Paradigmas y demandas en el estudio del pasado. Una perspectiva arqueológica

 

Adolfo Enrique Pérez Arias[1]

aeperez@umsa.bo

https://orcid.org/0009-0007-2044-6383

Universidad Mayor de San Andrés

Instituto de Investigaciones Antropológicas y Arqueológicas

Bolivia.

 

 

 

RESUMEN

En este artículo se examina, mediante el análisis de estereotipos, convencionalismos, y otros elementos, la presencia del pasado en la sociedad, pero desde una perspectiva de una construcción social en la que la gente, configura su propia imagen del pasado y define sus fuentes, conscientes o inconscientes, de información.  En cierto modo, el análisis de la crisis en el estudio del pasado que se menciona en este trabajo, configura a la Arqueología, como disciplina, y al arqueólogo, como operador de la misma, y replantea cuál debía ser su papel en la sociedad. El objetivo, por tanto, es proponer la aplicación de una perspectiva alternativa en la relación arqueología – sociedad que, por una parte, genere mayor reconocimiento de la disciplina, y por otra, se genere un sentido del pasado en la sociedad.

 

Palabras clave: Estudio del pasado; arqueología; sociedad; carrera de arqueología Bolivia.


 

Paradigms and Demands in the Study of the Past. An Archaeological Perspective

 

ABSTRACT

This article examines, through the analysis of stereotypes, conventionalisms, and other elements, the presence of the past in society, but from the perspective of a social construction in which people configure their image of the past and define their sources, conscious or unconscious, of information.  In a way, the analysis of the crisis in the study of the past mentioned in this work configures archaeology as a discipline, and the archaeologist as its operator, and rethinks what should be its role in society. The objective, therefore, is to propose the application of an alternative perspective in the archaeology-society relationship that, on the one hand, generates greater recognition of the discipline, and on the other, generates a sense of the past in society.

 

Keywords: Study of the past; archaeology; society; archaeology career Bolivia.

 

 

 

 

 

 

 

Artículo recibido 29 Mayo 2023

Aceptado para publicación: 29 Junio 2023

 

 


 

INTRODUCCIÓN

Felipe Criado Boado, un prestigioso arqueólogo español, comienza señalando en uno de sus múltiples artículos, que la arqueología es una actividad emocionante, efectiva y relevante, combinación de trabajo de campo y actividad intelectual, debates teóricos e investigación empírica.

“Los arqueólogos y arqueólogas son, en general, profesionales bien formados que pueden moverse en una amplia variedad de registros…” (Criado Boado, 2010, p. 59). 

Siguiendo la apreciación del arqueólogo europeo, se coliga que, la Arqueología debía constituirse en la única disciplina capaz de brindar respuestas a esas grandes interrogantes que son básicas para comprender la realidad social y humana; comprender, por ejemplo, qué nos hace humanos, conocer el proceso de desarrollo de la tecnología a través de los tiempos, el surgimiento del lenguaje, comprender las creencias e ideología de la gente del pasado, el surgimiento de la jerarquización y la desigualdad social, el acceso a la riqueza, la interacción con el medio, o finalmente, aspectos más simples, como conocer la cotidianidad de la gente del pasado.

Como ya lo señalaron C. Barros y J. Nastri en 1995, la Arqueología es la única que integra dos elementos importantes para conocer las dinámicas humanas: el espacio y el tiempo. Ninguna otra disciplina social o humanística abarca simultáneamente los elementos espacio, donde ocurrieron los eventos humanos, y tiempo, desde los orígenes del Homo sapiens – sapiens hasta el pasado reciente. Sin embargo, pese a poseer estos valores, la disciplina arqueológica es frecuentemente desvalorizada y descalificada, tanto cuando se avoca a la investigación propiamente dicha, como cuando trata de proteger el patrimonio cultural de personajes e instituciones involucrados con movimiento de tierras potencialmente destructivos del patrimonio arqueológico. Como menciona Criado Boado, la Arqueología “…produce una impresión problemática de sí misma, (…) y por el contrario, no es capaz de mostrar los beneficios científicos, sociales y comunales” (Criado Boado, 2010, p. 60). En Bolivia sucede un fenómeno semejante. El desconocimiento o la aparente irrelevancia del trabajo del arqueólogo provoca que el estatus de la arqueología, como disciplina académica, se encuentre en un estado de subvaloración respecto de otras disciplinas sociales. Los arqueólogos bolivianos, profesionales o estudiantes, que han prestado servicios en proyectos multidisciplinarios y multinacionales pueden dar fe de esta distinción; la mayoría de los contratantes y los profesionales nacionales de otras áreas, consideran al trabajo arqueológico como una actividad entusiasta, interesante, pero carente de utilidad práctica, algo así como otorgar el toque exótico al trabajo “serio” que ellos desarrollan. Los factores que inciden en este fenómeno pueden estar relacionados con aspectos socioeconómicos, académicos, políticos, e incluso de percepción del trabajo arqueológico en este contexto globalizado (Torres Martínez, 2014). Según plantea M. Johnson (2000), en muchas ocasiones, los arqueólogos en general son considerados peyorativamente como meros recolectores de trastos viejos, aspecto que incide negativamente en el estatus académico de estos profesionales.  En este artículo se considera que la problemática general de la crisis en el estudio del pasado en Bolivia surge de dos aspectos particulares que están íntimamente relacionados: primero, el desconocimiento de una gran parte de la sociedad boliviana respecto del valor cultural del pasado proyectado en el patrimonio arqueológico; y segundo, el problema de la enseñanza universitaria en la Carrera de Arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés.  En consideración a lo anteriormente señalado, y para evitar la generación de la autoimagen “problemática” de la Arqueología y más bien, crear estrategias para exponer y señalar los beneficios inherentes de la disciplina, es que se propone implementar en la relación general Estudio del Pasado – Sociedad, las siguientes estrategias que abarcan desde la concepción del pasado como paradigma, la divulgación de la investigación arqueológica, hasta la propuesta de un nuevo perfil profesional en el que se priorice la rigurosidad científica, pero que al mismo tiempo se  replantee el vínculo con la sociedad y se la considere como la destinataria final de las investigaciones arqueológicas.

El pasado como paradigma

El arqueólogo como individuo, construye un determinado discurso histórico, y la comunidad científica genera el discurso académico “oficial” con carácter unidireccional, es decir de arriba hacia abajo (Comendador, 2011). La narrativa oficial soslaya los requerimientos de la sociedad respecto a su interés por conocer temáticas específicas del pasado, y aparentemente, el paradigma del pasado no se construye enteramente a través de esta narrativa oficial de la “comunidad científica” (Comendador, 2011, p. 60), sino mediante una serie de amalgamas de elementos sociales que van construyendo su propia narrativa y su propio paradigma alterno al oficial académico. En consecuencia, se propone invertir en parte el sentido habitual del discurso oficial: escuchar, en vez de sólo narrar, lo que la gente piensa del pasado y entender cuál es la importancia y el rol que desempeña en su cotidianidad. En una investigación previa sobre esta temática aplicada a la Carrera de Arqueología de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz (Pérez Arias, 2019), se realizaron encuestas a una parte de la población y se obtuvo respuestas inesperadas desde la perspectiva del arqueólogo profesional. Entre varias consultas, en las que se incluían la perspectiva de la valoración del estudio del pasado, una de las preguntas indagaba lo siguiente: ¿Qué aspectos desearía conocer de las sociedades y los habitantes del pasado? El 48% tiene mayor interés por el aspecto cronológico; el 34% por la forma en la que vivieron; y el 18% de los encuestados deseaba conocer aspectos fisonómicos de la gente del pasado (Gráfica 1).

Gráfica 1. Relación porcentual de los intereses de la gente respecto al conocimiento del pasado.

Estas respuestas evidencian lo que C. Holtorf (2007) ya había sugerido: que la fascinación popular con la arqueología funciona en otros niveles a los esperados por los arqueólogos profesionales. Aparentemente, según la encuesta, la mayoría de la gente está más interesada en conocer la cotidianidad de la gente del pasado que en conocer los grandes procesos políticos, económicos o sociales que se produjeron en el pasado. Por otro lado, también llama la atención que la población no atribuya al estudio del pasado, y a la arqueología en particular, propiedades reivindicativas, sociales, raciales, o políticas. Existen varios pensadores latinoamericanos que reivindican el aspecto social contestatario, la arqueología poscolonial, y las alternativas teóricas latinoamericanas (Gándara, 1982; Lumbreras,1981; Bate, 2012; Tantaleán y Aguilar, 2012; entre otros), sin embargo, aparentemente al grupo de personas encuestadas, no le pareció importante esa arista en el estudio del pasado y la arqueología.

La visualización del trabajo del arqueólogo

Dentro el contexto del desarrollo de la Arqueología en nuestro país, pensar en la divulgación de las investigaciones arqueológicas para el público en general, es creer que se trata de una actividad secundaria, sin demasiada importancia para la academia científica, y en adición, se trataría de algo simple y más o menos sencillo y fácil de realizar. Hace algunos años, B. Fagan se quejaba de la falta de empatía de los arqueólogos académicos respecto al público en general:

“Los arqueólogos hemos perdido de vista los horizontes lejanos de los grandes temas de nuestra disciplina. Necesitamos escribir para toda la Humanidad, para toda la civilización, no sólo para nuestros amigos y enemigos” (Fagan 2006:163, Citado en Ruiz Zapatero, 2014, pp.12).

En algunos encuentros entre arqueólogos bolivianos es evidente que muchos de ellos, especialmente aquellos con postgrados en el exterior, tienden a menospreciar las publicaciones que intentan acercarse al público no especialista con escritos despojados de jerga y de datos demasiado técnicos pero que narran un evento real y verídico del pasado. El epíteto peyorativo habitual atribuido a sus autores es el de “contador de cuentos”.

En el presente siglo, y con el advenimiento de este nuevo paradigma de la comunicación y la información instantánea, lo público se hace más relevante y va cobrando fuerza como receptor de todo tipo de información, incluyendo la arqueológica. Desde hace algunos años se advierte una creciente preocupación entre los arqueólogos por el modo en que circula en la sociedad el conocimiento que ellos originan con sus investigaciones.

Por otra parte, también existe, aunque de manera insuficiente, un interés por hacer accesible este conocimiento a las más amplias audiencias o público en general, es decir, existe una leve tendencia al “acceso social a la información científica” señalada por M. E. Conforti y M. L. Endere (2012, p.165).

Sin embargo, habría que preguntarse ¿existe un público en general con la misma capacidad e interés de recepción?, en esta investigación se entiende que no. Como menciona Ruiz Zapatero (2009, 2014) no existe un público general, sino que continuamente los arqueólogos alternamos con distintos públicos, que a su vez presentan distintos intereses, diferentes capacidades, y una amplia gama de posibilidades para acceder al pasado. Reconocer la pluralidad de públicos es definitivamente esencial para establecer las estrategias de una divulgación, y por consiguiente, una visualización eficaz de las investigaciones arqueológicas. Sin abordar la línea de escritos pseudo científicos, esotéricos, y fantasiosos que abunda en la literatura popular, es posible que los arqueólogos seamos capaces de ayudar a cubrir las necesidades y satisfacer los intereses de una amplia variedad de públicos, proporcionándoles la información que desea, en lugar de sólo abarcar las necesidades académico científicas de la Arqueología como disciplina.

En suma, es un principio en Arqueología que la publicación es una responsabilidad ética y profesional, y se constituye en el aporte más perdurable que el arqueólogo puede legar a la sociedad y es un tema fundamental en la enseñanza de la disciplina arqueológica en las aulas universitarias. Pero, ¿cómo hacerlo?

Es imprescindible primero, inculcar a los estudiantes de arqueología el hábito de la lectura crítica, impulsarles a leer no solamente textos de la disciplina, sino también otros que les ayude a descubrir de forma crítica, las narrativas con que se arman y elaboran los discursos (Figura 1). Al mismo tiempo, impulsarles a examinar con detalle la estructura de los textos, es decir, la “carpintería” de la escritura, como decía García Márquez.

Figura 1. Imagen alegórica de los procesos de aprender a escribir (Modificado de Ruiz Zapatero, 2014, p. 14, Fig. 3)

El segundo aspecto se refiere al receptor de los escritos arqueológicos, ya sean éstos digitales o impresos. Para identificarlo, lo primero que se debe considerar es que, en el adiestramiento del arqueólogo en la universidad, la investigación debía constituirse en el objetivo fundamental de su formación, por lo que la producción de textos y artículos científicos tendrían que aportar a la consolidación de nuevos conocimientos y fortalecer así, el bagaje del conocimiento arqueológico.

Además, el arqueólogo dentro su actividad de investigación científica, pertenece generalmente a una institución universitaria, por tanto, la visibilidad científica de esa institución, se la obtiene mediante las publicaciones en revistas internacionales indexadas, de tal modo que, en los procesos de acreditación y los rankings de posicionamiento de las universidades a las que pertenece el arqueólogo investigador, es importante el impacto de la cantidad de citas de los textos publicados.

En consecuencia, el receptor de estos escritos científicos, tiene que ser necesariamente la comunidad científica capaz de asimilar, cuestionar, criticar, o complementarlos en el proceso continuo de la construcción del conocimiento arqueológico. Sin embargo, también se debe fomentar e instruir a los estudiantes de la disciplina la publicación dirigida a esta parte del público que no está familiarizada con aspectos teóricos, metodológicos, y técnicos de la investigación científica arqueológica. Bajo la premisa que la sociedad es la receptora final del trabajo del arqueólogo, es imperativo y éticamente importante que los resultados de la investigación arqueológica sean transmitidos en un lenguaje accesible a esta parte del público “no académico”.

Esto no significa que se menosprecie o subvalore la capacidad de recepción de datos técnicos y teóricos, sino que, esta parte del público tiene mayor mérito al interesarse en la literatura arqueológica mucho más cuando no está obligada a ello, como lo estaría un profesional arqueólogo, por lo que es un deber del investigador escribir para ellos.

En 1945, el escritor finlandés Mika Waltari escribió su famosa novela histórica “Sinuhé, el egipcio” ambientada en el Antiguo Egipto citando personajes históricos además de eventos que ocurrieron realmente hace cuatro mil años (Figura 2). Esta novela capta inmediatamente la atención de todo tipo de públicos, y aunque el autor no es un arqueólogo profesional, logra con su narración atraer el interés hacia los eventos del pasado egipcio presentándolos de manera ágil, simple, y amena.

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Figura 2. Novela histórica que narra eventos ficticios, pero con trasfondo histórico dirigido a un público amplio, no necesariamente estudioso (Tomado de Internet).

En nuestra propia prehistoria e historia ocurrieron eventos importantes, desde las primeras bandas de cazadores – recolectores, las primeras aldeas en al altiplano orureño, el estado de Tiwanaku, los señoríos aymaras, la incursión Inca, la conquista europea, y la Colonia, pueden muy bien ser transmitidas a todos los públicos de un modo similar al de Waltari. Manteniendo la rigurosidad histórica, la narración de estos eventos arqueológicos e históricos puede convertirse en un medio potencialmente importante para fomentar el interés de la gente hacia el estudio del pasado.

Neandertal - BD, informations, cotesroudier - neandertal - IberlibroOtro experimento interesante llevado a cabo en algunos países europeos como Alemania, Francia y España, es la publicación de información arqueológica en formato de comics orientado a despertar el interés de niños y jóvenes lectores. Sorprendentemente, la recepción ha sido positiva aún dentro el omnipresente mundo digital. En estos tiempos de la información digital e instantánea, de la que Bolivia no está exenta, puede convertirse en un medio importante de difusión del pasado. (Figura 3).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 3. Revista publicada en formato de comic de E. Roudier que intenta mantenerse lo más cerca posible del conocimiento científico, con un objetivo más educativo.

Discusión y Perspectivas

Cornelius Holtorf (arqueólogo, profesor de la Universidad de Lund, Suecia) plantea que la fascinación popular con la arqueología, funciona en otros niveles a los esperados por los arqueólogos profesionales. Según este autor, la mayoría de la gente está interesada en temas específicos como nuevos descubrimientos de tesoros, solución de grandes misterios, nostalgia de antiguos mundos o civilizaciones, y otros similares. Algo parecido acontece en nuestro medio. Si bien varias personas asumen de manera mecánica y sin comprender enteramente los conceptos de identidad, origen, proyección al futuro o cultura, el verdadero interés resalta hacia aspectos particulares que muchos de los arqueólogos profesionales no consideramos siquiera en nuestro trabajo o investigación. Otro dato interesante es que, casi ninguno de los encuestados le otorga a la arqueología el carácter de instrumento social reivindicador. Obviamente este carácter se le otorga sólo en medios y coyunturas políticas y en algunos de los arqueólogos mismos. Esta percepción de la gente respecto al interés por el trabajo arqueológico, es realmente refrescante respecto a un replanteamiento de la manera de enseñar arqueología. Me parece que no tiene sentido enseñar un tema en particular si la sociedad, que es al fin de cuentas la receptora de nuestro trabajo, no siente el menor interés en ello.  En cuanto a la visibilización del trabajo arqueológico en la sociedad, la percepción que la gente tiene de la arqueología y del estudio del pasado en general, nos revela de manera directa una de las mayores falencias de la disciplina en nuestro país: la carencia de difusión de nuestro trabajo, pero orientado a un público más amplio y no necesariamente académico. Se debe poner mayor énfasis en la difusión de los resultados de las investigaciones arqueológicas en nuestro país. Las instancias de enseñanza e investigación tendrían que implementar reglamentaciones que obliguen a los docentes e investigadores a publicar, tanto a nivel científico, como para un público amplio. Respecto a esta última parte, además de brindar al público información referente a cómo trabaja el arqueólogo y para qué sirve su trabajo, debe captarse el interés de la gente mediante la narración de resultados de investigaciones que hubieran enriquecido el conocimiento de nuestro pasado. Es innegable por otra parte que a la gran mayoría de las personas no les interesan detalles de nuestras investigaciones, por ejemplo, de la clasificación cerámica, nomenclatura de los líticos, clasificación de los suelos, engorrosas descripciones de análisis de materiales, y otros. Ellos quieren conocer cuándo vivió una determinada sociedad, qué comían esas personas, cómo se vestían, cómo peleaban, y hasta qué características fisonómicas presentaban. En otras palabras, a la gente le interesa conocer aspectos particulares del diario vivir de la gente del pasado. Es cierto que no podemos brindarles toda la información que desea, no obstante, con un poco de buen juicio podemos ofrecerles, además, aspectos importantes de la dinámica sociocultural, política y religiosa de dichas sociedades matizadas con aspectos o detalles de la vida cotidiana. Como se ha mencionado anteriormente, las expectativas de la gente funcionan en otros niveles a las de los arqueólogos profesionales, y por lo mismo, los arqueólogos deberíamos adecuarnos en cierto modo y hasta cierto punto a estas perspectivas. Respecto a la subvaloración de la arqueología en la sociedad boliviana, es evidente que este fenómeno repercute negativamente en temas de infraestructura, presupuesto y equipamiento destinados a la Carrera de Arqueología de la UMSA. En este caso se recomienda que, la exposición clara de las características de la arqueología (teoría, metodología, técnicas, ciencias auxiliares y ciencias complementarias) con un lenguaje accesible a la mayor cantidad de gente, significaría un avance positivo para mejorar la percepción que la sociedad tiene de la disciplina. El avance cualitativo de esa percepción en círculos donde se manejan políticas de financiamiento significaría, a mediano y largo plazo, un apoyo importante para generar investigaciones por parte de arqueólogos bolivianos. Finalmente, habría que considerar la pregunta que implícitamente formula la sociedad: “¿Cómo quieres que conozcamos, si no nos lo explicas?” (Rojo Ariza, 2011, p. 203). La labor del arqueólogo se siente comprometida bajo esa interrogante, y como bien lo menciona M. Heyd (2012): el historiador, en este caso el arqueólogo, no puede ser un iluminado o un agorero, pero su papel es el de enseñar a su sociedad que el mundo está en constante cambio, y que los eventos del pasado sirven de parámetro para entrever el porvenir. Bajo esta perspectiva, se puede concluir que, sí, existe un futuro para el pasado.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Waltari, M. (1945). Sinuhe egyptiläinen. Ed. WSOY. Helsinki

 



[1] Autor principal y de correspondencia.