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Además, la complejidad requiere que los docentes trabajen colaborativamente, formando redes de
aprendizaje y apoyo mutuo. Ningún docente puede enfrentar aisladamente los desafíos del aula
contemporánea. La formación inicial y continua debe, por tanto, promover habilidades para el trabajo
en equipo, la comunicación efectiva y la participación en comunidades de práctica profesional. Estas
redes no solo fortalecen al individuo, sino que también permiten al sistema educativo en su conjunto
adaptarse y evolucionar de manera más efectiva, compartiendo conocimientos y co-creando soluciones.
La formación docente en Colombia enfrenta el desafío constante de responder a una realidad nacional
diversa, multicultural y atravesada por dinámicas sociales, económicas y políticas en permanente
transformación. En este escenario, la teoría de la complejidad emerge como un faro epistemológico
crucial, ofreciendo un marco para trascender los enfoques tradicionales, a menudo lineales y
fragmentados, y avanzar hacia una preparación de educadores capaces de comprender y actuar en la
intrincada red de factores que configuran el acto educativo. Adoptar una perspectiva de complejidad en
la formación de maestros y profesores en Colombia no es solo una opción teórica, sino una necesidad
imperante para forjar profesionales que puedan navegar la incertidumbre, fomentar la resiliencia y
construir aprendizajes significativos en contextos heterogéneos y, en ocasiones, adversos. Este enfoque
implica repensar los cimientos mismos de cómo se concibe y se implementa la formación docente,
orientándola hacia el desarrollo de un pensamiento crítico, sistémico y adaptativo. Como señala Edgar
Morin (2001), "la reforma de la enseñanza debe conducir a una reforma del pensamiento y la reforma
del pensamiento debe conducir a una reforma de la enseñanza" (p. 21), una máxima que resuena con
particular urgencia en el contexto colombiano, donde la educación es pilar fundamental para la equidad
y la construcción de paz.
Un elemento primordial en la formación docente colombiana desde la complejidad es el cultivo del
pensamiento sistémico y relacional. El sistema educativo colombiano, con sus marcadas disparidades
regionales, su diversidad étnica y cultural, y la coexistencia de múltiples realidades urbanas y rurales,
no puede ser comprendido a través de análisis simplistas. Formar docentes capaces de "ver el todo en
las partes y las partes en el todo" es fundamental. Esto implica que los futuros educadores comprendan
las interconexiones entre las políticas educativas nacionales, las realidades institucionales locales, las
dinámicas comunitarias y las trayectorias individuales de sus estudiantes.