigaciones que aborden específicamente la violencia intrafamiliar entre cónyuges.
Documentos que analicen factores socioculturales relacionados con la violencia doméstica.
Fuentes oficiales de organismos gubernamentales e instituciones académicas reconocidas.
Criterios de Exclusión
Documentos que aborden exclusivamente violencia hacia menores de edad.
Estudios realizados en contextos culturales significativamente diferentes al mexicano.
Fuentes sin respaldo institucional o académico verificable.
Documentos que no proporcionen información específica sobre factores socioculturales.
Aunque esta investigación se basa en fuentes documentales públicas y no involucra participantes
humanos directos, se observaron consideraciones éticas importantes. Se respetó la autoría intelectual de
todas las fuentes consultadas, se citaron adecuadamente todos los documentos utilizados, y se manejó
con sensibilidad la información relacionada con experiencias de violencia, evitando la revictimización
o la espectacularización del sufrimiento humano.
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Las principales limitaciones de esta investigación incluyen: la dependencia de fuentes documentales
existentes, lo que puede generar sesgos en la información disponible; la ausencia de testimonios directos
de víctimas y agresores, que podrían enriquecer la comprensión del fenómeno; y las limitaciones
geográficas del estudio, que se centra específicamente en Chetumal, lo que puede limitar la
generalización de los hallazgos a otros contextos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados de esta investigación documental se presentan organizados según los objetivos
específicos planteados, proporcionando un análisis integral de los factores socioculturales que
perpetúan la violencia intrafamiliar entre cónyuges en Chetumal, Quintana Roo. La discusión de estos
hallazgos se desarrolla en diálogo constante con la literatura especializada y los marcos teóricos que
sustentan el estudio.
El análisis documental revela que los factores socioculturales que perpetúan la violencia intrafamiliar
entre cónyuges en Chetumal se articulan en torno a tres dimensiones principales: los roles de género
tradicionales, las estructuras de poder patriarcales, y los patrones culturales de normalización de la
violencia.
La persistencia de roles de género tradicionales constituye uno de los factores más significativos en la
perpetuación de la violencia intrafamiliar. Según los hallazgos documentales, las sociedades se han
estructurado históricamente en base a la diferencia sexual, determinando roles específicos que se
atribuyen a hombres y mujeres desde el nacimiento, tal como señala Lamas (2002) [16]. Esta
diferenciación trasciende lo meramente biológico para convertirse en una construcción cultural que
establece expectativas comportamentales específicas.
En el contexto de Chetumal, la división sexual del trabajo mantiene patrones tradicionales donde a la
mujer se le asigna prioritariamente el espacio doméstico y las funciones de cuidado, mientras que al
hombre se le confiere el rol de proveedor económico y figura de autoridad. Esta distribución
aparentemente complementaria genera en la práctica relaciones de dependencia económica y emocional
que pueden facilitar el ejercicio de la violencia como mecanismo de control.
Los datos de la ENDIREH evidencian la persistencia de estas concepciones tradicionales. El hecho de
que el 43% de las mujeres que no sufren violencia considere que “una buena esposa debe obedecer a su
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pareja en todo lo que él ordene” refleja la interiorización de patrones de subordinación que se consideran
normativos [17]. Esta normalización de la obediencia femenina crea condiciones propicias para el
ejercicio de la violencia, al establecer expectativas de sumisión que, cuando no se cumplen, pueden
desencadenar respuestas violentas.
La construcción social de la masculinidad en el contexto de Chetumal se caracteriza por la asociación
de la identidad masculina con atributos como la dominancia, el control, la agresividad y la autoridad
incuestionable dentro del hogar. Estos patrones culturales, profundamente arraigados en la tradición
patriarcal, establecen expectativas sobre el comportamiento masculino que pueden justificar o
normalizar el uso de la violencia como mecanismo de afirmación de la autoridad [18].
Por su parte, la construcción social de la feminidad enfatiza atributos como la sumisión, la abnegación,
la tolerancia al sufrimiento y la responsabilidad primaria por el bienestar familiar. Estas expectativas
culturales pueden generar en las mujeres una tendencia a minimizar o justificar la violencia que
experimentan, interpretándola como parte de sus “deberes” conyugales o como consecuencia de sus
propias “deficiencias” como esposas [19].
La intersección de estas construcciones de género crea dinámicas relacionales asimétricas donde el
poder se distribuye de manera desigual, favoreciendo al hombre y subordinando a la mujer. Esta
asimetría se refuerza a través de mecanismos sociales, familiares e institucionales que validan y
perpetúan estos patrones.
Un hallazgo significativo del análisis documental es la identificación de patrones culturales que
normalizan ciertos tipos de violencia en el ámbito conyugal. Estos patrones se manifiestan a través de
expresiones populares, creencias tradicionales y prácticas sociales que minimizan la gravedad de la
violencia o la presentan como parte “natural” de las relaciones de pareja.
La normalización de la violencia se expresa en diferentes niveles: desde la aceptación de la violencia
psicológica como forma “normal” de comunicación conyugal, hasta la justificación de la violencia física
en determinadas circunstancias. Esta normalización se ve reforzada por la transmisión intergeneracional
de patrones violentos, donde niños y niñas crecen en entornos donde la violencia es percibida como una
forma aceptable de resolver conflictos o ejercer autoridad [20].
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El análisis de las modalidades que adopta la violencia intrafamiliar en Chetumal revela un espectro
amplio de manifestaciones que van desde formas sutiles de control psicológico hasta expresiones
extremas de violencia física y sexual.
La violencia psicológica constituye la modalidad más frecuente y, paradójicamente, la menos
reconocida de violencia intrafamiliar. Esta forma de violencia se caracteriza por el uso sistemático de
estrategias de control, intimidación, humillación y aislamiento que buscan minar la autoestima y la
autonomía de la víctima [21].
En el contexto de Chetumal, la violencia psicológica se manifiesta a través de diversas conductas:
control excesivo sobre las actividades, relaciones sociales y decisiones de la pareja; descalificaciones
constantes sobre las capacidades, apariencia o valor personal de la víctima; amenazas directas o
indirectas de violencia física o abandono; aislamiento de familiares y amigos; y control económico que
limita el acceso a recursos financieros.
La sutileza de estas manifestaciones hace que frecuentemente no sean reconocidas como formas de
violencia, tanto por las víctimas como por su entorno social. Esta invisibilización contribuye a la
perpetuación del problema, ya que la violencia psicológica suele preceder y acompañar a otras formas
más evidentes de violencia.
La violencia física representa la modalidad más visible y socialmente reconocida de violencia
intrafamiliar. Los datos del SESNSP indican que, en Chetumal, la violencia física en el ámbito familiar
constituye una proporción significativa de las denuncias registradas, aunque se estima que existe una
importante cifra negra de casos no reportados [22].
Las manifestaciones de violencia física incluyen desde agresiones menores como empujones, jalones
de cabello o cachetadas, hasta agresiones graves que pueden causar lesiones severas o poner en riesgo
la vida de la víctima. Un patrón identificado en la literatura es la escalada progresiva de la violencia,
donde episodios inicialmente menores tienden a intensificarse en frecuencia y gravedad con el tiempo.
La violencia física en el contexto conyugal presenta características específicas que la diferencian de
otros tipos de agresión. Frecuentemente se dirige hacia partes del cuerpo que no son visibles
públicamente, para evitar la detección social; se acompaña de justificaciones que responsabilizan a la
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víctima por la agresión; y se alterna con períodos de aparente reconciliación que confunden a la víctima
y dificultan la ruptura del ciclo violento.
La violencia sexual en el ámbito conyugal constituye una de las modalidades más invisibilizadas y
menos denunciadas de violencia intrafamiliar. Esta invisibilización se debe en gran medida a
concepciones culturales tradicionales que consideran que el matrimonio o la unión de pareja otorga
derechos sexuales irrestrictos al hombre sobre el cuerpo de la mujer [23].
En el contexto de Chetumal, la violencia sexual conyugal se manifiesta a través de la imposición de
relaciones sexuales sin consentimiento, la realización de prácticas sexuales humillantes o degradantes,
el uso de la sexualidad como mecanismo de castigo o control, y la negación del derecho de la mujer a
decidir sobre su propia sexualidad y reproducción.
La falta de reconocimiento social y legal de la violencia sexual conyugal contribuye a su perpetuación.
Hasta fechas recientes, la legislación mexicana no reconocía la posibilidad de violación dentro del
matrimonio, lo que reflejaba y reforzaba concepciones culturales que normalizaban la coerción sexual
en el ámbito conyugal.
La violencia económica constituye una modalidad específica que se caracteriza por el control,
restricción o manipulación de los recursos económicos como mecanismo de dominación y control. En
el contexto de Chetumal, esta modalidad adquiere particular relevancia debido a los patrones
tradicionales de dependencia económica femenina.
Las manifestaciones de violencia económica incluyen: la prohibición de trabajar fuera del hogar o el
sabotaje de las oportunidades laborales de la pareja; el control total sobre los ingresos familiares,
independientemente de quién los genere; la negación de acceso a recursos básicos para el sostenimiento
personal o familiar; el uso de la dependencia económica como amenaza para mantener la relación; y la
destrucción de bienes personales o familiares como forma de castigo.
Esta modalidad de violencia resulta particularmente efectiva para mantener a las víctimas en situaciones
de violencia, ya que la dependencia económica constituye uno de los principales obstáculos para
abandonar relaciones abusivas.
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El análisis de las conductas antijurídicas asociadas a la violencia intrafamiliar entre cónyuges en
Chetumal revela un conjunto complejo de comportamientos que configuran delitos específicos
contemplados en la legislación penal mexicana y estatal.
Los delitos contra la integridad personal constituyen la categoría más frecuente de conductas
antijurídicas en casos de violencia intrafamiliar. Estos incluyen lesiones dolosas, que pueden
clasificarse desde lesiones leves hasta lesiones graves según la magnitud del daño causado; amenazas,
que configuran delito cuando se profieren de manera seria y creíble; y violencia familiar, tipificada
específicamente en el Código Penal de Quintana Roo [24].
La tipificación de la violencia familiar como delito específico representa un avance significativo en el
reconocimiento legal del problema. Sin embargo, la aplicación efectiva de esta figura delictiva enfrenta
desafíos relacionados con la dificultad de obtener pruebas, la reticencia de las víctimas a denunciar, y
la limitada capacitación de operadores de justicia en la materia.
Los delitos contra la libertad sexual en el ámbito conyugal incluyen violación, abuso sexual,
hostigamiento sexual y otros delitos que atentan contra la autonomía sexual de las personas. La
tipificación de estos delitos en el contexto conyugal ha sido objeto de evolución legislativa significativa,
reconociéndose progresivamente que el matrimonio o la unión de pareja no constituye consentimiento
permanente para el acceso sexual [25].
En Quintana Roo, la legislación penal reconoce estos delitos independientemente de la relación
existente entre víctima y agresor, lo que constituye un avance importante en la protección de los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Sin embargo, la aplicación práctica de estas
disposiciones enfrenta obstáculos culturales y procesales significativos.
Los delitos contra la libertad personal en el contexto de violencia intrafamiliar incluyen privación ilegal
de la libertad, cuando se impide o restringe la libertad de movimiento de la pareja; amenazas, cuando
se utilizan para coaccionar o intimidar; y allanamiento de morada, en casos donde el agresor ingresa sin
autorización al domicilio de la víctima tras una separación [26].
Estos delitos reflejan patrones de control y dominación que caracterizan las relaciones violentas, donde
el agresor busca limitar la autonomía y libertad de decisión de la víctima a través de diversos
mecanismos coercitivos.
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El análisis de las acciones instrumentadas por el gobierno de Quintana Roo para atender la violencia
intrafamiliar entre cónyuges revela un conjunto de iniciativas que abarcan desde modificaciones
legislativas hasta programas de atención y prevención.
Quintana Roo ha desarrollado un marco normativo específico para abordar la violencia intrafamiliar,
que incluye la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Quintana
Roo, la cual establece los principios, instrumentos y mecanismos para prevenir, atender, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres [27].
Esta legislación reconoce diferentes tipos de violencia, establece las obligaciones de las autoridades
estatales y municipales, y crea instituciones especializadas para la atención del problema. Sin embargo,
la implementación efectiva de estas disposiciones enfrenta desafíos relacionados con la disponibilidad
de recursos, la capacitación de personal, y la coordinación interinstitucional.
El gobierno estatal ha creado instituciones especializadas para la atención de la violencia intrafamiliar,
incluyendo el Instituto Quintanarroense de la Mujer, que desarrolla programas de prevención, atención
y empoderamiento; centros de atención especializada que proporcionan servicios integrales a víctimas
de violencia; y unidades especializadas en el sistema de justicia penal para la investigación y
procesamiento de estos delitos [28].
Estas instituciones han desarrollado protocolos específicos de atención, programas de capacitación para
personal especializado, y mecanismos de coordinación interinstitucional. Sin embargo, la evaluación
de su efectividad revela limitaciones en términos de cobertura, recursos disponibles, y seguimiento de
casos.
El gobierno estatal ha implementado diversos programas de prevención y sensibilización dirigidos a
modificar patrones culturales que perpetúan la violencia intrafamiliar. Estos programas incluyen
campañas de comunicación social, talleres de sensibilización en comunidades, programas educativos
en escuelas, y capacitación a servidores públicos [29].
Los programas de prevención se enfocan en promover relaciones igualitarias, cuestionar estereotipos
de género, y fomentar la denuncia de casos de violencia. Sin embargo, la evaluación de su impacto
revela la necesidad de estrategias más integrales y sostenidas en el tiempo para lograr cambios culturales
significativos
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CONCLUSIONES
La presente investigación documental ha permitido identificar y caracterizar los factores socioculturales
que perpetúan la violencia intrafamiliar entre cónyuges en la ciudad de Chetumal, Quintana Roo,
evidenciando la complejidad multidimensional de este fenómeno social. Los hallazgos obtenidos
confirman que la violencia intrafamiliar constituye un problema estructural que trasciende las dinámicas
individuales para enraizarse en patrones culturales, construcciones de género y estructuras de poder
profundamente arraigadas en el contexto sociocultural local.
Los factores socioculturales identificados se articulan en torno a tres dimensiones fundamentales que
operan de manera interrelacionada. En primer lugar, la persistencia de roles de género tradicionales que
asignan espacios, funciones y expectativas diferenciadas a hombres y mujeres, generando relaciones
asimétricas de poder que favorecen la subordinación femenina. La división sexual del trabajo, que
confiere al hombre el rol de proveedor y autoridad mientras relega a la mujer al ámbito doméstico y de
cuidado, crea condiciones de dependencia económica y emocional que facilitan el ejercicio de la
violencia como mecanismo de control.
En segundo lugar, las construcciones sociales de masculinidad y feminidad en el contexto de Chetumal
refuerzan patrones de dominación masculina y sumisión femenina que normalizan el uso de la violencia
como forma de resolver conflictos o afirmar autoridad. La asociación de la identidad masculina con
atributos como la dominancia, el control y la agresividad, contrastada con la construcción de la
feminidad en términos de sumisión, abnegación y tolerancia al sufrimiento, establece dinámicas
relacionales que propician la violencia.
En tercer lugar, los patrones culturales de normalización de la violencia operan a través de mecanismos
sociales, familiares e institucionales que minimizan la gravedad del problema o lo presentan como parte
“natural” de las relaciones conyugales. Esta normalización se ve reforzada por la transmisión
intergeneracional de patrones violentos y por la persistencia de concepciones tradicionales sobre los
derechos y deberes conyugales.
El análisis de las modalidades que adopta la violencia intrafamiliar en Chetumal revela un espectro
amplio de manifestaciones que incluye violencia psicológica, física, sexual y económica. La violencia
psicológica emerge como la modalidad más frecuente y menos reconocida, caracterizándose por
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estrategias sistemáticas de control, intimidación y aislamiento que buscan minar la autonomía de la
víctima. Esta forma de violencia, por su sutileza, frecuentemente no es reconocida como tal, lo que
contribuye a su perpetuación y a la escalada hacia formas más evidentes de agresión.
La violencia física, aunque más visible socialmente, presenta características específicas en el contexto
conyugal, incluyendo la tendencia a dirigirse hacia partes del cuerpo no visibles públicamente y su
alternancia con períodos de aparente reconciliación que confunden a la víctima. La violencia sexual,
por su parte, constituye una de las modalidades más invisibilizadas debido a concepciones culturales
que consideran el matrimonio como otorgante de derechos sexuales irrestrictos. Finalmente, la violencia
económica opera como mecanismo de control particularmente efectivo en contextos donde persiste la
dependencia económica femenina.
El análisis de las conductas antijurídicas asociadas a la violencia intrafamiliar revela que estas
configuran un conjunto complejo de delitos contemplados en la legislación penal mexicana y estatal,
incluyendo delitos contra la integridad personal, la libertad sexual y la libertad personal. La tipificación
específica de la violencia familiar como delito representa un avance significativo en el reconocimiento
legal del problema, aunque su aplicación efectiva enfrenta desafíos relacionados con la obtención de
pruebas, la reticencia de las víctimas a denunciar y la limitada especialización de operadores de justicia.
La respuesta institucional del gobierno de Quintana Roo ha incluido el desarrollo de un marco
normativo específico, la creación de instituciones especializadas y la implementación de programas de
prevención y sensibilización. Sin embargo, la evaluación de estas iniciativas revela limitaciones en
términos de cobertura, recursos disponibles y efectividad para generar cambios culturales sostenidos.
Los hallazgos de esta investigación confirman la validez de los enfoques teóricos que conceptualizan
la violencia intrafamiliar como un fenómeno estructural enraizado en las desigualdades de género y las
relaciones de poder patriarcales. La persistencia de patrones tradicionales de género en el contexto de
Chetumal evidencia que los procesos de modernización social no necesariamente conllevan
transformaciones automáticas en las mentalidades y prácticas culturales relacionadas con las relaciones
de pareja.
Desde una perspectiva práctica, los resultados sugieren la necesidad de desarrollar intervenciones
integrales que aborden simultáneamente las dimensiones culturales, estructurales e institucionales del
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problema. Las estrategias de prevención deben orientarse hacia la transformación de patrones culturales
de género, mientras que las respuestas institucionales requieren fortalecimiento en términos de recursos,
capacitación especializada y coordinación interinstitucional.
Las limitaciones de esta investigación, derivadas de su carácter documental, sugieren la necesidad de
complementar estos hallazgos con estudios empíricos que incorporen las voces y experiencias directas
de víctimas, agresores y operadores institucionales. La ausencia de testimonios directos constituye una
limitación significativa que podría ser subsanada mediante investigaciones futuras de carácter
cualitativo que utilicen técnicas como entrevistas en profundidad, historias de vida o grupos focales.
Asimismo, la especificidad geográfica del estudio, centrado en Chetumal, sugiere la pertinencia de
desarrollar investigaciones comparativas que analicen las particularidades de la violencia intrafamiliar
en diferentes contextos socioculturales de México, considerando variables como el grado de
urbanización, la composición étnica, los niveles socioeconómicos y las tradiciones culturales
específicas.
Otras líneas futuras de investigación incluyen: el análisis de la efectividad de las intervenciones
institucionales mediante estudios de evaluación de impacto; la exploración de factores protectores y de
resiliencia que permiten a algunas mujeres romper ciclos de violencia; el estudio de las masculinidades
alternativas y su potencial para la prevención de la violencia; y el análisis de la interseccionalidad entre
género, clase, etnia y otros marcadores de identidad en la configuración de experiencias de violencia.
La violencia intrafamiliar entre cónyuges en Chetumal constituye un fenómeno complejo que requiere
abordajes integrales y sostenidos en el tiempo. Los factores socioculturales identificados en esta
investigación evidencian que la erradicación de la violencia no puede lograrse únicamente a través de
respuestas punitivas o asistenciales, sino que requiere transformaciones profundas en las estructuras
culturales, sociales e institucionales que la perpetúan.
El reconocimiento de la violencia intrafamiliar como problema de salud pública y violación de derechos
humanos ha representado un avance significativo, pero insuficiente para generar los cambios
estructurales necesarios. La persistencia de patrones culturales tradicionales de género, evidenciada en
los datos analizados, sugiere que las estrategias de intervención deben orientarse hacia la transformación
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de las mentalidades y prácticas sociales que normalizan la subordinación femenina y la violencia como
mecanismo de control.
La construcción de relaciones de pareja igualitarias y libres de violencia requiere no solo cambios en
las leyes e instituciones, sino fundamentalmente transformaciones en las concepciones culturales sobre
la masculinidad, la feminidad y las relaciones de poder. Este proceso de cambio cultural es
necesariamente lento y complejo, pero constituye la base fundamental para la erradicación efectiva de
la violencia intrafamiliar.
Finalmente, es importante reconocer que la lucha contra la violencia intrafamiliar no es solo
responsabilidad de las instituciones gubernamentales, sino que requiere la participación activa de toda
la sociedad. La transformación de patrones culturales que perpetúan la violencia es una tarea colectiva
que involucra a familias, comunidades, instituciones educativas, medios de comunicación y
organizaciones de la sociedad civil. Solo a través de este esfuerzo conjunto será posible construir una
sociedad donde las relaciones de pareja se basen en el respeto mutuo, la igualdad y la no violencia.
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